por Erika Arroyo
@WooWooRancher
La rueda de la fortuna gira hacia delante y hacia atrás sin tripulantes, el operador que inaugura el turno hace pruebas antes de que el parque de diversiones abra sus puertas. En el altavoz se repite con vehemencia el nombre del jefe de limpieza, se acabó el líquido para pisos en los baños del Rancho Mágico y nosotros esperamos impacientes la bienvenida. Esto es Postales, comenzamos.
La fuente de sodas es lo primero en funcionar, no importa qué tan temprano sea, el olor a mantequilla artificial se cuela por todos los rincones para atraer a los primeros golosos del día. Como una revelación, la montaña rusa se manifiesta entre carros chocones y sillas voladoras, seamos los primeros en tomar asiento y disfrutar de la adrenalina corriendo por nuestros cuerpos.
Las botargas y personajes de historietas se despliegan por todo el lugar como zombies en el fin del mundo. Se mezclan entre la gente luciendo trucos y marometas, y tomándose fotos con desconocidos hasta el huevo de emociones fuertes, a quienes abrazan detrás de una máscara sonriente, inmutable.
Entre caballitos de falso relinchar, las carcajadas de los niños hacen un coro en el carrusel que se ahoga entre frases pegajosas de parejas que se declaran su amor al girar, acariciando el plástico chillante de los equinos mecánicos.
Llegó el turno de las tazas giratorias, verdaderos remolinos de vómito y cabello en la cara. Cerrar los ojos es la más indefensa e irremediable evasiva cuando tu alrededor no es más que una imagen borrosa y los nachos que comiste están regresando a tu garganta.
-Apriete bien los labios, muchacho, no vaya a salpicarme los pies. Dice una señora aferrada a la barra de protección.
-No me caiga encima, señora. Piensa muy en sus adentros, con una voz quebrada, su adolescente acompañante.
No teman a la casita del terror, que les toca ir al frente de esta bola de gritones que está a punto de reventarme un tímpano. Eso que se ve ahí es un mayordomo sin cabeza, salúdenlo al cruzar la puerta y no nos abandonen a nuestra oscura suerte.
“Fuimos al parque de diversiones
mi familia y yo.
Dimos paseos tan escalofriantes,
que creí que moriría.”

El testimonio de Kenn Nesbitt es fuente de inspiración para los cazadores de experiencias extremas sobre estructuras metálicas y carritos en forma de animales sonrientes, siempre muy sonrientes.
Gracias por acompañarnos en este viaje inesperado, no olvide revisar que lleve consigo todas sus pertenencias, la salida se encuentra al fondo a la derecha, donde lo espera Pepe, la única botarga triste, para compartirle un trágico-mágico mensaje de optimismo. Escúchenos el próximo jueves en punto de las 8pm por NoFM.