“A Loose-Fish is fair game for anybody who can soonest catch it.” Moby Dick

Si la música se parece al mar, y lo habitamos todos, hay especies raras, que se ven poco y extraña vez son capturadas. Aquí surcamos las olas para hacerlos más evidentes.

Raymond Scott

Por Benjamín E. Morales
@tuministro
Por un momento olvidemos datos biográficos y detalles en general. Comencemos con una simple tonada.

Si usted la reconoce de inmediato es porque tiene la edad suficiente para ser perseguido por no pagar sus impuestos, y de haber visto en su tierna infancia, o plena juventud, las Fantasías Animadas de Ayer y Hoy (Merrie Melodies) de Warner Brothers. ¿No la reconoce? ¿Qué tal ésta?

Lo que acaba de escuchar es Powerhouse, el gran éxito del Raymond Scott Quintette, un sexteto explosivo de la década de los treinta que decidió alejarse de los nichos preferidos donde habitaban los críticos de jazz de su tiempo para buscar, fundar y dejar morir, algo llamado jazz descriptivo. Y ya sabemos, no son cinco y así no se escribe quinteto en inglés, pero #genioloco.

La agrupación estaba a cargo de un hombre de orejas grandes y carácter peculiar. Harry Warnow o mejor conocido como Raymond Scott, es de esas figuras tutelares tan importantes y diluidas que nadie conoce. Su trabajo impregna la televisión, el cine, la industria discográfica, la música contemporanea y electrónica, y un etcétera del tamaño de su anonimato.
Nacido en 1908 en Nueva York, el músico se formó en una familia regular y dotada para la música, de hecho se cambió el nombre para evitar ser acusado de nepotismo pues su primer trabajo fue en la orquesta de la CBS Radio que su hermano dirigía, y que el mismo Scott, con el tiempo, acabaría manejando.
Lo cierto es que preferiríamos obviar los datos curriculares y personales pues queremos entrarle a su trabajo más importante. Sin embargo, van un par de detalles para darle volumen al personaje. Fue el primero en tener y procurar una orquesta basada en la integración racial, trabajó para Motown sin demasiados resultados pues Berry Gordy era igual de obsesivo que él, la palabra equipo le parecía absurda y lejana y no permitía que nadie se involucrara en su trabajo y sus familiares no lo quieren tanto.

Ahora, a parte de todo lo mencionado anteriormente y tal vez mucho más importante, Raymond Scott era inventor. A finales de los cuarenta fundó Manhattan Research Inc. con el objetivo de desarrollar y sacar al mercado diferentes dispositivos dignos de la ciencia ficción. Muchos de estos dirigidos a la creación de música electrónica y música concreta. De esos laboratorios salieron inventos como el teclado celemín, los generadores electrónicos de percusión cromática y los generadores en círculo. De hecho Scott describía sus laboratorios como “un centro de sueños donde la excitación de mañana se vuelve disponible hoy.”
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La influencia de los MRI es imposible de rastrear por lo rápido que sus sonidos se mezclaron con toda una época. Baste con decir que la mayor parte de la música utilizada, en esa y décadas posteriores, en televisión, comerciales, cine, y en general la vida diaria, tiene su raíz en la mente de Scott, y otro dato sería contarles que Bob Moog, creador del Sintetizador Moog, trabajó para él.
A pesar de que la compañía tenía objetivos claramente comerciales, también era el lugar donde Scott se escondía para desarrollar sus proyectos personales e invenciones más ambiciosas y secretas. Una de ellas fue el Electronium, con el que grabó una serie de discos extraños y que si tuvieran otra portada, serían considerados claves para el entendimiento de la música electrónica. Nos referimos a los 3 volúmenes de Soothing Sounds for Baby para el Instituto Gesell para el desarrollo del niño de 1964. Evidentemente el público no agarró la onda de lo que estaba pasando en sus parlantes y también está muy pasado de lanza exigirle a una pareja de desvelados y con fiebre parental que entiendan nada.
No obstante los discos existen y engloban con perfección el objetivo que perseguía Raymond Scott: la mezcla entre la máquina y el ser humano.

Pero, ¿qué era el Electronium? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Scott era tan paranoico que no dejó ni manuales ni planos ni nada. Sabemos que era una habitación completa que servía como un sintetizador análogo generador de algoritmos capaz de crear música a partir de ciertos comándos. El aparato está basado en el concepto “Colaboración Artística Entre Hombre y Máquina“.
Lo cierto es que el instrumento nunca concluyó su desarrollo. Scott lo concebía como a un cerebro paralelo al suyo, con el que participaba y peleaba constantemente. Incluso en el momento de su muerte en 1994 seguía trabajando en él.
Aparte de los discos que antes mencionamos, el gran ejemplo del Electronium en función es el disco recopilatorio Manhattan Research Inc. En este muestrario se encuentran reunidos trabajos de Raymond Scott de 1950 a 1970; desde comerciales, jingles, identidades sonoras, hasta experimentos, ejercicios, o simples juegos del compositor con su mejor amigo.

Sin embargo, Raymond Scott no era, a pesar de lo mucho que lo anhelara, una máquina. Problemas de salud lo alejaron irremediablemente de su trabajo y su figura se opacó con rapidez. Sólo hasta la década de los noventa y con su muerte se ha ido recuperando su legado. De sus máquinas y sueños queda poco. Se sabe que el último Electronium está inservible y en posesión de Mark Mothersbaugh, líder de DEVO, quien ha tratado durante años restaurar el instrumento.
A nosotros nos gusta pensar que con Scott murió también su máquina, que en todo sentido también era su alma. Menos mal, y es mucho más de lo que la gran mayoría podrá decir, aún podemos escucharlo hablar.
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