Camión azul metálico, ni un lugar vacío. Dj Pocz mira desde la primera fila hacia la carretera y el bosque. Un camión azul se detiene en una estepa con plantas prehistóricas o un jardín botánico que se inclina hacia los cerros. La estampa de un sapo aplastado sobre el pavimento que nadie quiere pisar. Dos escenarios principales ni tan lejos ni tan cerca, bien dispuestos. Un sol que incendia. Gente se refresca en una pileta de sombra bajo un árbol que da frutos por las ramas. Una ráfaga de viento y una tienda de campaña gira por los aires. Brushy One String canta sobre un par de botas vaqueras negras. Le falta un diente y sólo tiene una cuerda. ¿Coincidencia?
Una palapa repleta. Gente baila pero sólo ellos saben de qué se trata. Dos Djs tocan al mismo tiempo, pero afuera nadie sabe lo que suena. Adentro cada quien escucha lo que se le da la gana. Afuera algunos hacen ruedas para platicar. Grupos de amigas, familias, señores, niños, parejas, solitarios y gente en silla de ruedas.
Gigi Romero toca la guitarra y Jaime Óscar González Grau, Jako González, toca un sólo de saxofón electrónico. Un joven con mochila de caparazón se agita frenético ante los ritmos improvisados. En otro escenario, inmenso, el Cigala canta unas joyas que le quedan grandes. Una pareja de cabello blanco mueve los hombros marcando pasos de salón. Familias en ánimo de pícnic saborean tacos de buen parecer sobre platos biodegradables, impagables, también.
El sol se dirige al mismo punto que la pendiente del jardín botánico o la estepa prehistórica. Más viento. De un par de torres de bocinas gigantes suena una marcha morelense. Bailan los niños, la chaviza y los viejitos. Una fila de chinelos brillantes serpentea entre la gente. Una línea de conga intercala chinelos, niños, chavos y viejitos. Un coro de trompetas y saxofones revienta en el escenario. Un joven de blanco, al frente, pide palmas. Kool and the Gang está en la casa o en la boda gigante, en un jardín con plantas prehistóricas que dan frutos por las ramas.
¡Ábrete Sésamo! Una rola de nueve minutos. Metales, coros y el sol arde junto al escenario, gordo y rojo, como en Egipto. Kool and the Gang, así como hace bailar, hace llorar. ¡Abra Cadabra! ¡Abra Hazam! Celebration despide al sol y a la banda. Una boda imaginada entre todos queda suspendida, mientras los músicos se despiden.
Una Dj prepara el escenario para Ms. Lauryn Hill. Lauryn Hill no es una reina. Lauryn Hill es una faraona.
Nadie queda lejos del escenario principal. Hay suficiente gente para sentirse acompañado y suficiente espacio libre para estirar los brazos , sentarse en el piso e ir y venir al baño sin perder nada más que 250 mililitros. Tears for Fears se escucha por todo el jardín inclinado. Los escuchan quienes juegan badminton, quienes observan desde las mesas largas de madera, quienes bailan de pie a unos metros y quienes prefieren el apretón desde las primeras líneas. Tears for Fears no es una banda de chavos, pero toca “Creep”. Radiohead tampoco es una banda de chavos y no les gusta tocar “Creep”. Cada quien su vejez.
Un radio del staff pronuncia un secreto. El último Dj no quiere salir. Tiene miedo porque el aire agita el escenario. El aire no se calma pero el DJ sí. Sale a tocar. La gente baila en las filas de los puestos donde aún queda comida. Quedan pastas. Cuántas pastas. Tres. Somos cinco. Tengo tres. Dame todas. Otra vez un camión azul. Otra persona ocupa el lugar de Dj Pocz. Mira por la ventana hacia una carretera oscura y solitaria hacia un futuro incierto, como en un videoclip.
____
Rafael Rodríguez – @delorean_nofm y Erika Arroyo – @_earoyo
Fotos de Erika Arroyo y Rafael Arroyo