Por Alvise Calderón
Fotos de Diego Vidal-Cruzprieto
En una pequeña calle empedrada de San Ángel se abren las puertas del Bourbon House. De aquí emerge un hombre de mediana estatura, de negra y larga barba y ojos verdes. Su nombre: César Ramírez y es, ni más ni menos, que el Embajador de Bourbon México. De aspecto peculiar, este descendiente de los irlandeses que podría ser perfectamente pariente del mismísimo Mel Gibson en su papel de William Wallace, sólo que sin falda, ni gaita, viste un saco negro y su mano no deja descansar la copa donde flota, perenne, el bourbon. Bourbon House da entrada a la presentación del disco sencillo de una de las bandas de música en español que le abrieron sus conciertos a grupos del calibre de System of a Down, Ghost, Mastodon y Wolfmother.
Entre los preparativos y el clásico ensayo previo a la tocada, los músicos de Yokozuna mueven las manos inquietas e hiperactivas al no poder soltar la guitarra o la batería. Son los hermanos Arturo y José Antonio Tranquilino los artífices de esta banda que fusiona el hard rock, el noise rock o garage rock, entre otros géneros. Es difícil encasillar a un grupo con tanta diversidad de tonos y sonidos. El ambiente es una fauna variopinta, donde comparten espacio periodistas, técnicos de sonido y sobre todo Bourbon. Los músicos mientras tanto se mantienen en un estado que aparenta hipnosis, con la mirada perdida en los instrumentos. Las manos se mueven automáticamente, como una atracción eléctrica entre dos polos opuestos.
Los envases de cristal, aparentemente de “Gerber” pero más grandes, contienen una mezcla de Bourbon con plantas aromáticas. César Ramírez, el descendiente del algún héroe irlandés, nos explica el sentido de esos atípicos o insólitos vasos. Narra que durante la prohibición del alcohol en Estados Unidos, la gente se veía obligada a improvisar recipientes que aparentasen contener otro líquido que no fuese alcohol. Por un momento todos volteamos, ante el temor de encontrar a Elliot Ness, buscando sin descanso a Al Capone, el mayor contrabandista de alcohol en la historia de Estados Unidos.
El rock, como el punk, empezó como un género clandestino, de contrabando y contracultura. El sonido experimental de Yokozuna nos traslada a arenas contraculturales, sonidos estridentes, gritos de desesperación, como en su álbum de estudio: Quiero Venganza. No es fácil encontrar bandas experimentales que canten en español hoy en día, y éste es un reflejo de que el punk, el metal o el post grunge no son monopolios exclusivos del inglés. Así lo demuestra Yokozuna, quién vino a presentar su nuevo disco sencillo “Ácidos amigos”, en donde busca incluir un sonido más psicodélico y retomar elementos del rock de los años 90, como los Smashing Pumkings o Nirvana. Con la diferencia que en ocasiones emerge un sonido de trompeta, un piano o una armónica. Todo esto sucedía cuando nos encontrábamos rodeados por botellas de Bourbon Jim Beam.
Por alguna extraña razón el arte y el alcohol han sido buenos aliados y, ambos, han sido proscritos por los gobiernos en no pocas ocasiones. En eso pensábamos mientras sosteníamos con la mano izquierda el envase de Gerber en una frase de Bukowsky: “Si ocurre algo malo, bebes para olvidarlo; si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo; y si no pasa nada, bebes para que algo pase”.