Por Diego Castañeda
@DiegoCastaneda
Durante el ultimo año y medio la discusión sobre si o no aumentar el salario mínimo ha estado presente en la arena pública en nuestro país. Sin embargo, esta discusión no es única en el mundo, muchos países desarrollados y en desarrollo la han tenido; esto se debe a la preocupación global respecto de la desigualdad, y la relevancia de la modificación del salario para contenerla (al menos parcialmente) y su impacto positivo en crecimiento económico vía incrementos en consumo.
Dejando esto claro, aquí algunos puntos breves para entender la discusión actual sobre los salarios mínimos en México.
1. ¿Quién decide cuánto ganamos?
En la actualidad el salario mínimo es fijado por decreto (cosa que nadie parece entender) por un órgano dependiente del gobierno federal, la comisión de salarios mínimos. Este órgano tiene la tarea de determinar el valor del salario mínimo.

2. Salario igual en todos lados
Hasta hace unas semanas en México existían dos valores para salarios mínimos el de la Zona A y el de la Zona B (antes también existía la Zona C) esta división pretendía fijar un salario de acuerdo al costo de vida en distintas regiones de México. Ahora existe un solo salario para todo el país tras la unificación de dichas zonas.

3. A más salario, cero subida de precios
Estas unificaciones han servido como experimento natural para mostrar que los aumentos en los salarios mínimos no tienen impacto en la inflación o un impacto negativo en el empleo, al homologarse las zonas los precios se mantuvieron sin cambio.

4. Sin efecto faro
Tal como se menciona en el punto anterior, una de las principales críticas al aumento salarial es el temor a tener una espiral inflacionaria (que suban salarios y esto obligue subidas de precio y esto a su vez más alzas de salario y así al infinito). Este temor viene de la experiencia con las grandes inflaciones de los años ochenta en las que se observó una dinámica semejante, sin embargo, existen razones estructurales por las que el mercado laboral y en particular los precios no siguen las mismas dinámicas hoy. Primero en la década de los ochenta no se contaba con un banco central autónomo; segundo en la década de los ochenta el salario mínimo representaba una parte substancial del salario medio (la masa salarial era muy compacta), hoy en día no lo es, el salario mínimo esta muy lejos del salario medio por lo que una alza no puede provocar un incremento importante en el resto de los salarios (llamado efecto faro).

5. Menos salario, más productividad
Durante esta discusión, los detractores de la medida han dicho que los salarios sólo deben aumentar conforme a la productividad, sin embargo, cuando se observa la evolución de la productividad en el país durante los últimos 30 años sí se observan ganancias modestas en las mismas, pero no reflejadas en aumentos salariales. Esta idea proviene de la teoría económica neoclásica donde cada factor de trabajo es pagado de acuerdo a su productividad marginal, pero en este caso no aplica. Incluso en sectores de mayor productividad, como el manufacturero, podemos observar cómo la productividad crece más que los salarios. La explicación obedece a varios factores, la debilidad de los sindicatos, la híper flexibilidad del mercado laboral y la contención salarial como política anti inflacionaria (más sobre esto un poco más adelante)

6. Una caída en picada
Durante los últimos 30 años el salario en México ha perdido su poder adquisitivo, el salario mínimo en especifico ha perdido 78% de su valor, es decir hoy un salario mínimo apenas puede comprar el 22% de lo que podía hace 30 años. Esto se debe a que tras las experiencias de inflación sin control de los años ochenta los gobiernos mexicanos adoptaron una política de contención salarial para evitar subidas de precio, el efecto ha sido un mercado interno menos dinámico y que entiende la competitividad como bajos salarios.

7. El trabajador pobre
Los argumentos a favor del aumento del salario mínimo pasan por dos ejes: primero el combate a la pobreza y la desigualdad; y segundo, el impulso al mercado interno. En las mediciones del índice de tendencia laboral de la pobreza que realiza Coneval, se muestra que cerca del 54% de las personas con empleo formal no logran tener ingresos suficientes para adquirir una canasta de alimentos. Es decir, en México es posible ser un trabajador formal y ser pobre por ingreso. El salario mínimo debería aumentar al menos para garantizar el cubrir una canasta mínima (cerca de 88 pesos diarios). En el otro punto una recuperación salarial podría reflejarse en un crecimiento económico adicional superior al uno por ciento.

8. Cuando el futuro nos alcance
Por si fuera poco, existe en el mundo un debate importante sobre el rol de políticas de esta clase como respuesta a los fenómenos de automatización y pérdida de trabajos por el cambio tecnológico acelerado y el cambio estructural de los empleos de sectores manufactureros y de servicios (ese tiempo en que las máquinas nos sustituyan). Lejos de ser un escenario de ciencia ficción el debate esta aquí y se plantean dos políticas esenciales: una es el aumento significativo de salarios mínimos, otro es la creación de un ingreso universal. Estos cambios son inminentes en el futuro próximo y conforme nos volvamos una economía próxima a la singularidad tecnológica será más evidente la necesidad de crear redes de protección para la población, de otra forma el futuro no será muy prometedor.
