Por Erika Arroyo
@WooWooRancher
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https://www.youtube.com/watch?v=NUEuiQNAfA8
Fue una noche de verano cuando doña Alejandra Ortega lo notó. La vela con su flama cada vez más débil hacía más difuso el descubrimiento desde la orilla del buró. Un rostro pálido surgiendo levemente en la superficie de un espejo opaco, como cenizas de un incendio que hace no mucho se extinguió.
Las pecas de esas mejillas que un día fueron lienzos de colorete se han escondido debajo de los pliegues de la piel y los ojos, de un oscuro profundo, son callejones solitarios donde la memoria merodea como un perro en busca de un recuerdo menos doliente.
Son las 10:45 de la noche y el calor inquieta al sueño.


Sobre una carpeta tejida yacen tazas mutiladas de la oreja junto a algunas figurillas de madera y un par de retratos con paisajes románticos falseados en algún estudio de la ciudad. Al fondo se aprecia un escapulario y algunos cuadros de popotillo en miniatura. La vitrina de Alejandra es un cementerio de sueños disecados, un pasatiempo para la espera.
https://www.youtube.com/watch?v=6Iym9j_UU68


En un rincón del techo, una araña espera alguna víctima. Afuera, un aullido detona una cadena de oraciones hacia la luna.
Alejandra recorre con sus dedos la cadena de la que pende un guardapelo. Cuelga de su cuello desde que murió su padre.
https://www.youtube.com/watch?v=gC6bpoq-blk
Bajo una manta clara el perico maldice en su jaula. Repite frases que ella misma le enseñó. Las plumas de Pepe han envejecido junto con ella, no así su inoportuno canturreo. Hasta ese momento, no recordaba por qué lo odio un tiempo, solía recordarle una y otra vez la palabra “cántaro”, la cual, según ella, sonaba horrible.

Reflejada en la ventana en medio de la noche, Alejandra parece un fantasma. Una presencia desdibujada a la orilla de la cama, un espectro que busca manifestarse aferrándose a una canción que vagamente tararea y que acompaña la triste gotera del escusado.


Con esa tenue luz que aún emana del pedazo de cera, los pies de Alejandra, poblados de venas saltadas, parecen raíces reposando sobre el tapete de lana.
https://www.youtube.com/watch?v=ZeX0kz0HspA

Una opresión en el pecho intentando serenarse con la caricia de su mano izquierda que aún en horas de descanso social porta su argolla de matrimonio. Hace falta que la lleve con el joyero, pues ha perdido el brillo con el que le fue entregada.
Su larga trenza cae sobre su hombro, es quizá la única cuerda por la que se puede trepar hacia su cabeza. Sostiene con la mano derecha la última foto que se tomó y en la que se puede apreciar a sí misma como un trazo en carboncillo afectado por un roce.


La vela se funde ofreciendo un último suspiro. Con tinta negra escribe con dificultad al reverso de esa imagen de la que está desapareciendo:
“Dedico el presente a mi hija Encarnación Martínez como un recuerdo que le profeso.”
En completa oscuridad, doña Alejandra cierra los ojos deseando que la luz retorne para que la ansiedad se marche de ella.
https://www.youtube.com/watch?v=3jSsm92IxSE
https://www.youtube.com/watch?v=Ykca2v9ngks
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