Mucho se ha dicho sobre la personalidad jocosa de uno de los personajes más importantes de la historia humana: Wolfgang Amadeus Mozart, o Mozart para los cuates. La investigación y el franco fetichismo ha conseguido preservar correspondencia y diferentes documentos que han engrosado el anecdotario del prodigio de Viena. Que si hablaba mucho de caca, pedos, anos, penes y vaginas, que si tenía Tourette, o simplemente era un pelado insoportable y anárquico, en fin, todo en el camino del mito y la leyenda.
Pero de lo que hoy queremos hablar es de un caso muy particular, y es la bonita y muy pesada relación que el compositor sostuvo con Joseph Leutgeb, un gran músico especializado en el corno, sin albur. Resulta que estos dos se conocieron cuando Wolfgang era apenas un niño, y su amistad perduró hasta que Mozart era una celebridad internacional con pocos rivales.
Su trabajo en conjunto fue largo y tendido, y su gran momento de relumbre es el Concierto para corno No.1. ¿Por qué? No es que sea una pieza clave para el desarrollo humano. Mas bien es muy cotorro y muy llevadito.
Resulta que Mozart compuso esta pieza para su buen amigo Leutgeb como una manera de joderlo. Investigadores descubrieron revisando los manuscritos, mismos que el instrumentista utilizó para interpretar la pieza, que está bellamente glosado por el compositor y tiene anotaciones como: “ahí la llevas“, “eres bien baboso” o “gracias a dios hemos terminado“. Se presume que el gran Mozart lo que buscaba era provocar en su buen amigo un ataque de risa tremendo en medio del concierto.
No tenemos muy claro si lo consiguió, pero sí tenemos las evidencias de las malas pasadas de Wolfgang Amadeus Mozart pues la Orchestra of the Age of Enlightenment produjo un video bastante ilustrativo de cómo era que funcionaba esta famosa broma.
Échenle un ojo y que sea una lección para todos: entre más genio menos serio.