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El ordenador y la resaca. Parte 1

Caixa Forum

Un mes después y a punto de volar ya de vuelta al terruño, escribo como quien concluye. Y como si publicarlo en redes sociales tuviera cierto caso:

“Una fructífera mini-gira peninsular me llevó a presentar libros, tocar el saxofón y hallar gente querida. Eso está muy bueno.”

Y en efecto: caso tuvo ya que alguien (varios “alguien”) lector-lectores repiten por su cuenta las veinte o más palabras del aserto y las reenvían.

¿Por qué escribí ordenador?

Quizás -dudo- les llame la atención el tener un poco más de matizado detalle de lo acaecido. ¿Por qué lo creo? ¿Lo pienso realmente o esto es sólo producto de la resaca del jet-lag brumoso que me empuja frente al ordenador -ya de este lado del Atlántico, con el Atlante una vez más eliminado en su lucha por ascender a los infiernos y luego de arrancar del almanaque hojas de papel que, ya vividas, habían quedado intactas hasta ahora- a hacer algo más allá de coser a puntapies al sueño en vez de mimarlo para que conmigo se acueste de una vez por todas?

(¿Por qué escribí “ordenador” y no computadora? ¿Quién soy? ¿Una suerte de ceceante Hugo Sánchez cocido en olla exprés? ¡Hostia tío no chingues!)

Debo advertir que en estas líneas quizás alguna reflexión se cuele a título personal y que el recuento algo caótico caerá por donde mejor venga sin que yo defina, valiéndome de un adminículo valorador, qué lugar debe tener en el listado de mis aún frescas remembranzas.

Rebobino pues confiado en que sirva de algo (dormir con guarismos que hiciesen “¡beeee!”, por ejemplo).

Ópera, pasión, poder y política

Comienzo recordando que, en algún momento del año que fenece para llegar a los veinte del veintuno, presté un libro sobre ópera y sociedad a un amigo y que el grueso volumen no ha vuelto a mis manoplas.

-Ya se lo reclamaré con buenas maneras- digo a Montse, la amiga catalana con quien he cogido el metro hacia Plaza España para llegar a la exhibición que la Caixa Forum presenta ahora que el sol se ha decidido a reaparecer en el mediodía barcelonés con cierta calidez, aunque el viento de pronto sople gélido. Me detengo en lo recién plasmado y caigo en cuenta de que algún alburero de los de acá quizás me esté leyendo y ya quiera subrayar con algún lancinante comentario el desguarnecido empleo de ciertas palabras, pero poco me importa ahora que abordo el tema “Ópera, pasión, poder y política”, que es el nombre de esto que miro y que escucho con los cascos puestos (así es como se dice aquí cuando portas audífonos) mientras camino entre interrumpidas penumbras y sonoras luces museográficamente acomodadas con destreza.

Foto: Alain Derbez

Recuerdo un tuit bastante menso enviado in situ y recuerdo también que me pareció divertido porque Antonio Alcántara, el insufrible padre de familia del barrio de San Genaro en la infinita serie Cuéntame cómo pasó, le da un cierto aire -escribí- a Claudio Monteverdi. Al menos eso me pareció al mirar ese cuadro al principio de la exitosa exposición (incluso al internet subí apresurada foto de la pintura)

-Mira, en ese clavecín tocaba Mozart– ha apuntado Montse mientras seguimos caminando y por una suerte de hechicería tecnológica dejamos de oír a Haendel para que en esplendor irrumpieran “Las bodas de Fígaro”. Un pasito para allá vuelve el prusiano-inglés y un pasito para acá asoman los decibeles del genio de Salzburgo. ¡Magia! ¡Ya les digo!

Distractores

Sin detener mi acompañado paso, en mi cabeza revolotean además de las músicas que la anarquista feminista Emma Goldman amara tanto (vine a Barcelona a presentar un libro que sobre ella trata y desde ella borda), algunos elementos que otros podrían calificar de distractores en mi afán de sacar el mejor jugo a lo mostrado aquí:

1) La plaza de España está al pie de Montjuic y de ahí es que venimos caminando hacia acá a lo que en algún momento fue -principios del veinte- una moderna y modernista fábrica textil llamada Casaramona.

