Por Sirene Heredia
Después de que el colectivo #QueNosPreguntenFest hiciera el llamado, este sábado 30 de agosto 150 mil jóvenes se dieron cita en una de las curvas del Foro Sol. Un escenario de proporciones menores y un Sol alucinante enmarcaron las actividades.
Fue este un sábado de gran actividad en la capital, calles cerradas por la logística del Maratón de la Ciudad de México, fuertes lluvias, miles de personas en las calles por la quincena, encuentros deportivos y más cosas que se pueden hacer durante un fin de semana en esta chilanga Ciudad.
Los polis encargados de la seguridad del recinto se dieron a la tarea de mandar al bote de la basura cinturones, botellas de agua, de refresco, encendedores y hasta paños de todo aquel que pretendía acceder al lugar. Alguien olvidó la posibilidad del anonimato en la masificación.
Bandas como Maskatesta, Panteón Rococo, Charlie Montana, Royal Club, Minions y Skorcho pusieron a bailar hasta a él más cadavérico. Los Daniels faltaron a la cita, pero al quite entró Sekta Core. Los de Abajo se encontraron en su elemento: la crítica social. Para entonces una lluvia pertinaz literalmente empapaba a los que decidieron no cubrirse con las capas de plástico que un comerciante abusadillo vendía en diez pesos.
La tarde continuó con ritmo de ska y la gente seguía pidiendo sus canciones preferidas, mucha de la audiencia aprovechó el momento para tomarse fotografías.
Parejas tiradas al pasto aprovecharon el tiempo para el amor, dedicarle tiempo al amor siempre será un tiempo bien empleado. Otros más procuraban hacer circular el pachuli y la mota, dedicar tiempo a los amigos siempre será un tiempo bien empleado.
Más tarde el slam se armó entre el público varón, algunas chicas salieron por piernas a “resguardarse” a otras zonas del recinto donde más tarde le dieron al rock y a la cumbia. Otros más buscaban algo para hidratarse, no fructifico, la falta también de comida fue otra de las evidencias de una organización con mucho por mejorar. Los emprendedores del concierto anunciaron más eventos en el futuro.
Entre gritos, canto, baile, palmas, playeras mojadas, celulares en alto y demás muestras de cariño, una a una las bandas se presentaron y se despidieron, no sin antes hacer un llamado por la democratización de los medios y de la información, pero sobre todo, por una sociedad que pueda verdaderamente decidir su futuro.
A cada arenga, miles de gargantas expresaron su inconformidad. La mayoría con mentadas de madre y groserías al por mayor. Fue el rock del reclamo.
El #QueMePreguntenFest se convertía en el espacio de una generación preocupada por su futuro y el de sus hijos. En la puerta 5, frente a mesas, largas filas de muchachos suscribían su apoyo a la consulta y exigían se respete su derecho a ser tomados en cuenta.
En general el toquín cumplió con la misión de entregar música de calidad a un público en su mayoría joven que disfruto, bailó y se entregó a los sonidos. Personalmente aprecio que la música tenga estos vínculos. Por desgracia las bandas con un discurso social cada vez son menos, eso ya no pasa tan frecuentemente.
Aquí es donde me confieso: añoro los noventas (ahora sueno a chava ruca, lo sé), donde las bandas eran “poderosas”, había voces poderosas, el poder estaba en sus guitarras, el poder parecía estar en la música, el poder de expresar un enojo, de vez en vez es bueno estar enojados.
Más allá de la música, tal vez lo mejor de la noche fue el ambiente entre el público. Ver a tu banda favorita de rock sin tener que pagar un peso era razón suficiente para estar ahí.

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