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7 cosas turbias de los Oscar

Los Oscar, organizados por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, constituyen la premiación con más cobertura mediática del año (a pesar de la caída en espectadores que han sufrido durante las últimas ediciones), y teniendo su 95° edición agendada para el domingo 12 de marzo, es buen momento para hacer recuento de algunos hechos escandalosos que han marcado casi un siglo de premiaciones.

Y no, la cachetada protagonizada por Will Smith y Chris Rock no formará parte de esta lista. 

Hombres blancos: La elección predilecta del Oscar

No hace falta una revisión profunda para darse cuenta que los rostros de Hollywood eran mucho menos variados de lo que son ahora, aunque tampoco es decir mucho. Sin embargo, cuando hablamos de números resulta notoria la poca variedad que ha poblado la lista de nominados, y aún más la de ganadores.

Podemos citar a Hiroshi Teshigahara como el primer director no blanco nominado al galardón de “Mejor Dirección” en 1965 por La mujer de la arena, que perdió contra The sound of music de Robert Wise.

Aunque Akira Kurosawa con Ran y M. Night Shyamalan con The Sixth Sense fueron nominados en 1985 y 1999 respectivamente, no sería hasta la 78° edición que ganaría una persona no caucásica, en este caso Ang Lee por su trabajo en Brokeback Mountain, que además ganó el premio por guión adaptado y banda sonora. 

El heteropatriarcado, sin embargo, sería un sesgo mucho más profundo de superar pues, aunque Lina Wertmüller recibió nominación por mejor dirección con Seven Beauties en 1976, sería hasta la 82° edición que una directora ganaría. Kathryn Bigelow con The Hurt Locker apeló al sentido patriota de los viejos componentes de la academia, conmovidos por la historia de un batallón estadounidense en Irak hasta tal punto que pasaron por alto su machismo.

Vale la pena citar a las realizadoras que se llevaron el premio en las últimas dos ediciones: Chloé Zhao por Nomadland y Jane Campion por The power of the dog.

Y a pesar del ruido causado por el hashtag #OscarsSoWhite en 2015 y 2016, hasta el momento ningún afrodescendiente se ha llevado el galardón a mejor director, pese a las múltiples nominaciones de Spike Lee o la reciente popularidad de Jordan Peele, y aunque nos gustaría decir lo contrario, este no es el único dato controversial de los premios de la academia relacionado con creadores negros, como veremos más adelante en la lista.

Oscar más allá de la moral

El abusador de menores y cineasta, Roman Polanski, es uno de esos nombres que ahora mismo Hollywood desearía poner bajo la alfombra. El director de orígen francés- polaco saltó a la fama en 1974 con Chinatown, aunque su primer largometraje Nóż w wodzie (El cuchillo en el agua) le valió una nominación como mejor película de habla no inglesa en 1962. 

El asesinato de Sharon Tate, en aquel momento su esposa, a manos de la familia de Charles Manson en 1969, suele hacer que se pase por alto otro detalle no menos turbio de su vida: la violación de Samantha Geimer en 1977, cuando ella tenía 13 años. 

De acuerdo a lo narrado en su libro de memorias Una vida a la sombra de Polanski, el director llevó a la niña a la casa de Jack Nicholson y Angelica Huston, que se encontraban de viaje, para tomar una sesión de fotos que terminó con Geiner drogada y desnuda en un jacuzzi junto a Polanski. 

El director no tardó en escapar del país hacia Europa, donde la justicia norteamericana no pudo (o quiso) alcanzarlo, y permanece en un “exilio” auto impuesto desde entonces, a sabiendas que pisar suelo americano le causaría bastantes problemas. Nada de esto fue impedimento para que, en la edición del 2003, ganara el Oscar a mejor director por El Pianista, premiación a la que no asistió por evidentes razones y cuya estatuilla recibió en Francia de las manos de Harrison Ford.

En el año 2009, por cierto, algunos creadores importantes de la industria firmaron una petición para permitir a Polanski volver a suelo estadounidense. Puedes consultar sus nombres aquí

Taco de ojo

En la noche de la premiación de 1974, los asistentes se sorprendieron al ver que detrás del actor David Niven un hombre desnudo pasaba corriendo frente a la mirada de todo el mundo. Robert Opel es el exhibicionista en cuestión, un artista y fotógrafo californiano que se hizo pasar como periodista hasta llegar tras bambalinas del Pabellón Dorothy Chandler. 

Opel declaró a la prensa que el acontecimiento (que puedes ver aquí) se trataba de un performance crítico hacia el conformismo de la sociedad, aunque posteriormente se comprobó su asociación con el productor Jack Haley, quien facilitó la entrada de Opel y restó rebeldía al acontecimiento.

Se recuerda especialmente el comentario de Niven, quien consideró lamentable que la única forma en que el hombre podía llamar la atención era mostrando “sus miserias”. 

Además de protagonizar uno de los actos nudistas más famosos del siglo, sabemos que Opel realizó un performance más en el que se postuló como candidato a la presidencia de Estados Unidos bajo el slogan “Nada que esconder”. 

La incomodidad de una presencia indígena

Sacheen Littlefeather fue una actriz y activista que abogó por los derechos civiles de los pueblos indígenas estadounidenses a pesar de la controversia que gira alrededor de su orígen étnico. Sin embargo, su aparición pública más relevante ocurrió en la premiación de la Academia del año 1973.

