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El internet no es de fiar: el fenómeno Birds aren´t real

Pete McIndoe

No es novedad que a lo largo y ancho de la world wide web nos encontremos con un océano de información que no siempre puede ser de confianza, una larga lista de usuarios, cuentas y páginas que no pueden ser consideradas una fuente de información veraz. Todo mundo lo sabe. Sin embargo, parecería que vivimos en la era de mayor credulidad humana. Al parecer una gráfica aleatoria, unos cuantos datos y un par de frases rimbombantes -junto con un diseño visual atractivo- es más que suficiente para convencer al consumista promedio de casi cualquier cosa. No es para nada extraño, así pues, que las teorías conspiratorias se hayan propagado con tanta eficacia desde la existencia del internet y el auge de las redes sociales. Desafortunadamente, a pesar de reconocer la poca fiabilidad del mundo digital, hoy en día casi nada de lo que consumimos en internet se ve puesto en tela de juicio.

Ahora bien, existen varias teorías conspiratorias sumamente conocidas en el mundo: todos hemos escuchado hablar sobre la supuesta planicie de la tierra, sobre el aterrizaje lunar fingido por los Estados Unidos y grabado por Stanley Kubrick, o incluso sobre la existencia de una sociedad elitista y secreta llamada Illuminati. Ningún usuario de la web es ajeno a este tipo de ideas, pero -en el mejor de los casos- uno logra mantenerse escéptico. Antes del internet, la gente dudaba constantemente: desde lo cierto hasta lo más ridículo era tratado con escepticismo. Sin embargo, hoy en día una broma puede desatar tanto la fundación de un movimiento como un plan de negocios.

Dicho es el caso del “movimiento” fundado por el estudiante estadounidense Peter McIndoe en 2017 llamado The Birds Aren´t Real. En síntesis, la teoría defendida por McIndoe afirma que la CIA había llevado a cabo un genocidio aviar entre las décadas de 1950 y 1980 con el fin de reemplazar a todas las aves en el cielo con robots mecánicos de vigilancia idénticos a los pájaros de nuestra vida cotidiana. El movimiento se viralizó rápidamente e incluso provocó la creación de cientos de cuentas (tanto en Instagram como en TikTok) que se adscribieron a dicha teoría con entusiasmo y que adquirieron miles de seguidores en escasas semanas. Es más, la teoría incluso llegó a televisarse y enunciarse como un dato real en espera a su validación, en lugar de abordarse como lo que era en realidad: una simple parodia

El manifiesto

¿A qué me refiero con esto? Pues una lectura rápida del “manifiesto” de Birds aren´t real (el cual se encuentra en la página oficial del movimiento y relata su origen) dejaría ver una teoría conspiratoria que -más que mantener una postura firme con su hipótesis- juega irónicamente con la línea que divide la verdad de la mentira.

En dicho manifiesto se menciona que el gobierno de EEUU contrató a 23 ingenieros de manera secreta con el objetivo de que elaboraran el método ideal para matar a los pájaros (un avión equipado con un veneno específicamente diseñado para enfermarlos), también se menciona que la invasión a Vietnam de parte del gobierno estadounidense dio lugar con la intención de expropiar un material que se necesitaba para la elaboración de los pájaros mecánicos, e incluso se afirma que el presidente John F. Kennedy fue asesinado por estar en contra de semejante proyecto secreto, al enterarse sobre él tras espiar a uno de sus trabajadores con la sospecha de que éste le estaba robando sus emparedados de jamón todos los días. Ya sé, suena ridículo; pero para muchos estadounidenses no lo fue. 

Imagen utilizada en el manifiesto de Birds aren´t real

Como se puede ver, muy pronto en el manifiesto se vislumbra un tono satírico que pone a prueba las habilidades cognitivas e interpretativas del lector que lo consume. Este tono, sin embargo, no es para nada accidental. En aras del tiempo de la posverdad -en el que la imagen reina sobre la verdad y la verdad se ha vuelto instrumento de dominio- el movimiento Birds aren´t real arriba para parodiar el hyper consumo de desinformación con un tono absurdista. Empezando porque -según el manifiesto publicado en la página oficial de Birds aren´t real– la operación secreta supuestamente liderada por la CIA se originó con la intención de evitar que las palomas siguieran defecando sobre los coches de los agentes que estaban a cargo del proyecto.

