El proceso electoral del 2018 ya empezó, y en torno él, la opinión pública y los contendientes hacen diversas lecturas. Para algunos, la elección del próximo año debe de dar pie a la continuación de un proyecto de nación, y para otros, debe de ser un punto de inflexión. En una arena electoral plagada de actores con agendas políticas radicalmente diferentes, las elecciones del próximo año transcurrirán entre dudas y desconfianza, mientras la viabilidad de la democracia en México es puesta en tela de juicio por la ciudadanía. Ante esta coyuntura, #Voto18 es un proyecto que busca llamar a la reflexión acerca de cómo nos aproximamos a las elecciones del siguiente año, para abrir la discusión hacia sectores jóvenes que por primera vez votarán en las presidenciales, y también hacia grupos de la sociedad absolutamente desencantados de la política. Así entrevistaremos a diversas personas con disímiles perfiles, corrientes ideológicas y edades, con el fin de arrojar algo de luz al respecto de lo que ocurrirá el próximo año y en los venideros. 

Votar requiere de un acto de fe
Entrevista a Diego Castañeda

por Sergio Pérez Schjetnan
@tobeperez_
y Alan Plata
@AlanPlata_97
Sergio Pérez Schjetnan: ¿Cuál consideras que va a ser la trascendencia histórica, a corto y largo plazo, de las elecciones federales de 2018?
Diego Castañeda: Hay muchas razones por las que puede ser trascendente la elección: una es post elección, y otra es antes de la toma de poder, o sea, en la elección misma. Empezando por la segunda, dadas las condiciones actuales del país ‒la crisis de seguridad, la pérdida de cohesión social, la violencia generalizada, la importancia que han tomado temas como la corrupción‒, las elecciones de 2018 tienen mucha importancia, porque pueden ser, no necesariamente es el caso, un parteaguas de cómo se ejerce el poder político en México, y en la relación que pueden tener los ciudadanos con los actores políticos. Parece que sí existe en México un deseo de cambiar la vida política mexicana. De materializarse ese cambio, creo que por sí misma la elección podría ser histórica. Estaríamos hablando de un rompimiento con ciertas tradiciones y ciertas formas de hacer política, al menos de los últimos treinta años, que se están agotando.
Siendo una persona que se considera de izquierda, creo que la elección es muy trascendental porque probablemente sea una de las últimas, o quizá la última, que tiene la izquierda mexicana, al menos en esta generación, de poder tener una victoria. Si no consiguiera una victoria en esta ocasión, probablemente sería muy difícil pensar que lo podría lograr en años a futuro. Hay una trayectoria en la consolidación de la izquierda mexicana que ha cobrado fuerza desde hace años, pero que depende de su liderazgo; en particular del liderazgo muy fuerte que tiene Andrés Manuel López Obrador. No se ve con mucha claridad un cambio generacional que le permita que alguien más tome el liderazgo. Desde el punto de vista de la izquierda sí es trascendental la elección y puede ser histórica, pues si no gana ahora, quién sabe si gane después en 6 o 12 años. Quizá tendríamos que esperar otros veinte o treinta años para volver a ver una figura que pueda tener el nivel de liderazgo en la izquierda para ser una opción viable al poder.
Voto18 1
En el contexto global, el mundo está en transición: hay cierto deseo de cambio del modelo económico. Quién sabe si para futuro exista o no, pero ahora sí está presente un clima propicio para ese tipo de cambios, y eso influirá en 2018.
Pensando ya en un gobierno electo, cualquiera que fuera, creo que va a ser trascendental porque en el mediano plazo vienen retos importantes para el país. Temas como la corrupción, la violencia, la desigualdad, serán coyunturales para el próximo gobierno, aunque también tienen impacto a largo plazo en la lectura de desarrollo que tiene la sociedad. El cambio de modelo de desarrollo en el país depende mucho de quién llegue al poder, de quién gane las elecciones. Habrán actores que querrán continuidad, otros que querrán cambio y, dependiendo de eso, podríamos imaginarnos que el país puede llegar a rumbos muy distintos en veinte o treinta años.
SPS: ¿Entonces, digamos que considerando los problemas puntuales que hay en México, algunos ya los mencionaste, de cara no sólo a los próximos seis años, sino a los próximos diez o quince, podrían encauzarse de maneras distintas a partir de que gane un proyecto de nación u otro?
DC: Quizá es muy aventurado hablar de si se pudieran agravar o no, sin conocer más sobre qué tipo de propuestas existen. Pero en general, es difícil esperar que si sigue el mismo tipo de políticas económicas se esperen resultados muy distintos. Si se sigue apostándole al mismo tipo de modelo de desarrollo, con muy poca política industrial, que genera muy bajo valor agregado, que depende mucho de las exportaciones, pero éstas no tienen tanto valor agregado, con muy baja inversión pública, sin formación de capital humano, sin atacar el problema de la desigualdad, es difícil esperar un resultado distinto. El crecimiento económico al final depende de muchas variables, y si tú no haces nada por modificar esas variables tampoco vas a tener nada más allá de los cambios mismos coyunturales.