Resulta que Marlon Brando adquirió a principios de la década de los 70 una particular empatía hacia los pueblos nativoamericanos y su activismo social, hasta el punto que aprovechó su posición como favorito a ganar el premio a mejor actor por su rol como Vito Corleone en El Padrino para dar foco a Sacheen, que ya era conocida en los círculos artísticos de Hollywood por sus ocasionales apariciones en pantalla. 

Brando envió a Littlefeather en su representación y, al resultar ganador, ella subió al escenario y rechazó la estatuilla. “Estoy representando a Marlon Brando esta tarde […] y él, penosamente, no puede aceptar este generoso premio. La razón es la forma en que los indígenas americanos son tratados hoy en día por la industria del cine”, declaró. 

Aunque es verdad que hubo quien aplaudió a Sacheen, la mayor parte del público se unió en abucheos mientras pronunciaba su discurso. Se recuerda que John Wayne, enfurecido, amenazó violentamente a la actriz mientras se retiraba del escenario y que Raquel Welch y Clint Eastwood bromeaban sobre la causa en sus respectivas presentaciones.

En su libro de memorias, Sacheen cuenta que ese mismo día, cuando acudió a la casa de Brando, un grupo de gente disparó a la puerta del actor como amenaza. Además, su nombre se sumó a la lista negra hollywoodense, por lo que no volvió a tener lugar en grandes producciones. 

Premio a la necesidad

Además de haber perdido ambas manos durante la segunda guerra mundial, Harold Russell es uno de los pocos ganadores del Oscar que no se dedicaban profesionalmente a la actuación al momento de recibir el premio. Su breve aparición en Hollywood inició con Diary of a Sergeant, un corto propagandístico producido por el gobierno estadounidense que narraba la historia de su vida como veterano y superviviente. 

El director William Wyler, conmovido por esta producción, decidió ponerlo al frente de Best Years of Our Lives, donde interpretó nuevamente a un veterano sin manos, aunque esta vez de manera dramatizada. Fue esta actuación la que le valió ganar el Oscar a mejor actor de reparto en 1947, además de un premio honorario por “llevar alivio a los veteranos a través del séptimo arte”. 

Lamentablemente los galardones no le garantizaron una carrera y, con apenas un par más de apariciones en la gran pantalla, Russell pasó al anonimato hasta 1992, cuando puso a la venta su premio por falta de dinero para atender las necesidades médicas de su esposa. Debe señalarse que a partir de 1950 la Academia pide a los ganadores firmar un contrato que les prohíbe poner a la venta sus premios, pero Russell lo había ganado antes, por lo que estaba exento de dicha cláusula. 

El premio fue comprado por $60,500 dólares y, tras la muerte de Russell, se reveló que el comprador fue Lew Wasserman, agente hollywoodense que donó la estatuilla de regreso a la Academia. 

La vez que un ministerio de propaganda ganó el Oscar

Y no, no estamos hablando de Disney. Como no podría ser de otra forma, ocurrió durante el periodo de la segunda guerra mundial. En la 14° edición, celebrada en 1942, se le otorgó un premio honorario a Target for Tonight, un documental propagandístico financiado por el Ministerio de Información Británico protagonizado por la Real Fuerza Aérea. 

El metraje sigue la pista al equipo encargado de un bombardero Wellington, y su misión de despliegue sobre la Alemania nazi. La producción, sin embargo, estuvo rodeada de controversia al descubrirse que muchas secciones del documental fueron filmadas en estudio, se usaron modelos de trenes y aviones para ciertas tomas, y muchas secciones de diálogo están claramente guionizadas. Aún así, la Academia estuvo tan feliz con el resultado que poco importó la veracidad de los hechos. 

Una ganadora a la sombra

En 1940, Hattie McDaniel se convirtió en la primera persona afroamericana en ganar un Oscar, concretamente por interpretar a Mammy en la célebre y ultra taquillera Lo que el viento se llevó. Sin embargo, la premiación en el club Cocoanut Grove no tenía lugar para ella. 

La actriz, que de por sí había sido incapaz de asistir a la premiere de la película donde participó por ser en cines blancos, se enfrentó a que el Ambassador, hotel dentro del que se encontraba la premiación de la Academia, también aplicaba las leyes de segregación. Por influencia de los productores de la película, finalmente se le permitió la entrada a la ceremonia, aunque se le asignó una mesa alejada del resto del cast de la película. 

Hattie McDaniel fue rechazada una vez más en la fiesta de producción, llevada a cabo por el equipo en un club exclusivamente blanco. Vale la pena mencionar que los pósters de la película también prescindieron de su presencia (junto al resto del elenco afroamericano) en la campaña publicitaria orientada al sur del país.

Después de su controvertida victoria, pasaría medio siglo para que una mujer afroamericana volviera a ganar el Oscar como actriz de reparto, siendo Whoopi Goldberg con su participación en Ghost en 1991. El premio a actriz protagonista, sin embargo, llegaría a las manos de una mujer negra hasta el año 2002, cuando Halle Berry lo ganó por la película Monster’s Ball. 

La Academia de artes cinematográficas es, como muchas cosas propias de Estados Unidos, una organización añeja dominada por hombres blancos heterosexuales, y no fue hasta tiempos recientes que su catálogo de electores se actualizó, incluyendo visiones no hegemónicas que hasta el momento permanecen minoritarias.

Tomando en cuenta que las producciones Hollywoodenses conforman la más grande industria cultural de occidente, vale la pena cuestionar su historia y mantenerse al pendiente de sus decisiones, luchando por una representación que, sin embargo, siempre es insuficiente


Joshua Piña – @basurileo