por Erika Arroyo
@WooWooRancher

La claqueta señala la décima vez que se repite la escena. El equipo de maquillaje baja apurado del cuadrilátero, donde un hombre escuálido intentará dar su golpe más contundente a la mandíbula de su contrincante, un robusto individuo que se esmera segundo a segundo por parecer exhausto. El más breve de carnes toma vuelo, su guante brilla bajo la potente luz, le acompaña una mueca que refleja el esfuerzo que amerita tal movimiento.
Del público surge un grito de aliento como un rugido entre la oscuridad, resalta entre la exagerada multitud que mira atenta, el calzado de piel negro, ajustado hasta la pantorrilla.
-Lo que a continuación veremos no tiene precedentes. Dice un narrador al micrófono.
El puño que hace un momento parecía un meteorito a punto de impactarse se convirtió en una estrella fugaz que rozó apenas al enemigo.
-¡Corte! Grita el director, con un tono de desesperación mezclada con ira, como cuando deseas ir al baño y tú sigues a bordo de tu auto, a mitad de Reforma, viendo pasar un desfile conmemorativo.


La orden inmediata consiste en llamar al entrenador personal. “De aquí hasta que le salga”, dice el asistente de dirección.
Harto por el esfuerzo sin resultados, quien se ha convertido en su guía espiritual, gira alrededor de la pera donde tan solo algunos puñetazos aciertan.


En conferencia de prensa, el director ha felicitado públicamente a su peor pesadilla. “Maldita sea la hora en la que acepté al sobrino del productor”, piensa mientras sonríe mostrando los dientes como un collar de perlas y estira un brazo para abarcar al muchacho, a quien le tiemblan las piernas aún debajo de los pantalones y cierra los ojos ante los flashazos.
-¿Cómo podría describir su desempeño como boxeador? Pregunta un reportero.
-Se encuentra en un proceso de aprendizaje, basta con darle de comer un poco más y verá cómo gana cualquier campeonato después de este rodaje.


Según el guión, Horacio “El Torbellino” Paredes camina hacia su casa después de dejar a su prometida cuando un grupo de maleantes lo aborda en un callejón oscuro.
-Se trata de una pelea a puño limpio, muchacho. Recuerda los ejercicios que hicimos esta mañana, no olvides moverte más rápido y procura dirigir el brazo hacia el rostro, no el hombro o el aire. ¿Entendiste?
El grupo de actores que interpretará a la pandilla se frota las manos.


El resultado de las peleas simuladas hasta ahora es menos catastrófico de lo que esperaban muchos en la producción. Igual, dos costillas rotas y un desgarre en el hombro, son alarmantes cuando se trata de una puesta en escena.
Lo que sea necesario por encarnar a cabalidad al genial Torbellino, leyenda nacional de la Guerrero por sus puños de oro y por ser dueño de una de las taquerías más populares de la ciudad.


Tras varios meses de trabajo, está por concluir la primera de tres películas dedicadas al boxeo nacional. Todas protagonizadas por el mismo sobrino del magnate que financió este capricho. Falta la escena cúspide y para ello se ha ensayado el triple de lo acostumbrado. Se espera que El Torbellino derrote por knock-out al afamado y temible Faraón, quien hasta ese encuentro no había sido tocado ni por una mosca.


La arena olímpica ha sido acondicionada para recibir el tan esperado encuentro. El camino hacia el cuadrilátero esta vez ha sido trazado por un escuadrón de extras transformados en guaruras y algunos personajes de la vida nocturna de la ciudad que sin intermediaron dramáticos, conviven con empresarios de la vida real y bailarinas exóticas con vestidos de lentejuela. Toda la farándula ha sido convocada para los 5 minutos de esa escena.

En el camerino se respira tensión, una tensión mortal combinada con sudor y restos de una torta. Nuestro actor principal se está mareando mientras se observa al espejo, se dice muchas cosas a sí mismo, tantas que cada vez son más incomprensibles. Han tocado ya tres veces a su puerta solicitándole salir. Ha llegado el tan esperado momento, todos en sus puestos, contienen la emoción en sus vibrantes seres. El Torbellino camina torpemente rumbo a la escalinata del cuadrilátero mientras el Faraón tarda un poco más en aparecer, cuando lo hace resplandece, con su bata brillante y un diente claramente falso, de plata.
Postal89

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