Un día como hoy, pero de 1999 el gran Stanley Kubrick dejó el plano terrenal. Ese día también terminó una de las relaciones más importantes para el cineasta, al grado que sus allegados afirman que, de no haber tenido esa relación, Kubrick no hubiera sido el mismo. Ese especial lazo es el que compartieron el director de cine y Emilio D’Alessandro, su chofer (entre tantas otras cosas más). Guionistas, colaboradores e incluso familiares han atestiguado la cercanía entre Kubrick y Emilio, y definen al chofer como el intermediario del director con la vida cotidiana.
Emilio D’Alessandro fue toda su vida un amante de los autos, llegó a competir con quienes serían después leyendas de la Fórmula 1. Y ese fue en un inicio lo que unió a Emilio con Kubrick. Éste se había declarado gran admirador de los autos Mercedes Benz, de los que tuvo varios modelos a lo largo de su vida, incluido un famoso camión Unimog presnete en todas las producciones de Kubrick y que sólo Emilio tenía permititdo conducir.
Con el paso de los años, la relación entre el director y Emilio se extendió a muchos aspectos de la vida del cineasta: Emilio buscaba locaciones, se encargaba de los props, opinaba sobre los actores, trataba con la familia, atendía a las mascotas y básicamente realizaba cualquier mandado que a Kubrick se le ocurriera. Todo ello era solicitado a Emilio por medio de unas notas mecanografiadas o a mano que el cinesta firmaba con una S, que a veces acompañaba con la instrucción final “tira esta nota”.
El vículo entre D’Alessandro con su jefe salió a la luz en el libro Stanley Kubrick and Me, las memorias del empleado. Y en 2015, el documentalista italiano Alex Infascelli lanzó S is for Stanley, una larga entrevista con el ahora retirado Emilio D’Alessandro, que recupera algunas de sus grandes anécdotas con Kubrick. Les dejamos el tráiler del documental para recordar a uno de los más grandes del cine, pero también a esos seres anínimos que ayudan a que los grandes sean grandes.