Por Emilia Perujo
@emilia_perujo
El 8 de diciembre tuvo lugar la 5ª Noche de minuetes en Cocula, Jalisco. Por primera vez después de la época colonial, cada Cristo de cada barrio salió de su templo en una peregrinación para después juntarse en una sola, multitudinaria, y llegar a la Parroquia de San Miguel. Todos los barrios de Cocula participaron en una misa -fuera de la Parroquia por la cantidad de asistentes-, con cada uno de los Cristos al frente. La música de la misa estuvo a cargo de un pequeño grupo de mariachis que horas antes ensayaban en la Escuela Regional en un ensamble más grande, ensamble que algunos de los que escuchaban junto a mí describieron como “no tiene un nombre, los mejores músicos de los mejores grupos de Cocula están ahí”.

Mientras el ensable ensayaba en el patio, los tres mariachis tradicionales que dirige Francisco Javier Salcedo se preparaban en los salones para presentarse en la 5ª Noche de minuetes que tendría lugar después de la misa, e interpretar un minuete para cada uno de los Cristos que salieron a la peregrinación, además de otras obras para la ocasión. El Mariachi Tradicional Ixtlauakuikani, el Mariachi Tradicional Siete Pueblos y el Mariachi Tradicional Coculán se presentaron con alineaciones distintas a lo habitual. María de Jesús Gómez, guitarronera del reconocido Mariachi Fletes, compartió escenario con su hija en el Siete Pueblos, con quien también tocó Liliana Berenice Rosales (vihuelera del Ixtlauakuikani). En el Coculán tocó el violín Uriel Fletes, que a sus doce años, en el descanso del ensayo nos tocó canciones de Miley Cirus, de Los piratas del Caribe y el Canon –para explicarnos su gusto por la música clásica- y nos dejó boquiabiertos a sus compañeros de grupo y a mí. Al Coculán se unió también en el escenario Adriana Chavarín como segundo violín para interpretar una de las piezas.
#NoFMex- Canon, Uriel Fletes
[audio:http://nofm-radio.com/podcast/Ensamble_5a_Noche_de_Minuetes.mp3]

NoFM dedicará una publicación semanal audiovisual a cada minuete. Antes de presentarlos, vale la pena conocer el trasfondo a través de las palabras de su compositor, Francisco Javier Salcedo:
“Nada sale de la nada. Para comprender el proceso de la creación musical de minuetes es necesario, primeramente, recurrir a la fuente primigenia. Esto es, tomar como modelo los ya existentes para ir experimentando con las nuevas creaciones.
Cocula, Jalisco, ha contado con una gran tradición de éste género musical al que algunos llaman arcaico, indudablemente está ligado a la vida social en su vertiente de lo religioso o lo “sagrado” y que es, sin duda alguna, una expresión de religiosidad popular.
Temas como San Miguel, San Martín, San Gabriel, San Rafael, La Virgen de la Pila, Santa María del Río…dan testimonio de la profunda y arraigada fe de las personas de estos lugares y son prueba palpable de que este género musical ha perdurado en nuestra tierra a través de por lo menos siglo y medio.
Los minuetes no solamente se tocan ante imágenes religiosas frente a las que la gente permanece estática, sino que son una vía para la veneración a la propia imagen. También alegran el alma, tanto para el que los toca como para los que los escuchan. No solamente se tocan en procesiones en las calles del pueblo o en los potreros, son también un medio de sana convivencia, de gozo, de nostalgia y de recuerdos.

He tenido la fortuna de nacer en Cocula, de conocer sus costumbres y tradiciones, y no hace falta mucho esfuerzo para indagar datos históricos que abarcan prácticamente más de 500 años. Lo principal es tener el gusto, la curiosidad, el anhelo de componer esta bella expresión de la música popular y esto lleva una secuencia que no es producto de la improvisación, sino que más bien lleva una metodología que en mi caso ha pasado por diferentes etapas: escucharlos, disfrutarlos, investigarlos, transcribirlos, analizar su forma, tocarlos y, finalmente, tomarlos como modelo para crear nuevas composiciones.
Con 350 minuetes compuestos hasta hoy, he tratado -tal vez de manera inusual- de compilar esa gran historia, unas veces componiendo primero el minuete y otras veces al revés: primero investigando un tema en particular. Las “Noches de minuetes” no son sólo tocarlos, sino que también llevan implícito todo un trabajo de investigación anterior al cual se integran de manera armoniosa la música, la literatura y la fotografía.

Documentar mis composiciones es fundamental, no solamente para el proceso del derecho de autor, sino que va más allá, pues cada una lleva implícita una vivencia muy personal e íntima. Este hecho es importantísimo pues ningún investigador, por más diestro que sea, puede entrar en ese mundo misterioso sino es músico, lo cual crea, indudablemente, una gran ventaja.
Se puede clasificar mi obra como “música descriptiva”, la cual se trasmite de manera más directa, es decir, se crea por medio del nombre, la imagen y la referencia histórica de la composición, una comunión maravillosa entre el compositor, el ejecutante y el oyente al cual se le induce a sumergirse en un mundo paralelo en el cual conviven el pasado y el presente en un momento.
Cuando tengo la imagen mental del tema a componer, el ritmo es sumamente importante ya que se tiene que transmitir el mensaje adecuado y debe inducir a diversos estados de consciencia o de ánimo en los ejecutantes y los oyentes. En Peregrinar de fe se ejecutaron minuetes de diversos ritmos.”