Ep. 1. Así nací y así me moriré

julio 1, 2019

Duración: 01:00:07

Transmitido en:

Decir Desigualdad

Agradecemos al Fondo Nacional para la Cultura y las Artes el apoyo proporcionado para la realización de este programa.

ESCUCHA EP. 1. ASí NACí Y ASí ME MORIRé

Presentación

por Diego Castañeda Garza – @DiegoCastaneda

Estoy viajando en un tren que me lleva de una de las ciudades más prosperas de un país a otra igual o más rica. En principio no se ven muchas diferencias, sin embargo, no todos los vagones del tren son iguales. En el vagón de primera clase, viajan un par de personas, tienen todas las comodidades, espacio de sobra, incluso un pequeño servicio de bar. En los vagones de segunda clase van algunas decenas de personas, todas tienen asiento, algunas incluso tienen una pequeña mesita donde sacar su computadora y escribir. En los vagones de tercera, hay tantas personas que es imposible encontrar un asiento, pero tres horas de pie bien valen la pena si se pueden ahorrar algunas monedas para otras necesidades.

Lo que podemos ver en un día normal de la semana en un tren entre dos ciudades medianamente distintas en alguna parte del mundo es más o menos lo mismo que podemos observar todos los días en casi cualquier aspecto de nuestra sociedad. Acceso a bienes, servicios, satisfactores, en función de la clase a la que pertenecemos y al dinero que nos da acceso a ellos. La desigualdad en sus distintas formas, económica, racial, de género, de oportunidades, no es otra cosa que la estratificación de la sociedad, muchas veces en beneficio de unos y prejuicio de otros.

México es uno de los países más desiguales del mundo, habita una región entre las más desiguales del mundo y, junto con el resto de los países, enfrenta en la desigualdad un problema muy difícil de resolver. La dificultad estriba en que es multidimensional, que requiere cooperación internacional y que esta conectado a casi todos los otros grandes problemas del mundo, desde el cambio climático hasta la inestabilidad política.

En el México el siglo XXI, la desigualdad y otros problemas se encuentran. Por eso entender los orígenes, causas, evolución y estado de la desigualdad ayer, hoy y a donde se dirige es parte esencial de nuestra vida. Pero ¿por qué nos importa discutir algo tan cierto y común que cualquiera puede notarlo con tan solo salir a la calle?

La razón es sencilla, la desigualdad es uno de los problemas más importantes de nuestro mundo, lo ha sido ya por mucho tiempo, pero sólo hace algunos años, una década, ha cobrado la relevancia política que merece. La desigualdad nos importa, o mejor dicho nos debe de importar, porque es un asunto de justicia. La desigualdad cuando es excesiva produce injusticias que marcan de forma permanente las capacidades de las personas, la capacidad de aprender, de tener salud, de ser libres. Las desigualdades son anclas que nos amarran y hacen que origen se vuelva destino.

La desigualdad es un tema que nos importa porque es transversal a la mayoría de los problemas en la sociedad. Se relaciona con la violencia,con el estado de la economía, con la política, porque parafraseando a Adam Smith la riqueza es poder. En pocas palabras, casi todo aspecto de nuestra vida pública tiene en mayor o menor medida algún aspecto en que la desigualdad juega un papel.

Entender cómo evoluciona en el tiempo, qué lógica sigue, cómo podemos combatirla y producir una sociedad más equitativa y por tanto más justa son requisitos importantes de una ciudadanía activa en nuestro tiempo. No interesarnos en estos temas es abandonar una conversación sobre nuestro presente y futuro.

Si la desigualdad es construida en la esfera política con las decisiones de todos los días entre el poder económico y el poder político, la única forma de enfrentarla es políticamente. Aprender sobre las desigualdades que enfrentamos todos los días es ser parte de uno de los debates más importantes de nuestro tiempo. No es un tren que deberíamos dejar pasar.