por Erika Arroyo
@WooWooRancher
La plaza está semi vacía. Para las 7 de la mañana, los amortiguadores de los autos viejos cruzando el empedrado y la escoba del dueño de una panadería barriendo el polvo traído por la noche, se suman al canto de los pájaros para tejer la primera banda sonora del día atravesando los primeros rayos del sol. Los que vuelan, lo hacen en silencio, alrededor de nosotros, esculpiendo con su vuelo el cielo como una cúpula.
Bienvenidos, queridos nofm escuchas, ornitófilos y ornitofóbicos, a esta noche de jueves, jueves de Postales, postales de aves.
Entre las ramas de los árboles se escucha lo más parecido a una disputa. Aleteos violentos y picoteos desesperados agitan las hojas. Dicen que el nido es para un pájaro una extensión de su plumaje. Ese nido que algunos amantes dibujan en el aire y con el que muchos enamorados sueñan, ese refugio tibio que los amores pasajeros no llegan a conocer.
Ese pequeño lecho es un trofeo. Es perfecto y resulta altamente necesario que lo sea, pues de ello depende el futuro. Un futuro instintivo pende de esa maravilla animal que ni el edificio más alto ni la casa más lujosa puede asemejar.
Los árboles habitados por aves son encantadores, incluso misteriosos. Misteriosos como los espacios que se han transformado en lugares. Con olor a lugar.
Saliva y lodo son, para las golondrinas, material de construcción. Sus nidos, adheridos a las paredes y las superficies más insospechadas, nos hacen dudar de su existencia antes de las ciudades.
¿Será la confianza de los pájaros es el motor de su labor arquitectónica y de su vuelo? En sus trayectos, llevan sueños y mensajes como los que vuelan desde la cabina de NoFM.
Son los pájaros los que vieron nuestro mundo como maqueta antes de querer vernos a nosotros mismos en miniatura, los que nos rodean en medio del silencio más sepulcral o nos persiguen ruidosamente pues ante sus ojos, redondos, nuestra cabeza es una migaja de pan.
Muchas gracias a ustedes por prestar oídos, tráiganlos de nuevo el próximo jueves a las 8pm.