Por Vikingo Morales @vikingomorales y Diego Vidal-Cruzprieto @vidaleando

Drakkar: una embarcación de casco trincado que data del período comprendido entre los años 700 y 1000. Fue utilizada por los escandinavos, sajones y vikingos.
En NoFM el Drakkar se transforma en un navío sónico que semanalmente zarpará para contar una historia a través de música seleccionada a manera de relieve y la tripulación trazará la cartografía del mar.
El viaje del Drakkar continúa, hemos cursado la vida y ahora debemos recorrer su contraparte: la muerte. La simetría es despiadada, la pira del fénix no tiene cabida sin sus cenizas.

“Si yo no tomo su parte, él será acribillado por el ardiente aliento del toro y será seguido por la cara del adversario que él mismo engendra, dicho rostro saldrá del mismo suelo que él ha de cosechar o alternativamente caerá como presa del voraz dragón fundamental. Si yo permito que se vuelva su víctima, entonces debo de confesar que en efecto soy la hija de la tigresa, la cual porta las piedras y el acero en su seno. ¿Por qué decido morir mientras la esperanza muere? ¿Por qué ese sacrificio desafía mi mirada? ¿Por qué no incitar a los toros y los enemigos salvajes que el suelo procrea? ¿Por qué no cazar al dragón en su recinto onírico?” -Ovidio

Encuéntrame señor, encuéntrame. Encuéntrame a la mitad del vuelo, si mis alas me fallaran, señor; por favor otórgame otro par. Convertiré mi sangre en cera a través de la alquimia más perversa, pero por favor concédeme otro aliento, pues soy un equilibrista con vértigo crónico.

Es algo muy cruel percatarse que al dejar esta existencia, nuestro único patrimonio son las cicatrices. Marcas sobre el lienzo que es nuestra piel, marcas que cuentan innumerables historias de victoria y tragedia. Marcas en una cartografía sin sentido: nuestra vida.

El aliento ha escapado de nuestros cuerpos, el mundo empieza a perder su color y tornarse gris, el último otoño desciende como un espectro sobre nuestra memoria. La redención sólo surge a partir de la aceptación. La muerte ha llegado y este es el acto final, un encore sin ensayo y sin público, la soledad se hace presente en el cuarto.

Los días pasan, el recuerdo de nuestros seres queridos es inexistente. Nos hemos convertido en polvo, un polvo que regresa a su origen, el mismo polvo que ensucia los muebles, aparatos, cuadros y demás artefactos olvidados. Este polvo es, sin duda, la historia que aún se guarda en la mente de nuestros deudos, los hemos dejado solos, nos han dejado solos. Únicamente nos acompaña un universo, un espacio incapaz de tener memoria, un vacío que perdió la noción del tiempo.

La muerte es la rosa de los vientos de la vida, es un astrolabio que se guía en función a los hoyos negros: el mejor modo de ubicarse en este plano es perforar la fábrica de la realidad. El tiempo es relativo y a la vez infinito pero la muerte siempre camina detrás de nosotros, tenemos el tiempo contado y cada segundo que transcurre, cada paso que damos, cada palabra que enunciamos, cada mirada que otorgamos y cada batalla que libramos nos acerca inevitablemente al lugar del que siempre hemos intentado huir.

El último respiro acontece mientras pasamos por una de las preguntas más azarosas: ¿cielo o infierno? ¿a cuál de esos sitios debemos partir? El Malebolgia siempre es descrito como el peor lugar de la existencia, pero es en realidad un reflejo de nuestra vida y legado, nosotros hemos cimentado nuestro fin a lo largo de nuestra existencia.

Cuando la vida deja de ser, exhibe la fragilidad que la define. Somos estructuras erectas en agujas conmensurables a un segundo. Un grito de desesperación vicia el ambiente, uno acude al cuarto donde la parca se manifiesta, en esta ocasión no viene por tu alma, sino por un trozo de ella. Los últimos sonidos emitidos por el sujeto dictan su propia extremaunción, ruidos guturales que dan a entender que el alma está localizada en los pulmones y que en este momento cesarán de ser, pues no fluye aire, ya no hay movimiento; sólo hay una perpetuidad que se incinera en tu memoria. Tener una probada de la muerte es un hecho inefable que hace que tu voluntad se vuelva una miniatura raquítica, se hace una perforación en tu constitución. La muerte se vuelve el sonido de la perseverancia y ensordece tus sentidos.

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