Por Diego Mejía
@diegmej
La pregunta surge apenas después de mirar el cartel: ¿tiene sentido editar libros en México? El dato disfraza la respuesta: México ocupa el lugar 107 de 108 países estudiados en el rubro de “Hábitos de lectura”, realizado por UNESCO; además, los mexicanos leen menos de tres libros al año y dedican apenas tres horas semanales a la lectura extra escolar, muy lejos de las doce de un ciudadano alemán.
En donde unos vez aridez, la tienta siembra oportunidad, la editora Déborah Holtz, representante de la Alianza de Editoriales Mexicanas Independientes, lo apunta claramente “es cierto que el índice de lectura es bajo y que hay muy pocas librerías en el país, unas 500 para 120 millones, pero gracias a la experiencia de estas ferias nos hemos dado cuenta que uno de los mayores problemas, después de la educación, es que los libros no están al alcance de los lectores”. Holtz, es muy clara “los libros deben llegar a todos, recordemos que cerca del 80 por ciento de las librerías están concentradas en la ciudad de México, pero hay que llegar a más mexicanos”.
Se podría pensar que editar libros en México es como domar un circo de pulgas, igual de absurdo, igual de hermoso. Más allá de cualquier cosa, es indispensable: el vigor y reflexión de una sociedad se mide en sus letras. Aunque no son muy visibles, 70 editoriales independientes componen la AEMI; algunas tiene más renombre como Almadía o Sexto Piso, y otras comienzan su recorrido en el arduo camino de la venta de títulos.
Durante la presentación de la Sexta Feria del Libro Independiente, que tendrá como sede el Centro Cultural Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica, Holtz, incansable editora, detiene la página en un tema central “las editoriales independientes sirven para ampliar los temas que se presentan al público”, quizá ese sea central de una empresa editorial: generar una amplitud de nombres en la oferta pública, que nuevos autores y nuevos libros, con temas diversos y profundos, lleguen a más lectores, “nosotros le llamamos bibliodiversidad”.
En la Feria, que se realizará del 7 de mayo al 7 de junio, se podrán adquirir tres mil 500 títulos diferentes de más de 70 editoriales nacionales y los de ofrecerán los miembros de La Furia del Libro, conglomerado de editores independientes chilenos, invitado de honor de la celebración.
Debe destacarse el gesto colectivo en un país que se destaca por individualidades, “somos un colectivo que trata de representar lo mejor de este país hacia adentro y hacia afuera”, indica la editora.
Sin embargo, los esfuerzos grupales deben ser completados con políticas de Estado que permitan el desarrollo de las industrias creativas y culturales: “ por más buena intención que tenga una dependencia, no se logra el objetivo, se tiene que tener en miras a la Secretaría de Economía, ProMéxico, la Dirección General de Publicaciones, el Fondo de Cultura, para ir en un mismo objetivo, como lo ha hecho la Furia en Chile o Libre en Brasil”, terminó Déborah Holtz.
La Feria contará con más de ochenta actividades en sus treinta días de duración, los asistentes podrán acudir a presentaciones de libros, mesas de discusión , proyección de documentales y actividades dirigidas al público infantil.
La respuesta a la pregunta inicial puede tener muchas respuestas; editar, en sí mismo, es la mejor respuesta posible.

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