Por Erika Arroyo
@WooWooRancher
Son las 20:08. El sol promete guardarse, las olas comienzan a apaciguarse y golpean en Radio Veronica, la estación de radio holandesa que aún flota en las aguas de los sesenta.
Bienvenidos a esta expedición marítima y radiofónica de Postales.


Hemos abordado el barco para adentrarnos en las aguas musicales de esta radio pirata que por una noche nos ha permitido girar el timón y dirigirnos a una exploración por los sonidos que conquistaron a otras generaciones.


Las casas se apagan y debajo de las sábanas se construyen fuertes sonoros. Comunas de jóvenes se reúnen en secreto para escuchar los éxitos del momento alumbrados por lámparas de campamento y sonrisas en complicidad. Parecen comunicarse con la iluminación flotante irradiada por la cubierta superior del barco.


Ocho letras blancas son bandera suficiente, viven tatuadas en su piel negra de metal.

Algunas gaviotas desde el palo mayor parecen vigilar los alrededores. Nada ha cambiado, como desde que fue retirada la vela por última vez.


La aguja del tocadiscos recorre la superficie rugosa de los acetatos. Uno a uno pasan debajo suyo para liberar el nederbeat encerrado en ellos. Discos importados de aquí y de por allá transportan el espíritu de las juventudes de todas las nacionalidades que cantan en inglés aspirando a colarse a los oídos del mundo.


“Baa baa black sheep” murmura el mar de noche invocando el sueño radioactivo que durante cerca de 14 años vagó entre penumbras y días soleados.

Desde el altamar nos despedimos colocando un parche en el ojo de nuestro corazón pirata y elevamos anclas rumbo a otras profundidades sonoras.
Gracias tripulantes de este navío por acompañarnos esta noche.

Postal68

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