Los creadores de la nota roja en México, autores de frases célebres como “Raptola, violola y matola”, entre otros grandes titulares periodísticos, editores de las fotos más estremecedores, han cerrado sus puertas. El periódico Alarma! dejó de circular oficialmente el pasado mes de febrero, después de salir de manera ininterrumpida desde 1963. El cierre del periódico, del cual se desconocen las causas, se ratificó a inicios de esta semana, con la muerte de Miguel Ángel Rodríguez, último editor de la publicación.
Rodríguez trabajó en Alarma! desde los 17 años, cuando empezó como mensajero y con los años se convirtió en el director del periódico. Él, así como el último grupo de redactores, se consideraban los grandes alumnos de Carlos Samayoa Lizárraga, fundador de la nota roja en México, cuyo principio era presentar la noticia con el mayor realismo y veracidad. En diversas entrevistas, tanto Rodríguez como Samayoa aseguraron que nunca inventaban ni exageraban las notas, pues todos sus datos eran corroborables en los informes periciales. Las notas de Alarma!, en palabras de Rodríguez, “eran tan reales que parecían inventadas”.
Si bien es cierto que no podemos pasar por alto el morbo que despiertan los periódicos amarillistas, la descomposición social que implica no únicamente la capacidad de normalizar la violencia, sino de hacer que estas publicaciones sean las más baratas y accesibles para la mayor parte de la población, con la desaparición de Alarma!, desaparece también un estilo de hacer periodismo: aquel en el que todos en la redacción sabían de qué iba el periódico del día, aquél en que el director era también redactor, diseñador, reportero, corrector, impresor y repartidor; aquel periodismo de voceadores matutinos y vespertinos, aquel periodismo con notas, sí amarillistas, pero muy bien redactadas y con un uso de lenguaje que era capaz de llegarle al lector de a pie.
No se trata de hacer una apología de la nota roja, ni de celebrar el hiperrealismo o el morbo. Sabemos que la normalización de la violencia es uno de los grandes males de una sociedad. Países como Venezuela y Cuba han prohibido este tipo de periódicos que muestran como entretenimiento la descomposición humana. Simplemente, hay que reconocer la historia de una nota roja de la que ya sólo han quedado las fotos sangrientas y los titulares chistosones. Atrás queda su gran archivo de fotografías, sus exclusivas como la historia de Las Poquianchis, y algunos de los adjetivos mejor puestos del periodismo mexicano.
Pueden echarle un ojo a estas historias en el aún vivo sitio web de Alarma! También ahí pueden leer la última nota: un breve y sentido texto sobre la muerte de Miguel Ángel Rodríguez, quien falleció de un infarto en metro Balderas. En el primer comentario a la nota, el periódico recoge lo que sembró durante más de cinco décadas:
Elme coso (oh sí) cierra el Alarma! con broche de oro con este comentario:
“Ya se murio ya era el mejor editor del mundo ya era el mejor jefe ya era el mejor amigo ya chinguenle y pongan notas nuevas el pinche muerto ese me vale madres a lo que sigue o sean parejos y pongan la foto de editor de hierro muerto para crear interes” [sic]
Descanse en paz el Alarma!