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#BallenasBlancas. Nahui Olin: un universo infinito de vida

Supe de la existencia de Nahui Olin gracias a mi mamá. Yo era una niña, ¿o quizás ya una adolescente? No recuerdo el momento preciso, sólo recuerdo la fascinación que mi mamá sentía por este personaje. Mi mamá me contaba su historia. Me decía que Nahui Olin se llamaba en realidad Carmen Mondragón, que había sido una mujer mexicana hermosa, de ojos verdes, una modelo a la que retrataron muchos fotógrafos y pintores mexicanos importantes en las primeras décadas del siglo XX. Me contaba también que en sus últimos años de vida había sido olvidada y tenía que vender cuadros y fotografías en las calles para sobrevivir. En ese momento, me maravillaba más ver a mi madre contar esa historia con tanta pasión que la historia misma.

Hace un par de años, en el MUNAL, hubo una exposición titulada Nahui Olin. La mirada infinita. En cuanto supe de su existencia, le conté a mi mamá. Fuimos y aprendimos algo que había permanecido en el olvido durante décadas: la modelo de ojos verdes tantas veces retratada fue también pintora, poeta y maestra de pintura para niños. Nahui Olin fue una artista. No solo cualquier artista, sino una artista talentosa, prolífica, única. La exposición era un goce absoluto. Había pinturas que nunca imaginamos sobre diversos temas: autorretratos, paisajes, bodegones, pinturas de gatos. Había también fotografías, unas muy conocidas y otras sumamente extrañas y fascinantes, como una en la que Nahui Olin se había disfrazado de monja y posaba frente a una iglesia. Esa fotografía contrastaba con los múltiples retratos en los que posa desnuda. En mi visita a esa exposición nació un profundo asombro por su obra.

Nahui Olin, mirada infinita

Una pintora entre México y Europa

María del Carmen Mondragón Valseca nació el 8 de julio de 1893 en Tacubaya, Ciudad de México. Su padre, el general Manuel Mondragón Mondragón fue comisionado en 1897 por Porfirio Díaz para concretar la fundición de unos cañones en París. La familia Mondragón Valseca se estableció en ese año en la capital francesa. En 1903, volvieron a su casona en Tacubaya y, un año después, Carmen Mondragón ingresó al Colegio Francés.

Cuando tenía veinte años, Carmen Mondragón se casó con Manuel Rodríguez Lozano. A fines de 1914 viajaron a San Sebastián, España, para reunirse con el resto de la familia. Esta vez, Manuel Mondragón estaba exiliado por su participación en los violentos eventos de la Decena Trágica. En San Sebastián, Carmen Mondragón desarrolló sus habilidades como caricaturista. En 1920, volvió a México y en septiembre de 1921 tuvo su primera exposición en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Se integró al movimiento cultural y artístico en México y trabajó con los famosos muralistas y pintores del momento. La artista incursionó también en el dibujo, en el grabado y en la pintura.

Al ver las pinturas de Carmen Mondragón en la exposición del MUNAL, conocí un mundo completamente nuevo. Cuando estaba frente a sus obras, tuve la sensación de que su mirada es única. Esto no quiere decir que no haya tenido influencias de otros artistas, pero la forma en que Carmen Mondragón comprendía y representaba la realidad me pareció inaudita.

Cuando Carmen Mondragón tenía veintinueve años, decidió cambiar su nombre a Nahui Olin, que significa perpetuo movimiento en náhuatl y se vincula con la renovación cíclica del calendario mexica. En ese periodo, la artista mantuvo una relación amorosa con  el pintor Gerardo Murillo, conocido como Dr. Atl, con quien vivió en un ex convento en La Merced. Fue su periodo de producción artística más prolífico.

Nahui Olin, escritora

Nahui Olin se dedicó también a escribir. Se conocen cinco libros de la autora. El más famoso, publicado en 1922, se titula Óptica cerebral. Poemas dinámicos. La artista  tiene otro libro de poesía y escribió también un texto sobre ciencia, otro sobre filosofía y otro brevísimo sobre su seudónimo mexica. Después de mi visita a la exposición encontré un par de poemas suyos en línea. Aquí un fragmento de uno de ellos:

El cáncer de nuestra carne que oprime nuestro espíritu sin restarle fuerza, es el cáncer famoso con que nacemos —estigma de mujer— ese microbio que nos roba vida proviene de leyes prostituidas de poderes legislativos, de poderes religiosos, de poderes paternos […]

Mas otras mujeres de tremendo  espíritu, de viril fuerza, que nacen bajo tales condiciones de cultivadas flores, pero en las que ningún  cáncer  ha podido  mermar  la independencia de su espíritu y que a pesar de luchar contra multiplicadas barreras que mil poderes les imponen, más que al hombre a quien le han glorificado su espíritu facilitado sus vicios —con esas multiplicadas barreras que mil poderes les imponen—  y desarmadas, con débil carne de invernadero, luchan y lucharán con la sola omnipotencia  de su espíritu que se impondrá por la sola conciencia de su libertad —bajo yugos o fuera de ellos— y la civilización de los pueblos y de los hombres hará efectivo el valor de seres de carne y espíritu como ellos […][2]

“El cáncer que nos roba la vida” en Dina Comisarenco Mirkin,  “Dos poemas de Nahui Olin”,  La política visual del narcisismo: estudios de casos, 31 de mayo de 2013, [en línea], consultado 23 de enero de 2019], publicado originalmente en Óptica cerebral. Poemas dinámicos.

Siento una conexión vital con ese poema. Lo siento vigente, presente. Me da fuerza y me invita a la libertad.

Libros de Nahui Olin

Nahui Olin murió el 23 de enero de 1978 a causa de una insuficiencia respiratoria. Desde 1966, año de su última exposición, la artista cayó en el olvido, hasta que en 1992, Tomás Zurián, restaurador mexicano, redescubrió su obra y la dio a conocer al público. Gracias a sus hallazgos ahora tenemos un ejemplo más de una mujer libre y creadora, cuya mirada abre un universo infinito de vida.


Mariana Abreu Olvera — @breumar

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