TODO MENOS MIEDO

EN VIVO

EN VIVO

#BallenasBlancas. Juana Barragán, líder insurgente

Juana Guadalupe Arcos Barragán

Muy poco se sabe de tantas mujeres que han tenido un papel significativo en la historia, particularmente aquellas con gran inteligencia y capacidad para luchar por sus ideales. Hoy tenemos noción de que muchas de ellas han quedado ensombrecidas por varones, algunas incluso por sus propias parejas, aún cuando su labor haya sido fundamental en el desarrollo de trabajos que debían haberles merecido un reconocimiento por su talento, ingenio, dedicación o contribución a distintos saberes. Los casos abundan, pero incluyo los de científicas como Nettie Stevens, quien tuvo un papel fundamental en el descubrimiento de los cromosomas X y Y, o Rosalind Franklin, una química brillante cuyas aportaciones fueron fundamentales para el descubrimiento de la estructura del ADN.

En ocasiones, lo más destacable no es el hecho de que sean olvidadas sino la manera en que son recordadas. Muchas han tenido el infortunio –o quizá, más bien, la fortuna– de haber sido llamadas “locas”, “brujas” o “prostitutas”. Si se indaga un poco más en el porqué de estas denominaciones, muchas veces es posible descubrir que en realidad se trataba de mujeres fuertes y rebeldes, con talento y formas de pensar distintas, críticas y, en consecuencia, amenazantes a los dogmas que trataban de imponerse a través de la palabra o razón masculinas. Si este no era el caso y, si por alguna razón se les consideraba dignas de reconocimiento o respeto, era por su estatus social o sus atributos físicos. Ejemplo de ello es la güera Rodríguez, una mujer del criollismo mexicano que ha sido destacada, en primer lugar, por su belleza, en segundo, por haber sido la amante de Agustín de Iturbide y, en tercero, por haber tenido un papel relevante en la lucha de independencia.  

Capitana

En otros casos, a las mujeres se les recuerda por haber demostrado cierto coraje y valentía, o por haber sido intrépidas y heroicas, virtudes enteramente masculinas. Tal es el caso de Juana Guadalupe Arcos Barragán, una mujer que ha quedado al margen de nuestra historia y de quien hoy se sigue sabiendo demasiado poco. Si se busca información sobre ella en internet, los primeros textos que aparecen son cada uno una amalgama del anterior.

Se dice que Juana Barragán estuvo al frente del combate durante la Guerra de Independencia en México. Mejor conocida como “La Barragana”, nació en el año 1780 en una localidad del municipio de Coyuca de Catalán en el estado de Guerrero. Se cree que murió durante la guerra, en años previos a la consumación de la Independencia. Como en el caso de la güera Rodríguez, Juana no quedó atrás en ser recordada, principalmente, como una mujer hermosa (¿por qué era necesario sexualizar su lucha?) y, en segundo plano, como una mujer intrépida que comandó a un grupo numeroso de insurgentes –o miembros del ejército independentista– con el grado de capitana, a lado del general José María Morelos.

Se cree que, una vez que se enteró que su familia estaba involucrada en el movimiento insurgente y que vio los cuerpos colgados de su padre y su hermano –quienes habían fallecido en combate–, Juana armó a un grupo de campesinos que conocía y siguió las tropas de Morelos. “Fuerte y aguerrida, Juana Guadalupe no volvió a vestirse nunca de mujer”. A pesar de ello, algunos pintores la siguieron representando con vestido (¿por qué era necesario resaltar su apariencia?)

Juana Guadalupe Arcos Barragán

La Barragana

Según algunas fuentes, el grupo de insurgentes que Juana comandaba fue el primero en enfrentarse a tiros con los realistas –las fuerzas armadas que defendían la monarquía española– en el sitio de Cuautla el 17 de febrero de 1812. También que fue Juana quien dio el aviso a Morelos cuando el ejército del militar Félix María Calleja se acercaba para combatir a los insurrectos. Finalmente, que desde que inició su lucha, esta líder insurgente se mantuvo cerca del llamado “Siervo de la Nación” y lo acompañó en todas sus campañas, hasta que éste murió fusilado en 1815. 

El término “barragana”  ha resultado muy confuso para los historiadores, pues al parecer hubo tres Barraganas que se destacaron en distintos episodios de la guerra. Esta confusión probablemente se deba al apellido Barragán o a lo que en ese entonces se entendía por “barragana”, una palabra bastante compleja y problemática por sus connotaciones.

Durante los siglos XIV y XV, en España, la barragana era la amiga o concubina que “se conservaba en la casa del que estaba amancebado con ella y también la mujer legítima, aunque desigual y sin el goce de los derechos civiles”. En sus raíces, la palabra proviene del arábigo <<barra>> que significa “fuera” y del castellano <<gana>> y, en conjunto, significa la ganancia hecha fuera de legítimo matrimonio –que podía involucrar también a los hijos “ganados” en este enlace.

Insurgente

El significado de barragana era, en cierto modo, despectivo pues representaba algo que era ilegal o ilegítimo; en ocasiones, incluso se le equiparó con la prostituta. Sin embargo, con el tiempo, esta forma de amistad o concubinato llegó a legitimarse, siempre y cuando no se tratara de la acompañante de un hombre casado. No dudo que esta legitimidad se diera en beneficio de los varones que querían tener los privilegios de una (o más) acompañantes. La barragania era, entonces, una especie de contrato de permanencia, fidelidad, amistad o compañía que obligaba a los varones a una serie de compromisos con sus barraganas. En ese contexto, el Barragán era un “hombre libre” o “compañero”, y la Barragana era “la amante que compartía techo, suelo, cama y colchón y otros sitios donde darse un revolcón”.

Esto me hace pensar que posiblemente la confusión en esta brevísima historia no estuvo en el apellido sino en que a Juana Barragán se le recordó siempre como la fiel aliada y compañera del general Morelos. No dudo que algún historiador pudiera llegar a contar la versión de que se trataba de su concubina. Independientemente de las pocas cosas que se han dicho o puedan llegar a decirse sobre su vida, me parece que no tendría por qué ser recordada como un personaje secundario, ni tampoco por sus atributos y sobrenombres (y menos uno tan peculiar como éste). Por eso hoy la recuerdo simplemente –sin adjetivos– como Juana Guadalupe Arcos Barragán, la capitana guerrerense que comandó a un grupo insurgente –el primero en enfrentarse a tiros con el ejército realista el 17 de febrero de 1812–, durante la Guerra de Independencia en nuestro país.   


por Mariana Flores Lizaola – @maropuntocom

LEE TAMBIÉN: #BallenasBlancas. Carol Kaye, la genia anónima del rock