A pesar de todo esto, parecería que la parodia no fue del todo identificada por los navegantes del internet: sea por inocencia, por incapacidad de cuestionar o por simple estupidez, cualquier variable es posible. Lo cierto es que mientras más información tiene el usuario, más difícil le es distinguir entre la veracidad y la falsedad. Es decir, resulta que el dato verdadero se camuflajea entre un matorral de mentiras. 

Teorías conspiratorias en tiempos de desinformación mediática

Ahora bien, el movimiento Birds aren´t real coincide con el segundo mandato presidencial de Donald Trump en Estados Unidos. Como ustedes recordarán, el empresario de desmedido narcisismo solía propagar ideas sumamente infundamentadas a toda la nación estadounidense (como, por ejemplo, que el cambio climático era falso) mientras descalificaba las ajenas como “fake news”. Varios de los ciudadanos se tragaron con facilidad sus mentiras, otros no. Pero dicha circunstancia -esta es, una circunstancia en la que ni el presidente puede ser considerado una fuente de información veraz- provocó una crisis perceptiva, cognitiva y epistémica que polarizó a la ciudadanía y generó desconcierto por todo el país.

El lado inverso -y más peligroso- de la propagación de teorías conspiratorias puede comprenderse con la susodicha teoría de QAnon, la cual sostiene que el mundo está siendo orquestado y dominado por una sociedad secreta de demócratas que trafican niños. Más aún: en el inicio de la pandemia, el presidente Donald Trump se dio la libertad de comparar el coronavirus con una simple fiebre e incluso incentivó el uso de “medicamentos” que no estaban aptos para tratarlo. En este caso en específico, la desinformación y la imposibilidad de coincidir en una verdad había llegado tan alto (hasta la Casa Blanca) que las consecuencias eran -literalmente- de vida o muerte. 

Es en este contexto específico en el que Peter McIndoe decidió satirizar la ingenuidad del estadounidense común y corriente mediante una teoría conspiratoria (intencionalmente falsa) que demostró el creciente miedo a la vigilancia digital y evidenció – de igual forma – el hilo sobre el que pende eso que llamamos “verdad”. Él mismo describe su movimiento en una entrevista con el New York Times como un “experimento en torno a la desinformación”, la cual se ha visto imposible de domar en tiempos de una hiperconectividad global posibilitada por las redes sociales. 

Lucrando de la incredulidad

Birds aren´t real empezó como una simple broma, pero -tras su viralización– terminó por convertirse en una sátira en torno a las teorías conspiratorias y nuestra propensión a defenderlas. Es más, hasta el mismo fundador de Birds aren´t real logró capitalizar la credulidad de la gente con la venta de una variedad de mercancía en torno al movimiento (gorras, camisetas, hoodies, etc.) que lo ha mantenido durante unos buenos años. Peter McIndoe logró lo que pocos hubieran imaginado hasta ese momento: encontró la manera de lucrar tanto de la ingenuidad de la gente como de su afinidad por representar su ideología de forma consumista. Hay que admitirlo: este joven estadounidense nos puso en jaque a todos, puso en jaque al sistema. 

Más allá de la comicidad y la ironía subyacente en este caso, considero que experimentos como éste demuestran que las redes sociales están más que dispuestas a difundir conspiraciones con tal de mantener al usuario enganchado a su pantalla, sin importar las consecuencias. Es decir, a las redes sociales les es indiferente si el usuario está dispuesto a consumir una mentira por encima de una verdad, una teoría por encima de una estadística o si incluso si está dispuesto a difundirla. El internet es, al final del día, una acumulación de data que requiere cierto nivel de criterio, pero que no siempre es juzgado desde el mismo rigor crítico. Tal vez por eso tantos internautas se creyeron la teoría de Birds aren´t real. 

La próxima vez habrá que leer entre líneas, habrá que leer más allá de las mentiras.


Tomás Lujambio – @tlujambiot


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