Una linda e inocente rubia ordena una pizza, justo cuando el repartidor llega, confiesa que no tiene dinero para pagarla y le ofrece al muchacho pagarle de “otra manera”, él por supuesto acepta. A continuación hay un obvio juego de palabras que involucra comer el pepperoni de la pizza, entre otras cosas. Estas escenas nos remiten a cualquier película porno, de verdad, cualquiera.
Sin embargo, qué pasaría si dividimos la historia en capítulos, ponemos de fondo un gran escenario color pastel, que remite a los años 60; incluimos a un narrador omnisciente que relata lo que se ve en pantalla. Además, resulta que los personajes involucrados no son típicos musculosos y voluptuosos actores, sino una rubia aniñada con unos grandes binoculares y un tocadiscos, y un muchacho inocentón, bigotón, con una gorra que indica su oficio, que son súbitamente interrumpidos por un rubio ojiazul con la nariz chueca. Pues el resultado es nada más y nada menos que una película porno de Wes Anderson.
La parodia se ha filtrado a las red y se une a una larga lista de versiones porno de películas y series exitosas. La verdad es muy divertida.