Por Diego Mejía
@diegmej
No se trata de música solamente, verlo así sería mezquino, sectario y terrible. Elvis no sólo es un gigante del rocanrol fue el primer JOVEN de la historia. Si el mundo necesito la crueldad de la Guerra para parir a una nueva cara de la población, una que se festejaba a sí misma, fue Elvis Presley el máximo representante: ya llegamos señores, y es para quedarnos.
Presley fue un movimiento de cadera para un mundo rígido y monotemático. No fue creador del ritmo y muchos, algunos llenos de ocio, no se cansan en escribir una larga lista de “plagios” realizados contra grandes músicos negros del jazz y el blues. Pero la importancia de Elvis no radica en ser creador, radica en ser la arista de en la que convergieron todos los trazos: los sociales, los musicales, los históricos; los iniciado en la matemática lo definirían como un atractor.
Elvis fue síntesis y punto de partida, fue la bisagra que unió y separó la historia de la música popular. Fue, también, antecedente y herencia. Sin su aparición la Revolución sonora hubiera tardado un poco más.
No perdamos de vista, Presley hizo de la música negra, en medio de la lucha por los derechos civiles, un asunto para todos y de todos: fue el rostro blanco de un alma negra. Suena miserable pero en ese contexto, de violencia y discriminación, un blanco fue el encargado de “redimir” la música de los oprimidos. Parece lamentable, pero en el mundo de los miedos y las formas, la música encontró su mejor camino en la mirada de un joven nacido el 8 de enero de 1935 en Tupelo, Misisipi –un pueblo al que rescató del anonimato–. Fue un accidente, el que permitió la historia: Sam Phillips, locutor y productor musical, encontró en el chico el recipiente perfecto para el nuevo ritmo de una nueva era en la historia, una más rápida: el capitalismo en una nueva etapa.
Con Phillips, Elvis se convirtió en el primer gran exponente del rocakabilly: esa es la constante del “Rey”: el primero, en el mundo que ya no buscaba descubrimientos, sino hazañas; de fondo la luna, la transmisión satelital. Elvis fue el primero, hazaña que nunca le será arrebatada. Después devino el mundo: Los Beatles, los Stones, los Beach Boys,… Bowie; la música se volcó hacia adentro, a sí misma.
La historia es circular: doce años después de Presley nació David Bowie, acaso la máxima expresión de la metamorfosis. Sin quererlo, o sin pensarlo, el británico radicalizaría las hazañas del estadunidense: el histrionismo, la parafernalia, el espectáculo en vivo. Todo nació con el primer joven que se volvió molde y figura; inevitablemente todos quisimos ser ese muchacho de filosas caderas y mentón prominente. Al buscar diferenciarse, Bowie corroboró a Elvis, el rock dejó de ser ritmo para convertirse en postura ante la existencia.
Elvis es mejor que David porque Elvis intuyó a Bowie. No fue camaleón, es gesto eterno; monarca de un reino atemporal que existe dentro de cada uno nosotros.
Nota: Quizá visualmente sea más claro, el camino de la música lleva de Elvis hacia el tiempo, Bowie incluido. Disfruten esta súper aplicación sobre el peso de Elvis en la historia de la música

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