Que no quede huella, que no que no, debiera ser el lema de cualquier estación de radio. Y es que desde que empezamos esta loquera llamada NoFM, tuvimos muy claro que lo que nos interesaba hacer era radio en vivo, porque si no, no era radio. Sí, ya sabemos que no estamos en el cuadrante. Sí, ya sabemos que es Internet. Sí, ya sabemos que la banda puede elegir escuchar otra cosa. Sí, ya sabemos que lo de “ahora” son los podcast. Y nos vale madre. Para nosotros, el encanto de hacer radio siempre ha radicado en la magia que sucede en la cabina, sin posibilidad de edición y con todas las posibilidades del error. Los programas de NoFM suceden, en el mejor de los casos se graban, y a veces simplemente quedan para la posteridad en la memoria de aquellos que estuvieron en el momento indicado detrás de unas bocinas.
Así algunos de los mejores momentos de estos cinco años de NoFM no han quedado registrados, a veces por algún descuido, por alguna falla técnica, o, en el mejor de los casos, porque nadie sabía que sucedería algo mágico. No obstante, a la H. Coordinación de esta su estación de confianza, aún le queda memoria suficiente para contarles cinco grandes momentos en cabina de los que ya no hay registro. Disfruten, añoren y al tiro que en NoFM en cualquier momento pasa algo.
* El vómito de los sementales
Casi todos los programas tardan un par de emisiones en cuajar: los nervios traicioneros, la poca experiencia frente al micrófono, tropezones para pasar la idea del papel a la cabina, y un largo etcétera. Hay otros, sin embargo, muy pocos en realidad, que logran su cúspide en los primeros minutos al aire. Tal fue el caso de Los Wild Stallions. Tras semanas de coordinación, ajustes de horarios, pimponeo de ideas, y demás, los artistas gráficos llegaron a su primer programa un sábado por ahí del 2014 preparados para hacer historia. Tras instalarse en la cabina, los dos locutores ordenaron sushi y sacaron un maridaje especial: un par de litros de aceite de ricino. La primera emisión de Los Wild Stallions consistió en una extraña charla de vómitos, sushi a medio masticar, tragos de esa purga de las abuelas, y risas interminables de quienes escuchábamos el infierno de los dos locutores. Tras esa emisión, decidieron que ya no podían hacer más: habían alcanzado la cima con su primer programa y no se les ocurría para dónde podían evolucionar. Con desconcierto, carcajadas y los sombreros al aire, coincidimos con ellos. Así nació y murió uno de los grandes programas de NoFM, y evidentemente uno de los más cortos.

NoFMWild

* Barbas, habaneros y genialidad
¿Qué pueden hacer dos grandes mentes de su generación frente a frente en una cabina de radio? ¿Reflexionar sobre la vida, la muerte y el arte? Puede que sí, pero ¿quién quiere explorar los retruécanos del lenguaje cuando puede destrozarse la lengua con chile habanero? Durante una hora, nuestros queridísimos Javier Raya y Emilio Hinojosa mantuvieron un reto intelectual que más que de ideas fue de tratar de controlar las babas y las lágrimas producidas por la enchilada. Después de comer una decena de chiles cada quién, llorar, desprenderse de la ropa para intentar paliar el dolor, sus adormecidas lenguas y sus estómagos deshechos agradecieron que el progranma terminara. A qué conclusiones llegó la conversación, no lo tenemos muy claro, pero quedó para la posteridad una lección más de los famosísimos chiles campana.

NoFMChiles

 
* El homenaje al Rey 
Hay artistas que están muy cerca del corazón de esta estación, algunos hasta el grado de la enfermedad mental. El 16 de mayo de 2014 se reunieron en cabina tres de las almas más devotas del señor Michael Jackson para rendirle un homenaje. Por invitación de Claudio Martínez, el Catedrático del Flow, Santigo Robles, y Chumel Torres le cayeron al Yo Voy tan sólo para ver quién podía demostrar de la manera más enfermiza su amor por el Rey. Para empezar la ceremonia, colgaron en la cabina un poster, sacaron una marioneta de Michael y alguien se puso un guante metálico. Dos horas y litros de alcohol después, la emisión concluyó con tres treintañeros llorando a moco tendido y cantando Man in the Mirror al aire. Muy bello, desastroso, pero bello.
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* Maratón de 40 horas (hasta donde alcanzamos a recordar)
La verdad, no era para menos, cumplíamos un año al aire, algo que ni nosotros esperábamos. Con eso en mente, y con la incertidumbre de cuánto más íbamos a aguantar, decidimos celebrar nuestro primer aniversario con un maratón de 24 horas que en realidad acabaron siendo como 40. La idea era transmitir todo el 2 de octubre un programa ininterrumpido con toda la locutoriza que formaba parte de la estación. La cosa fue que empezamos programación el 1 de octubre al mediodía (en ese entonces nos negábamos a hacer un matutino, ja) y acabamos el 3 de octubre por ahí de las 4 de la mañana con un coro celestial que cantaba desafinada y atinadamente “lo que pasa es que la banda está borracha”. Una de las cosas más memorables que sucedieron ese día fue que, en los primeros minutos del 2 de octubre, cayó de sorpresa al búnker el mismísimo Mastuerzo. De manera un tanto ingenua, le habíamos llamado a Francisco Barrios un par de semandas antes para que le cayera al festejo. Luego luego dijo que sí, pidió la dirección y dijo que seguro llegaba. No volvimos a saber de él, y cuando ya estábamos más que convencidos de que no llegaría, llamó para decir que estaba afuera pero que, por frito, no había anotado el número. Pasó, bebió, cantó, coqueteó, y nos dio un autógrafo que quedó en la pared de ese primer búnker que dejamos hace un par de años. Tiempo después, le propusimos al Mastuerzo armar un programa en NoFM, le encantó la idea… lleva tres años desarrollando la propuesta.
NoFMMastuerzo
* Esto es NoFM y estamos en ácidos

Lean la frase anterior, ahora imaginen que la escuchan en loop un par de minutos y más o menos tendrán idea de lo que fue el primer programa de NoFM conducido por un locutor en ácidos. Todo empezó, como casi todas las historias, por una promesa rota. Al gorila mayor se le había prometido un viaje glorioso, intenso y corto, un pequeño instante de deleite para una tarde de 2013. Todo iba bien, hasta que llegó el famosísimo y traicionero síndrome del “esta madre no me pega”. Ya encandilado por el viaje prometido, decidió darse una patadita de la buena suerte con un ácido. Resultado: ocho horas después le pegó todo como patada de mula. Con el profesionalismo por delante, entró a cabina a la medianoche para hacer su programa. Entre la paranoia, gritos, un intento de describir sus estados alterados, un hermano Vikingo que le musicalizó la experiencia, llamadas amigas y demás, todo llegó al buen puerto de un programa de radio experimental que, a la fecha, nadie ha querido repetir.

NoFMBenji
Así es, muchachos y muchachas, afortunada o desafortunadamente no hay registro de estas bellas experiencias, además de nuestra conveniente memoria. Si alguien allá fuera fue testigo de alguna de ellas y recuerda otros detalles, cuéntenos o desmiéntanos. Recuerden que acá #TodoMenosMiedo.

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