Por Óscar Muciño
@opmucino
En un mundo abocado a elaborar la actualidad la pausa puede transformarse en un arma. Por ejemplo, la mayoría de los espacios están hechos para recorrerse. Intente hacer una pausa en su andar en un puente vehicular o peatonal, o en cualquier banqueta deténgase, percibirá no sólo una incomodidad en usted, sino que de a poco los otros transeúntes con sus miradas harán patente su incomodidad. Seguramente se preguntan de alguien pausado en medio de un pasillo: ¿espera o acecha? Al contrario, el movimiento constante en un cuarto es señal de inquietud, de ansiedad. La pausa es incómoda.
En los deportes las pausas son comunes, tanto para otorgar descanso a los participantes como para recibir instrucciones de los entrenadores. Incluso en alguno deportes se habla del arte de hacer pausas como un recurso para cambiar el ritmo del juego y ponerlo a favor.
En la música la pausa es un medio de expresión, las canciones se componen por sucesiones de sonidos y silencios.
Hay artes que no tienen pausas, como la arquitectura, la pintura y la escultura, son artes que no transcurren sino ocupan un sitio en el mundo. Miramos un edifico o no lo miramos, observamos un cuadro o no lo observamos, aunque sea en una litografía que difiera de tamaño. Las pausas que ocurren en la contemplación de estas artes podrían ser los momentos previos y posteriores a verlas.
En la literatura podemos interrumpir la lectura, al igual que en el cine donde podemos poner pausa al filme. Sin olvidar que en el cine es posible dar rienda suelta a una noble actividad, la de pausar a propósito las películas para que los gestos de los actores queden congelados en poses ridículas, grotescas o inquietantes.
En los juegos de la infancia existían pausas que eran invocadas con la palabra “pidos”, eran pausas cifradas y consensuadas.
En cambio en las relaciones personales pareciera que la pausa es un imposible, sobre todo en las amorosas. Cuando se llega a pedir una pausa en una relación de pareja suelen desatarse conflictos y se cree que todo se ha acabado. Pero las pausas son benéficas y, en el caso de las relaciones personales, sólo pueden darse con distancia de por medio. Imposible “pausar” a alguien teniéndolo a un lado. Aquí la pausa es un alejamiento, es poner distancia.
En otros casos pausar es acercarse, tener un lugar al cual recurrir para ponerse en pausa, es una forma de crear una zona en la que podemos detenernos y repensar nuestros recorridos. Las reflexiones en torno a un tema pueden ser pausas que se alejan a los pensamientos que imperan cuando uno está transcurriendo a través del tiempo sin detenerse mucho a reposar la existencia.