
Como es costumbre, el internet se ha vuelto a dividir radicalmente para opinar de asuntos que a nadie –todos– nos importan. Ya va más de medio año desde que Shakira y Piqué anunciaron la ruptura de su relación. Desde entonces no nos cansamos de esperar las pistas que construyan un buen chisme.
Aunque divididos en bandos, todos sabemos quién es Shakira y que si de alguien esperábamos algo es de ella. Las preguntas han sido muchas, y los resultados más o menos ricos de roer. El barullo parece estar llegando a su punto más alto luego de que semana pasada la cantante al fin sacara lo que tanto peleamos: la historia definitiva para agarrar nuestro lado y olvidarnos de todos los grises que hay en medio.
CLARAmente iba a ser un hit
A diferencia de las dos primeras canciones con las que Shakira desahoga el tema (Monotonía y Te felicito), en esta última aparece una tercera persona de la que ya nadie para de hablar. Clara Chía, la nueva pareja de Piqué y por quien presuntamente terminó la relación de la famosa pareja, ahora ocupa el lugar de la villana del espectáculo.
Shakira no le temió a atacar directamente a la amante de su ex. Es una canción que sin muchas complicaciones acapara el favor de las fans y las no tan fans. La colombiana aprovechó su micrófono para decirle a su ex que no lo necesita, que considera tanto a él como a ella unas malas personas. Le hace saber que de su cuenta corre que medio mundo piense lo mismo y se los recuerden el resto de sus vidas. Hasta el momento, lo está logrando.

Facturas caras
Sin importar si me identifico o no con la historia de Shakira, sinceramente el desquite no me termina de cuajar. Hay algo en su tono que me molesta (aunque no en su ritmo, ese sí está muy bien).
Si resaltamos lo evidente, encontramos que la canción se decantó por el camino más viejo y fácil de la historia: señalar a la mala mujer. Su discurso es tendencia porque en él millones de mujeres ven lo que alguna vez les ha pasado. Gracias a eso, el “las mujeres no lloran, las mujeres facturan” seguramente será el estado de WhatsApp de muchas.
Al público se le hace fácil odiar a Piqué porque parece ser que la infidelidad es el motivo más válido para una ruptura. Nos encanta la idea de virar el papel de la mujer recién dejada y convertirla en una especie de heroína que no permite ser humillada. Shakira trata de poner su verdad sobre la mesa sin dejar espacio para ninguna otra. Una verdad que los señale a él y a ella por igual. Es una canción al más mero estilo de Pimpinela.
Rolex vs Cassio
Ya pasaron cuarenta años desde que Pimpinela le cantó A esa. Es un discurso gastado, que aunque no deja de sonar en los karaokes y en nuestras casas los domingos, no envejeció bien cuando le pusimos los lentes púrpura. Shakira le dio la vuelta, una engañosa, al tratar de empapelar sus marcadas comparaciones entre ella misma y Clara Chía con una insinuación de empoderamiento femenino que se resume en el poder económico y social que Shakira tiene y Clara no.
“Cambiaste un Rolex por un Cassio”, más allá de poderle regalar un patrocinio a Piqué, nos debería hacer preguntarnos qué es un Rolex y qué es un Cassio. Sobre todo, quiénes definen el valor de una cosa y la otra, y qué clase de valor se les está dando. Compararse con objetos de lujo de consumo principalmente masculino quizá no es la manera más inteligente de hacer quedar mal a tu ex.
El verso que fácilmente se traduce en “soy mejor que la otra”, también trae consigo un dejo de superioridad moral. A su vez, esta trae la parte criticada del empoderamiento femenino. Cuando éste significa ponerse por encima del otro –o de la otra– para resguardar tu valía como mujer y, peor aún, perpetuar la idea de que tenemos que hacer algo para “valer” como mujeres.

