Ay, la justicia. Esa cosa tan extraña que parece que los mexicanos conocemos por ausencia. Y cuando pensamos en injusticias de inmediato nos vienen a la mente la retahíla de gobernadores y funcionarios que han hecho del robo el deporte nacional. Entre los Moreira, los Duarte, Garnier, Padrés, Borge pareciera que acá en nuestra dulce patria es prácticamente imposible que te metan a la cárcel. Siempre y cuando, claro, pertenezcas a la clase política, pues si no es así, la ley funciona exactamente de la manera opuesta.
Acá les dejamos 8 casos que terminaron en condenas absurdas. No decimos que no se cometieron delitos, ni que los condenados no hubieran merecido un castigo, simplemente el asunto de la proporcionalidad no parece ser muy claro.
* En el lugar equivocado en el momento equivocado
Luis Fernando Sotelo fue sentenciado hoy a 33 años de cárcel por haber quemado una unidad del Metrobús durante una protesta en Ciudad Universitaria. En seis meses se investigó y se juzgó su caso. Luis Fernando sostiene que no participó en el incendio, y que fue una casualidad que lo detuvieran. Puede ser cierto o no, lo que es un hecho es que hay irregularidades en su caso, por ejemplo que la persona que fue detenida con él haya presentado pruebas de que en realidad no estaba donde fueron detenidos. Además a los dos les hicieron pruebas para saber si había manejado explosivos, y aún cuando los dos dieron positivo, la otra persona sí fue liberada. Se espera que el abogado de Luis Fernando apele la sentencia.
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* De a tres años la ficha
Lorena es una mujer hondureña que vino a trabajar a México. Mientras trabajaba como fichera en un bar de Tapachula, Chiapas, fue detenida junto con una de sus compañeras. La policía les dio dos opciones: pagar 40 mil pesos cada una o declararse culpables de ser respectivamente víctima y culpable de explotación laboral. Bajo la amenaza de perder a sus hijos, la mujeres aceptaron la segunda opción. Lorena fue condenada a tres años de cárcel, y después fue deportada.
* Y si vivo cien años
Alfredo Carbajal Picaso y Eduardo Salomón Soto Nevárez fueron detenidos, juzgados y condenados por cargos de privación ilegal de la libertad. Supuestamente, los dos hombres retuvieron y asaltaron a unos transportistas que llevaban llantas de Cuernavaca a Tamaulipas. Dos años años después de haber sido detenidos, recibieron una sentencia acumulada de 100 años de cárcel, además de una multa de 269 mil 160 pesos. Lo que nos preguntamos es cuál de las dos condenas es más fácil de cumplir.
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* Aguas con la FEPADE
Una mujer veracruzana recibió una sentencia de tres años de prisión y 70 días de multa por haber falsificado datos ante el INE. La Fiscalía Especializada Para la Atención de Delitos Electorales obtuvo la sentencia después de comprobar que la mujer otorgó datos falsos para obtener su credencial para votar, y vulnerar la Ley Federal de Electores. No tenemos más detalles del caso, pero piénsenlo la próxima vez que quieran sacar su INE con la dirección de casa de su mamá.
* Un rayito de esperanza
Hace un par de meses, Yecenia Armenta Graciano obtuvo su libertad. Después de pagar 4 años de cárcel por supuestamente haber asesinado a su esposo, Amnistía Internacional intervino en su caso para comprobar que Yecenia fue forzada a confesar el crimen. Un grupo de policías la torturo física y sexualmente para que aceptara la culpabilidad. Tras la liberación de Yecenia, la CNDH emitió una recomendación contra la Procuraduría de Sinaloa; sin embargo, ninguno de los policías que la torturó ha sido acusado ni sancionado.

* Usted disculpe
En 2012, un comando militar entró durante la madrugada a la casa de Gerardo Ortega Maya. Fue detenido acusado de nexos con el crimen organizado y tráfico de armas. Por los cargos graves fue rápidamente condenado a seis años de prisión. Durante los siguientes cuatro años, la defensa de Ortega se dedicó a comprobar una y otra vez la inocencia de su cliente, quien era un abogado  y ex asesor de la Secretaría de Marina. La defensa demostró que el operativo en que fue detenido Gerardo fue ilegal, que los testigos que presentaron en su contra eran falsos, y que las firmas de los fiscales habían sido falsificadas. Además se supo que Gerardo había sido torturado con cortes en las piernas y otros golpes. Pese a que se ha comprobado una y otra vez su inocencia, y una juez ha desestimado los cargo, sigue aún en prisión, pues los peritos no han ido a ratificar que encontraron las armas que en realidad no estaban en casa del acusado.
* Es México, ¿captas?
También hay condenas absurdas por lo cortas que son. En 2014, María Josefina Gamboa, diputada electa de Veracruz, mató a un joven al atropellarlo. Dos años después, fue condenada por un juez a una condena de 1 año 3 meses, además de una multa de  multa de 25 días de salario mínimo, una reparación de daños por 318 mil 850 pesos y la revocación de su licencia para conducir durante siete meses y 15 días. La diputada acusó persecución política, pues la fiscalía aseguró que iba en estado de ebriedad, aunque el perito que lo dictaminó no fue un médico sino una psicóloga. Independientemente de ello, siempre es bueno saber que es más grave quemar un autobús que matar a un ser humano.
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* Soldado malo, soldado malo
En marzo de este año, un juez sorprendió al dictaminar la absolución de los únicos soldados implicados por el caso Tlatlaya. Según el magistrado no se presentaron las pruebas suficientes para sentenciar a los soldados. Después de esta decisión, se dio a conocer que únicamente un soldado había sido sentenciado, en el fuero militar, por el caso que implicó la muerte de 22 civiles. La sanción fue de un año por cargos de desobediencia, que el soldado cumplió mientras llegaba la sentencia final. Según algunos analistas, el cargo en el fuero militar es más que lógico, pues el soldado desobedeció la orden de no matar.

Así es, muchachos y muchachas, bien dicen que la justicia es ciega. Pero en México, aplicamos la Shakira y es también bruta, ciega, sordomuda, torpe, traste y testaruda.

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