EARN IT Act, o la mezquina manipulación de los pánicos morales
Desde 2019, en el Senado de Estados Unidos se ha discutido en torno a la Eliminating Abusive and Rampant Neglect of Interactive Technologies Act. Traducido algo así como “eliminar la abusiva y rampante negligencia de las tecnologías interactivas”), esto ya comienza a sonar bastante escandalizador y vago a la vez. Esta ley llamada, por sus siglas, EARN IT Act (que igual se traduciría a algo como Ley “gánatelo”) pretende -en papel- tomar acciones concretas para poner fin a la difusión de la pornografía infantil en línea y la trata de personas.
Hace dos años, la propuesta fue rechazada porque más allá de generar un sentido de alarma provocaba una serie de incongruencias legales. No sólo existían ya medidas que obligan a las plataformas digitales en Estados Unidos a tomar acciones para frenar estas actividades e incluso, de negarse a tomarlas, también establecen sanciones por incumplimiento. Sin embargo, en un evento surreal -que recuerda lo que ocurre en México con el RENAUT y su versión 2.0: el PANAUT– esta propuesta se ha vuelto a presentar. Además, ahora se hace un lamentable hincapié en prometerse como la respuesta única a infalible para poner fin a la difusión de materiales de abuso infantil (CSAM).
La suspicacia respecto a esta “solución” no está infundamentada. En años previos a la versión anterior de la EARN IT Act actual el ecosistema de internet sufrió un golpe enorme tras la implementación de las leyes FOSTA/SESTA. Esta última, bajo la narrativa de “eliminar la trata de personas y la explotación sexual en internet”, implementó medidas criminalizantes y represivas que afectaron principalmente a personas LGBTIQ+ y a quienes ejercen trabajo sexual. Lo que demuestra que una narrativa conservadora y alarmista puede romper las frágiles salvaguardas que existen para garantizar que personas diversas podamos eludir la discriminación y el estigma que también se trasladan a los entornos digitales.
3 puntos clave
En este punto es importante aclarar tres cosas:
- El trabajo sexual no es trata de personas. Va de nuevo: el trabajo sexual no es trata de personas. Es un trabajo que se elije y se ejerce como muchos otros. Desde la autonomía, pero también para enfrentar la precarización y en las condiciones que el contexto permita. Si el trabajo sexual se estigmatiza y criminaliza, ¿qué condiciones estamos perpetuando para quienes ejercen ese trabajo?
- Hay trata de personas que se dirige a la explotación sexual. Pero reducir la trata de personas al trabajo sexual es un sesgo manipulador terrible que distorsiona el contexto e invisibiliza la complejidad de las redes de trata donde también existe (y probablemente en mayor medida) trata con fines de trabajo forzado en campos de cultivo o incluso trata de personas para contribuir al tráfico de órganos, lo cual es parte de la crisis de desapariciones forzadas que existe en nuestro país.
- Todas las personas pueden ejercer el trabajo sexual. Sin embargo, en nuestro contexto (tanto nacional como regional) quienes más la ejercen son mujeres cis y trans. Para estas últimas el trabajo sexual también se ha convertido en una respuesta para subsanar la precarización que provoca el estigma contra las personas LGBTIQ+ e independizarse económicamente y consolidar una vida digna. Lo cual resulta un motivo similar al que ha llevado que de 2020 a 2021 en la Ciudad de México, la cifra de trabajadoras sexuales haya incrementado de 7,700 a 15,200.
(Si se midieran con la misma vara que miden al trabajo sexual a otros trabajos que la sociedad conservadora considera “dignos”, tendríamos conversaciones muy interesantes sobre lo importante que es dejar de ignorar lo que nos escandaliza y tal vez nos pondríamos a construir condiciones que garanticen la dignidad, el bienestar, la salud, el desarrollo, la libertad y la autonomía de las personas de clase trabajadora)
Hay que escuchar a las personas trabajadoras sexuales: mujeres y hombres, cis y trans, disidentes sexogenéricæs.
¿Y esto porqué es importante para quienes vivimos en México?
La pandemia hizo evidente que gran parte de las posibilidades que tenemos las personas en México para realizar trabajo (o cualquier actividad) en línea depende de los servicios que ofrecen empresas estadounidenses como Google, Amazon, Facebook (ahora Meta), Apple o Microsoft (un grupo al que se le conoce como GAFAM). Estas empresas han consolidado acaparar gran parte del ecosistema de servicios digitales más accesibles en internet. Además participan directamente en acuerdos con gobiernos (e instituciones) fuera de Estados Unidos para seguir consolidando el poder que tienen sobre las opciones que tenemos como usuarias de internet.
Todas estas empresas se rigen por las leyes de Estados Unidos. De ser aprobada la EARN IT Act, tendrán que cumplir con una de las medidas más peligrosas que promueve esta ley: menoscabar las salvaguardas que existen para la privacidad de todas las personas que usamos internet. Suena ultra descabellado, pero cuando quitamos el lenguaje rimbombante y los tecnicismos legales, resulta que esa “respuesta infalible contra el abuso infantil” es nada más y nada menos que someter todas nuestras interacciones digitales al escrutinio del gobierno de Estados Unidos, eliminando el cifrado que además de proteger nuestra privacidad también protege nuestra libertad de expresión y a algunos sistemas automatizados de ataques maliciosos (algo que se ha convertido en una necesidad obvia ante el constante despliegue de ransomwares que han impactado desde empresas privadas hasta sistemas de salud en todo el mundo). El derecho a la privacidad (que nos permite disfrutar y ejercer otros derechos) no se gana, se garantiza y protege. La meritocracia neoliberal está llegando a absurdos ridículos.
¿Y qué hacer?
La EARN IT Act es una amenaza para ti, para mí y para cualquier persona que use internet en cualquier lugar del mundo. En 2020, activistas y personas defensoras de derechos humanos lograron tirar esta iniciativa en Estados Unidos. Y, si bien el hecho de que algo que se decida fuera de nuestro contexto nos afecte tan profundamente no es novedad, ¿hay algo que podamos hacer desde México frente a esto? La respuesta es ¡SÍ! Acá van algunas propuestas:
- Informarnos e informar a otras personas: ¿hablas inglés? Echa un vistazo a estos recursos y comparte entre tus redes, si tienes tiempo puedes traducir o publicar al respecto para ir generando conciencia.
- Observar las propuestas locales: porque también quienes nos gobiernan han promovido cosas terribles. Acércate a organizaciones como R3D, Artículo 19 y comun.al para conocer otras iniciativas y sumarte a acciones para defender nuestros derechos.
- Compartir: ¿sabes de alguien más a quien pueda interesarle este texto? Compartiendo esta publicación nos ayudas a llegar a más personas y así podemos construir redes de información para tejer resiliencia desde la sociedad civil.
- Descentralizar: ¿te está sacando de onda el poder que tiene Estados Unidos sobre nuestras interacciones digitales? ¡No te preocupes! Hay muchas alternativas en internet que puedes probar para no depender de Google y ponerle fin a esa relación tóxica con Facebook, explorando el Fediverso.
- Preguntar: ¿tienes dudas? Escríbenos a contacto@comun.al o a través de nuestras redes sociales (@_comunal en Twitter / @comunal en Mastodon).
No hay respuestas ni soluciones absolutas, estamos navegando momentos complejos y descubriendo qué herramientas tenemos a nuestro alcance… Aún nos queda mucho por desenredar, en el camino ¡aprendamos juntæs!
Alex K. – @KafSofit
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