por Vikingo Morales @vikingomorales y Diego Vidal-Cruzprieto @vidaleando

Drakkar: una embarcación de casco trincado que data del período comprendido entre los años 700 y 1000. Fue utilizada por los escandinavos, sajones y vikingos.
En NoFM el Drakkar se transforma en un navío sónico que semanalmente zarpará para contar una historia a través de música seleccionada a manera de relieve y la tripulación trazará la cartografía del mar.

“He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura,/ histéricos famélicos muertos de hambre,/ arrastrándose por las calles al amanecer buscando/ una dosis furiosa/ cabezas de ángel abrasadas por la antigua conexión celestial/ al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche.”
― Allen Ginsberg (versión al español de Diego Vidal)

A lo lejos una silueta empieza a delinearse, un joven afroamericano que toca la guitarra como si fuera un timbre. Jimi es su nombre, viajero solitario que vaga por las calles de Londres en busca de una oportunidad para mostrarle al mundo que tiene una jauría de lobos al alcance de sus manos y que la luna se ha fundido con su alma. ¿Pueden escucharlo? ¿Pueden sentirlo? ¿Están experimentando?

Pocas personas pensarían en rodearse de una neblina para mejorar su visión. En este caso un guerrero la usa como un manto sinestésico con el cuál no se va a dejar engañar por sus sentidos, sino que va a redefinirlos.

La neblina empieza a cambiar poco a poco, pareciera que la condensación sufre una metamorfosis que delinea las féminas curvas de la perdición; invocadas a través de un ritual de sangre, fuego y lisérgicos ocupan el escenario como una quimera que no deja de sudar miasmas púrpuras. Ante esto, Hendrix procede a cortejarlas con una serie de notas que derraman erotismo, juventud y vida. Está haciéndole el amor al escenario, a la audiencia y sobretodo, a su guitarra.

Empieza a perderse en ella, las nubes lo llevarán a cada rincón de su mente, cabalgando en el cielo los cuentos de hadas empiezan a volverse realidad. Toman todo de sí mismos y lo mezclan en un huracán de sensaciones que nunca han experimentado. Despliegan sus alas y emprenden un viaje sin retorno.

De las arenas se levantarán siete águilas que desgarrarán el cielo para estar ciegas siempre en el tiempo y con esto traer un mensaje: Anónimo es el nombre de la tierra que nos vió nacer. Un castillo surge de las miriadas de la nostalgia, su arquitectura desfila ante las notas y cada sombra es dispersada por un faro que decide brillar gracias al canto de las musas.

No se podría decir que la paciencia caracterizó a este gran hombre, pero esto no lo exime de haberla sentido, comprendido y luego transmitido hacia nosotros en forma de inefable sabiduría. El saber esperar nuestro momento hace que seamos seres compasivos, buenos y enteros. Para que la pira arda apropiadamente debemos permitirle respirar.

Las panteras negras salen ante el llamado de Hendrix, un afroamericano que siempre luchó en contra de ser demeritado y usado por una sociedad que le temía. El fue de los profetas que llevó la pugna política a una tribuna que él dominaba. Nunca fue explícito, pero el enojo que vibra por las calles de Detroit, Los Ángeles, Harlem, el Bronx y muchos otros reverbera en sus canciones.

A lo largo de nuestro recorrido como mortales sufrimos varios traumas que pesan como si estuvieran hechos de plomo. Estos malos tragos nos construyen, son los cimientos de nuestra arquitectura vital. Es así cómo debemos dejar que el río fluya, que el aire nos pegue en la cara. El tiempo que podamos disfrutar jamás regresará porque éste sólo se mueve en un sentido: hacia adelante.
Que no nos dé miedo ser libres: la libertad tiene un dulce sabor a realidad.

“El músico que puede llamarse músico no es el verdadero músico. El nombre que se le puede dar no es su verdadero nombre. Desde el No-Ser comprendemos su esencia; y desde el Ser, sólo vemos su apariencia. Ambas cosas, Ser y No-Ser, tienen el mismo origen, aunque distinto nombre. Su identidad es el Misterio. Y en este Misterio se halla la puerta de toda maravilla.” – Lao Tse


Hoy recordamos a James Marshall Hendrix, el mesías de las musas que entregó su mensaje en una carrera voraz y ésta lo llevó a extinguirse en muy poco tiempo, sin embargo, dejó una marca indeleble en la historia de la humanidad.
Cuentan las leyendas que cuando era apenas un niño, aprendió a tocar con una sola y precaria cuerda. Esto nos enseña una profunda lección: ser guitarrista no se trata del instrumento, sino de cómo sostenerlo.

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