A mediados de la década de los setentas del siglo pasado, dentro de una profunda crisis económica que se vivía en Inglaterra sumada a una crisis cultural y social, los jóvenes ingleses comenzaron a buscar una forma de expresar su indignación y rebeldía, éstas las encontraron en un sonido que comenzaba a gestarse en Norteamérica conocido como Punk; que no era sino un rock and roll muy primitivo de tres acordes, corta duración y mucha agresividad. Este estilo musical sirvió de parteaguas para que los jóvenes de Inglaterra comenzaran a crear toda una cultura que se gestó en la falta de oportunidades, el desempleo, la marginación y la falta de seguridad. Fue aquí donde se desarrolló, entre la rabia, la indignación y el coraje que no iban dirigidos a nadie en específico sino a la sociedad en general. Como siempre sucede esta cultura fue comprada por el mainstream, suavizada y vendida como novedad, como moda juvenil, pero igual que pasa siempre quedan resquicios de honestidad que siguen siendo el camino para la expresión y la resistencia. A pesar de Malcom Mclauren y toda su mercadotecnia para vender el punk, éste siguió siendo el camino para la expresión honesta de una rebeldía con mucha causa, pero a veces mal dirigida. El Punk no superó la prueba de ser una expresión contestataria, su empacamiento y posterior venta son evidencias de que no supo cómo ser independiente y autogestivo. Después llegaría el American Hardcore para dejar un par de cosas en claro.
Regresando a sus inicios como expresión rebelde, a principios de la década de los ochenta en Norteamérica había una situación similar a la inglesa; los jóvenes de la era de Reagan en la presidencia, toman la música punk, le aplican más velocidad y agresividad, toman las letras nihilistas, les ponen rabia, violencia, dirección, angustia y desencanto y le cambian el nombre. La cultura sigue siendo Punk; la música pasa a llamarse Hardcore. Desde la costa oeste hasta la costa este cientos de jóvenes sin alternativas ven en la escena Punk/HC el escenario ideal para descargar sus frustraciones de una Norteamérica moralista, de derecha, represiva y que tenía al país sumergido en una crisis económica que no daba para mucho. Así los jóvenes comienzan a organizarse para crear una de las comunidades más autogestivas que han existido. Bajo el lema de Do it Yourself (DIY o hazlo tú mismo en español), la cultura Punk/HC comienza a crecer, produciendo sus discos, el arte de los mismos, promoviendo y organizando sus conciertos y manteniendo el control de toda la comunidad en la comunidad, de forma autogestiva y autónoma sin permitir que el mainstream corrompiera la honestidad y la congruencia de la escena que mantenían las personas y grupos dentro de la misma.
En esta comunidad existían algunas personas o grupos que sobresalían por sus mismas cualidades de autogestión y autonomía y aunque se pueden mencionar a muchos, grupos como Minor Threat, Black Flag y Dead Kennedys dejaron su marca más allá de una comunidad y/o cultura ganando terrenos mucho más globales. Si bien estos tres grupos son necesarios para entender la influencia del “American Hardcore” en el mundo, su música y actitudes ha traspasado fronteras tanto musicales como sociales y políticas. Los tres vocalistas de estas tres agrupaciones son reconocidos más allá de la escena participando de manera activa en muchos ámbitos desde lo político, lo artístico, cultural y social. Estos tres grupos son parte de una historia que se sigue escribiendo contra un sistema de gobierno y un modelo económico basado en la explotación de las poblaciones más vulnerables.
