Hipster, chairo, godínez, mirrey, lady, naco, y un largo etcétera, son calificativos que polulan a nuestro alrededor. Y sí, calificativos de este tipo han existido siempre, el problema es cuando se convierten en estereotipos y las personas empiezan a ser juzgadas por la forma en que se ven, por las decisiones que toman respecto de su apariencia.
De pronto nos encontramos con que la decisión que tomemos al vestirnos por la mañana puede determinar la forma en que nos tratarán el resto del día. Elegir una camisa cuadrada (y abrocharla hasta arriba, o dejar tres botones sueltos), una corbata, una blusa bordada, unos lentes de pasta, unos tenis rotos, o lo que sea que traigamos encima no nos define como individuos. Y a quien diga lo contrario le decimos NO, porque detrás del no estoy yo.