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#Monorriel (más rápido que Flash) Saint Seiya, Cap. 59 "Una calentadita al Cisne"
Por Christopher Nilton Arredondo @niltopher “La batalla del Santuario ha comenzado”: Hyōga, el caballero del Cisne, ha sido congelado por el caballero Camus de Acuario, por lo que Shun de Andrómeda hace arder su cosmos junto a su compañero para rescatarlo de una muerte fría, arriesgando su propia vida… Pero la escena del capítulo 59 […]
Por Christopher Nilton Arredondo
@niltopher
“La batalla del Santuario ha comenzado”: Hyōga, el caballero del Cisne, ha sido congelado por el caballero Camus de Acuario, por lo que Shun de Andrómeda hace arder su cosmos junto a su compañero para rescatarlo de una muerte fría, arriesgando su propia vida… Pero la escena del capítulo 59 de Caballeros del Zodiaco no parece que responda a ese fin práctico: Shun se tiende junto al moribundo Cisne y se le “empierna” para darle calor.
Esta escena de corte homo-erótico es, para muchos, la evidencia tajante de la homosexualidad de Andrómeda y, en apoyo a esta teoría, acuden otros detalles como su personalidad apocada o el color rosa de su armadura (que, inspirada en la princesa de un mito griego, tenía senos). Incluso en los flashbacks de su infancia se le ve lloriqueando luego de un juego brusco con otros niños hasta que su hermano mayor, Ikki, entraba a defenderlo. Todos los niños mexicanos sabíamos, sin lugar a dudas, que eso era de putos.
A diferencia del contexto futbolero que sanciona FIFA, en el que al portero de la escuadra rival no se le critican sus preferencias sexuales, sino su cobardía y poco temple, en Shun la palabrita tenía tanto el sentido de “sacatón” como el de “homosexual”, con lo que se convertía en la botana de los chicos que platicaban de su serie favorita en la escuela.
En realidad, a pesar de la carga erótica mencionada, no había real evidencia de que Shun sintiera atracción sexual por sus compañeros masculinos. Al menos no era el único al que se le podía achacar ser gay: un caso que encuentro perturbador es el de Ikki, el varonil caballero del Fénix, que sentía amor sexual por una chica llamada Esmeralda, luego de notar un parecido tanto físico como psicológico con el propio Shun: el Fénix no sólo era puto de closet, sino que también era un cabrón incestuoso.
¿Tenemos problemas las personas con el homo-erotismo masculino? Yo creo que sí, ¡y hartos! Cuando muchos nos asombramos del sexualmente ambiguo final de The Legend Of Korra, donde la nueva Avatar y su amiga Asami se van de vacaciones tomadas de la mano, hubo un grupo de fans (mayoritariamente mujeres) que argumentaban que es común que las amigas heterosexuales tengan ese tipo de contacto físico. No recuerdo, en cambio, un grupo de fans, ni siquiera entre las mujeres a las que les gustaba Saint Seiya, que intentara defender la cuestionada heterosexualidad de Shun luego de la calentadita al Cisne. No existe en nuestra imaginación un contexto no-sexual en el que dos hombres junten sus mejillas.
Yo en particular era fan de Andrómeda: su actitud pacifista, las fans que gritaban su nombre en la pelea con Jabu de Unicornio, sus técnicas de ataque y defensa (el único caballero de bronce que mató, sin ayuda y sin técnicas suicidas, a un caballero de oro en la batalla del Santuario), todo eso se me hacía genial y, aunque al hacerme viejo he desarrollado aversión al sacrificio, siempre me he considerado solidario, tal como Shun era en la serie.
Una vez incluso le presté una libreta de bolsillo, prácticamente nueva, a un compañero de trabajo durante una capacitación; el tipo no traía dónde hacer apuntes y sabiendo que no me la devolvería, le di esa libreta que me sobraba (la verdad estaba fea, pero venía en juego con una pluma fenomenal; soy adicto a los artículos de papelería). Años más tarde vi a ese compañero en el metro; cuando me vio, lo saludé con una inclinación de cabeza, pero él no me devolvió la cortesía. Pensé que, como ocurre con mucha gente, el hombre era de memoria corta y se había olvidado de mí, pero ahora que lo pienso mejor, tal vez creyó que quería quitarle el frío con el calor de mi cosmos.