El primer grupo a mencionar son los Minor Threat: fundados en 1982 en la ciudad de Washington DC, sus integrantes fueron reconocidos por ser de los primeros en manejar una ideología de no drogas, no alcohol, que a la par se convirtió en una filosofía llamada Straigh Edge donde su vocalista Ian Mckaye jugó un papel muy importante para la difusión de la misma. Mckaye no es solo un tipo inteligente, sino además carismático y capaz de defender sus ideas con argumentos sólidos. Minor Threat se desintegró un par de años después de su formación, pero Mckaye pasó a formar una nueva agrupación referente del Post Punk llamada Fugazi, grupo que decide terminar pues corría el riesgo de volverse demasiado grande y difícil de controlar, así que huyendo del mainstream y de convertir sus ideas en moda, forma a The Evens, grupo de Folk Punk por catalogarlo de alguna manera. El sello discográfico Dischord, que formó en la década de los ochenta para mantener la autogestión y la autonomía, no sólo de sus grupos, sino de la escena, sigue funcionando. Mckaye es un tipo que a casi treinta años de Minor Threat y de los inicios del “American Hardcore”, sigue fiel a sus ideales y principios. En congruencia total.
Si bien Henry Rollins no fue el primer vocalista de Black Flag, su presencia en el escenario, su carisma y su capacidad de transmitir todo el odio y la violencia de la comunidad Punk/HC hicieron olvidar a su antiguo vocal. Henry fue capaz, junto a los Black Flag, de representar con sus actuaciones en vivo y sus discos, sus letras y canciones, todo el sentir de una generación de la Norteamérica de Reagan, traspasando, gracias a esa emotividad, fronteras para convertirse en referentes de la rebeldía con causa de los jóvenes a nivel global. Al igual que MT, ellos también formaron su propio sello discográfico (SST) garantizando mantener la escena en manos de la propia comunidad. Una vez desintegrado BF (aunque ahora se han vuelto a reunir con otro vocalista), Henry siguió haciendo lo que mejor hace: hablar en nombre de una generación descontenta. Tanto su música como sus presentaciones de spoken word siguen teniendo esa presencia dominante y sigue diciendo lo que pocos quieren escuchar. Henry es posiblemente de los tres el que mejor se maneja en la línea divisoria del comercio artístico y su congruencia política. Tan bien se la da que hace unos años generó controversia entre los más puristas de la escena punk/hardcore al ser la cara de la marca de ropa Calvin Klein. Cosa que a Henry no le importó mucho. Él sabe quién es.
El tercero de estos referentes del “American Hardcore” es posiblemente el más incomprendido, pero por mucho fue capaz de actuar por un cambio. Fundador y creador de todas las letras de los Dead Kennedys, mostró desde los inicios de la escena su capacidad para burlarse de su país. Aún lo sigue haciendo. Y también fundador, al igual que Ian y Henry, de posiblemente el sello icónico del movimiento independiente de Norteamérica: Alternative Tentacles, desde donde apoya a grupos que aún tienen el espíritu autogestivo y de lucha. Biafra se ha dedicado en las últimas dos décadas al activismo político principalmente, esto sumado un poco al spoken word tanto en presentaciones como en discos. Odiado, incomprendido, declarado anarquista, una vez candidato a la alcaldía de San Francisco y otra a presidente de Norteamérica, Biafra es también un referente de lo que fue la “American Hardcore” y en lo que se convirtió.
Aún a la fecha nadie puede mencionar un grupo de aquella época que esté en el mainstream haciendo dinero con su cultura; ésta fue vendida de forma distinta. Las nuevas generaciones nacieron dentro del mainstream y ahí permanecen, haciendo de una cultura una burla. Si bien no se puede definir una cultura y/o ideología basados en las actitudes de unas cuantas personas, grupos o acontecimientos; lo que estos grupos fueron capaces de lograr en su momento -junto a otros- y lo que sus vocalistas siguen haciendo en la actualidad habla de lo que fue una época, de cómo fueron capaces de vivir en la autogestión sin la necesidad de venderse y, lo más importante, cómo en la actualidad siguen siendo un claro ejemplo de lo que fue la cultura Hardcore, algo necesario en estos días donde no se ve por donde encontrar referentes de vivir fuera de lo que el sistema dicta.
Si usted quiere más referencias sobre esta etapa de a historia de la música, le recomiendo leer American Hardcore: a tribal history de Steven Blush publicado por la editorial Feral House y que va por su segunda edición o bien ver el documental del mismo nombre dirigido por Paul Rachman.
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Jorge Tadeo – @primaindie