2) La Caixa Forum -lo constato en el folleto que se me ha dado en la entrada mientras me siento esperando un ensayo donde sonará con estruendo coral el Va Pensiero del Nabuco de Verdi- está ubicada en la avinguda de Francesc Ferrer i Guardia 6-8.

3) Hace 110 años, el 13 de octubre de 1909, el pedagogo libertario por quien la avenida así fue bautizada, fue fusilado por el estado español (el rey era Alfonso XIII) y no hace mucho mi compadre, co-autor de la novela Usted soy yo, me obsequió un libro prologado por la historiadora Anna Ribera Carbó con escritos de la pluma de Ferrer por ella recogidos bajo el título “Principios de moral científica y otros textos” y publicados en Morelos por la universidad. ¿Algún día la Via Laitena retomará el nombre que una vez tuvo de Vía Durruti? ¿Es que queda la cosa así: nomenclatura?…

Foto: Alain Derbez

4) Esto de escuchar en inglés la ópera Pepita Jiménez de Isaac Albéniz me resulta chocante (Montse se saca los cascos para oírme y, acto seguido, se los coloca de nuevo). ¿Cómo andará de ánimos Plácido Domingo que alguna vez tuvo el papel de don Luis el seminarista enamorado de la rica heredera que se debate entre dios y los impulsos? (Montse ya no me escucha)… ¿He de volver a Wagner o me lanzo de cabeza como si Juan el Bautista fuera, a la Salomé de Strauss y su bandeja? (Una foto más envié, también es cierto).

La inmovilidad nostálgica

No hace tanto, aunque parezca mucho en este viaje, estuve en el museo madrileño Reina Sofía, ahí donde el Guernica y la exhibición en pantalla de Los olvidados y Las hurdes de Buñuel. El estar en este instante tan cerca de Montjuic lo trae a mi memoria. Era el 77 y era junio. Hacía calor, mucho calor. En una vitrina cautivo está el cartel que anunciaba aquello sucedido a menos de dos años de la muerte de Franco. También tomé una foto y le dije a un amigo pintor y acompañante así como a su hijo: “Miren, yo estuve ahí e igualmente leí el Ajoblanco y el Viejo Topo y La Bicicleta y alguna otra publicación de las que aquí reposan debajo de un vidrio prístino (¡prohibido tomar fotos!) ¿Es que queda la cosa así: por un lado la reivindicación del callejero y por el otro la inmovilidad nostálgica del museo

-¿Cuáles son las perspectivas del anarquismo en el siglo XXI? Pregunté a Luce Fabbri como a Ignacio de Llorens como a Luis Andrés Edo (vine a Barcelona a presentar un libro ya les digo)…

En esta exposición que ya termina y que si uno desea recomienza, unos pasos más me harán arribar a Lady Macbeth del distrito de Mtsensk de Shostakovich y luego de ello a un panorama rápido del quehacer operístico contemporáneo.

Foto: Alain Derbez

El éxtasis que causa la música

Escribe Emma Goldman sobre su primer contacto con la ópera y lo leo citado en las páginas del libro que vine a presentar a Barcelona:

“Luego llegó la oportunidad de escuchar la obra de Verdi y todo cambió. Me di cuenta por primera vez del éxtasis que podía causarme la música […] Rápidamente se lleno de una gran audiencia: mujeres vestidas de sedas y tercipelos de matices maravillosos, con joyas que brillaban en sus cuellos y brazos desnudos; la luz que fluía de los candelabros de cristal reflejaban el verde, el amarillo y el amatista. Era un país de ensueño aún más magnifíco que los descritos en los cuentos que había leído. Olvidé la presencia de mi profesora, el ambiente miserable de mi casa. Con medio cuerpo por fuera de la baranda, me perdí en el mundo encantado de abajo. La orquesta rompió en tonos conmovedores que ascendían misteriosamente de la sala a oscuras. La música me hacía estremecer y me dejaba sin aliento. Leonor y el Trovador hicieron realidad mis propias fantasías románticas sobre el amor. Viví con ellos emocionada, embriagada por su canción apasionada. Su tragedia era mía también y sentí su alegría y su pena como propias”.

¿Cómo se llama el libro? ¿Tiene caso decirlo en esta bruma?


Alain Derbez – @Alain_Derbez

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