El 7 de junio se acerca peligrosamente. Para algunos es la fecha en que el sistema político recibirá nuestra merecida indiferencia, para otros es de nuevo la oportunidad de ejercer un derecho que no podemos darnos el lujo de perder. No Votar o Votar, cada ciudadano tiene una postura, o debiera tenerla. Frente a la gesta electoral y todos sus vicios, NoFM mantiene una postura crítica y asume su responsabilidad como medio de comunicación para mostrar parte del sentir de la sociedad que se cuestiona el funcionamiento de nuestro sistema partidista. Por ello, del 20 de abril al 5 de junio, publicaremos una columna diaria con la postura de distintos ciudadanos. No Votar O Votar, lo invitamos a participar en este debate.
Esa no es la cuestión
Por Ulises Vázquez
@viajedeulixeo
Últimamente he leído y escuchado algunos debates y reflexiones acerca de votar o no votar, en ambos bandos he escuchado buenos y excelentes argumentos casi irrebatibles de analistas sagaces y mucho más preparados y experimentados que yo. Así pues, en este momento con todo lo que he escuchado y leído, mi postura está bien definida: no sé qué chingados hacer. Sin embargo, desde esta ignominia es interesante observar el mismo fenómeno mismo del debate entre votar o botar las elecciones.
Un punto muy importante es el debate mismo. El hecho de que existan personas preguntando, opinando y compartiendo ideas de este tema es ya un síntoma de que hay gente ocupada en la res pública (o sea la cosa pública, lo común, lo que nos atañe a todos), tanto abstencionistas como votantes e indecisos manifestamos nuestras opiniones desde un sentido de urgencia y de ocupación por la situación actual de México: a ninguno de nosotros nos es indiferente la crisis económica, la corrupción del gobierno y el poder del crimen organizado que ha tomado ya el control total de nuestro país.
Cuestión fundamental que no estamos tomando en cuenta: debatir y compartir nuestra opinión implica una cierta intención de asociación. Resulta evidente que en cualquiera de estos ejercicios de discusión no sólo se busca “evangelizar” al de al lado, si no que de alguna manera creemos que detrás de nuestra opinión hay alguna clave para solucionar todos los problemas del país y por eso necesitamos negociar con el otro para que nos apoye. Más allá de las consideraciones egóticas, detrás del “deberíamos hacer esto o abstenernos de aquello” hay un “hay que ponernos de acuerdo para hacer esto o abstenernos de aquello”. Esto sin duda plantea un modo de pensar en comunidad, la conciencia de que el cambio no está en uno mismo sino en una multitud de unos poniéndose de acuerdo para enfrentar los problemas públicos.
Ahora bajémonos de la nube del optimismo. También hay que tomar en cuenta la contundente situación mexicana. Vote usted o no vote, va a haber gente que sí va a votar; otros que ese día verán el futbol y no votarán; otros que quemarán la casilla de su pueblo y se llevarán un par de vidas en el acto. Otro hecho: a la gran mayoría de los “ciudadanos” le vale madres la elección. Mientras tengan sus vales de despensa, su casita, su carrito y la plaza burocrática que heredaron, y mientras el fuego del primer piso del edificio mexicano no les queme sus privilegios, no participarán. Ese letargo de la sociedad mexicana también es una especie de autodefensa, de resistencia individual ante los embates de la cruda realidad, la cual no se resuelve con debates en redes sociales o con buenos análisis en el cafecito de la tarde. Muchas de las posturas y puntos de vista vienen de ciertas posiciones acomodadas (esta misma opinión es el caso).
Si bien el ejercicio de compartir nuestra opinión es importante, también es importante tomar conciencia de que sólo son opiniones, no la solución a nuestros problemas. Si los grandes problemas de nuestro país no fueron generados en las urnas (eso es una falacia que andan predicando los partidos políticos), de la misma manera las grandes soluciones tampoco están en las urnas. Hay un momento en la discusión política en que el asunto provoca división ciudadana y esa división no construye nada, al contrario, habría que considerarla como uno de los combustibles fundamentales para la destrucción de nuestra fuerza comunitaria, la cual es fundamental para enfrentar “la crisis del México actual” (guiño a un ensayo de Daniel Cosío Villegas que fue escrito hace como 70 años).
Vote usted o no vote, si está usted leyendo esto, si ya leyó otras cosas, si me escribe para mentarme la madre, si va a usted a evangelizar a sus vecinos, de entrada le reconozco su interés y su pasión porque las cosas mejoren. Gente como usted escasean en este país de régimen mirreynal. Habrá que tener cuidado con las posiciones radicales y hacer este ejercicio más seguido, no sólo cada que haya elecciones. Pero eso sí, de entrada le digo a usted gracias y sigamos construyendo redes ciudadanas, sólo unidos encontraremos la salida a este charco de inmundicia social en el estamos todos.
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Ulises Vázquez (Ciudad de México, 1984) Actor, mimo, dramaturgo. Escribe, dirige y actúa proyectos escénicos para espacios alternativos. Colaborador independiente de diversas instituciones como el Instituto Nacional de las Mujeres, el Instituto Nacional de Bellas Artes, y el Archivo General de la Nación.