Ajustes de foco
La sesión con Bizarrap solo reemplaza el discurso de Pimpinela de “soy una mejor ama de casa que ella”, por el de “soy mejor mujer que ella”. Pasa del “a esa que te aparta de mí/ que me roba tu tiempo, tu alma y tu cuerpo/ ve y dile”, por un “tiene nombre de persona buena/ claramente no es como suena”. Es sencillo creerlo, adoptarlo. A cualquiera le puede gustar la idea de ser mejor que otra persona, y por siglos las mujeres hemos sido educadas para estar en eterna competitividad con la otra.
A pesar de que también es cierto que comenzar una relación con alguien casado no es aplaudible, la canción de Shakira está consiguiendo cambiar el foco de la conversación y deslindarse de culpas. Salvo lo económico, la cantante no gana nada con ello más que una factura considerable y una “venganza” que quiere sonar deliciosa.
Si Piqué fuera cantante
Tampoco hay que quitarle todo el mérito a Shakira. Como ya lo ha señalado Taylor Swift, hay un juicio misógino cuando a una mujer se le acusa de ardida por hablar de sus ex, y se aplaude a los hombres cuando hacen exactamente lo mismo. Al menos en México ya estamos plagados de canciones de banda que denigran a las mujeres infieles, y no se cansan de compararlas con cosas que van desde una botella de alcohol hasta una yegua.
El despecho ha sido pretexto de ofensas más explícitas y violentas que el salpicón de Shakira, y si Piqué fuese el cantante en lugar de ella, la discusión por supuesto tendría otro rumbo. Bien por ella y los miles o millones de dólares que van a llevar su dolor a la cartera. Bien por nosotras que ya no esperamos mantener relaciones insostenibles.
Entonces ¿quién es igual a Shakira?
Con el atrevimiento de omitir el resto de matices que una ruptura tiene (qué tan infeliz pudo ser el matrimonio, los motivos de Piqué para serle infiel a la colombiana, y el montón de sentimientos que debe de estar sintiendo Shakira en este momento), creo que la canción de Shakira cae en una trampa común que hemos tratado de evitar.
Volviendo a nuestras preguntas por la báscula que miden el valor de relojes, carros y mujeres –en el sentido más patriarcal de la enunciación– ¿quién es Shakira para decirse a ella misma un Ferrari y no un Twingo? Después de todo, Shakira aún siendo Shakira, ahora es una mujer de cuarenta años con dos hijos y un matrimonio fallido que, si a la valoración masculina estamos apelando, ¿vale menos que la otra, una chica en los veinte sin nada que perder y todo por ganar? ¿Un ferrari o una mamá van de lujo? ¿Quién decide? ¿Ella, o el mercado?
Shakira evidentemente diría que no, porque esa es la intención de la canción. Ella establece los valores de la balanza para colocarse escalones arriba de Clara, mirarla hacia abajo. Igual que lo haría un hombre heteropatriarcal en un día cualquiera. Seguramente Shakira escribió la canción con la intención de verse como todo, menos como una antigua propiedad de Piqué, o como un hombre heteronormado.
Existe un gran problema en la manera en que Shakira pretende tomar el control de su historia, porque al hacerlo y depositar sus enfados contra Clara, está ejerciendo el mismo papel del hombre misógino que nos ve hacia abajo. Y el problema se extiende hacia nosotras; hacia la pública que consume esta Music Session 53 como un estandarte de falso feminismo que parece no alcanzar a ver el tan bien escondido heteropatriarcado hasta en nuestras más resonadas intenciones de romperlo.

¿Alguien quiere pensar en los niños?
Como es costumbre, el internet olvidará el tema tan pronto como lo tomó. En dos semanas los memes van a pasar de moda y el trend de tiktok se nos habrá pasado a los penosos. ¿Y la canción de Shakira ft. Bizarrap? Se quedará en nuestras playlists, quizá desplazada por la siguiente colaboración del DJ, o una ruptura más sabrosa. Lo cierto es que se quedará una discusión sobre la mesa que a siguientes voces les tocará poner sobre el fogón y a nosotros degustar. No hay consecuencias que en estos momentos podamos señalar, pero el lenguaje, como ser vivo, no olvidará estos momentos en los que hablamos de autos y relojes como si habláramos de mujeres y hombres.
Jovana Hernández – @plumas.de.ganso