En seguridad es lo mismo. Tenemos de cierto tiempo para acá un modelo de seguridad que a todas luces no ha sido exitoso. Seguimos teniendo el nivel de violencia que hemos tenido en los últimos 10 años. Hay un problema muy fuerte por la fragmentación de los cárteles. Tenemos una pérdida fuerte de capacidades estatales en distintas regiones del país, donde el Estado ya no tiene tanta presencia. De continuar una política de seguridad como la que hemos tenido, también sería difícil ver que ocurriera algo diferente.
Un cambio positivo sería uno que te arrojara un modelo de desarrollo mucho más inclusivo, que pusiera más atención a las prioridades del país, con un diagnóstico más puntual de dónde están los cuellos de botella que impiden el crecimiento, que impiden el combate a la pobreza, que fomentan la desigualdad, etcétera. Así probablemente podríamos esperar resultados en algunas cosas. En el tema de crecimiento económico, por ejemplo, en un horizonte de 10 a 15 años verías la diferencia, no en uno o dos. En el tema de la violencia creo que, a mediano plazo probablemente verías un cambio fuerte en la trayectoria, pero depende mucho del tipo de política.
Voto18 3
SPS: ¿Si se hiciera un cambio de régimen mal instrumentado, puede empeorar mucho el país o es más bien una situación difícil de predecir?
DC: Siempre es posible que las cosas salgan mal. Siempre puede haber un arreglo institucional o un arreglo circunstancial en el manejo económico, político, en seguridad, que haga que las cosas acaben peor, es una posibilidad. Puede pasar que las mismas personas que buscan la continuidad tomen malas decisiones y quede peor, puede pasar con el cambio de igual forma. Son cosas difíciles de prever. Más allá de la política del miedo, un mal cambio sin conocer políticas, con toda la incertidumbre que pueda haber, probablemente terminaría dañando mucho más la capacidad para la acción colectiva que tiene la sociedad. Si se elige una alternativa y termina decepcionando, mucha gente va a pensar, ahora sí, que todos son iguales. Se va a decepcionar mucho más de la democracia, se va decepcionar mucho más de cierto tipo de políticas públicas. Va a generar más desconfianza en la vida política nacional -más allá de que sea justificado o no-, y ese nivel de desconfianza sería negativo para la sociedad porque en la medida que se pierda eso, también se pierde la capacidad de resolver conflictos, también se pierde la capacidad de dialogar con distintos actores para solucionar distintos problemas. Eso sí nos puede meter en una espiral donde las cosas vayan empeorando.
Alan Plata: ¿Consideras que existen las condiciones necesarias o adecuadas para que se pueda llevar a cabo unas elecciones democráticas en 2018?
DC: Es una pregunta complicada porque depende de cuál es la idea que tienes de democracia. Si ese es el concepto que tienes es el de democracia liberal ─que es la que se ha intentado practicar en México por lo menos desde que se creó el IFE─, es decir, que haya elecciones y el que pierde reconoce que perdió, probablemente no habría ningún problema: va haber elecciones, va haber competencia, y la mayoría de los sectores reconocerán el resultado final. Pero si tienes un entendimiento un poco distinto de la democracia, que es mi caso, involucra un tema también de capacidades y de libertades. La pobreza es un asunto que te quita libertad, en la medida que eres pobre y que dependes de un programa social, eso te quita capacidad para ejercer libremente tu voto.
AP: La pobreza y desigualdad que hay en México ¿cómo afectan para poder hablar de una democracia o para pensar en condiciones ideales para llevar una buena elección hacia 2018?
DC: En la democracia mexicana hay una pérdida generalizada de confianza, en general, en las instituciones políticas, incluido el INE. Representa un reto muy importante para las instituciones mexicanas el tratar de tener elecciones que sean creíbles, y de que todos los actores que participen en ellas sientan que pueden ganar. Para que podamos hablar de condiciones plenas para una contienda democrática, tendríamos que hablar de que todos los actores, cualesquiera que sean, sientan que pueden ganar y que las reglas no están cargadas contra ellos. Ese no es el caso en México. Creo que todavía estamos a tiempo para que se tomen medidas para tratar de hacerlo, o al menos de paliar algunos de sus defectos, los suficientes para tratar de darle certidumbre a las personas. Pero yo no me sentiría en confianza de decir con total certeza de que se va a vivir un proceso democrático.

Vota18 2

AP: Si consideraras que no se podría hablar de un proceso completamente transparente y creíble, ¿qué sentido tiene votar?
DC: Siempre podemos decir que lo más racional es no votar. Si mi voto al final no va hacer la diferencia, si mi voto no importa, si sólo incurre en costos, ¿cuál es el punto de ir a votar? Y sí, a lo mejor tu voto, el mío, el de Sergio, no van hacer la absoluta diferencia, pero el voto de todos sí. Al final aunque tengamos un problema de credibilidad, un problema de confianza en las instituciones, sólo hay dos vías mediante las cuales se resuelven estas cosas: o lo haces a través de un sistema electoral, un sistema que te permita mantener la normalidad constitucional, o rompes totalmente con ello, y entonces sí es el caos, quién sabe qué pueda pasar.
Sí se requiere de un acto de fe, es como dar un brinco. Al final sí vale la pena hacer un intento por cambiar las cosas, por tratar de llevar al país a la idea de país o al proyecto de nación que se acerca más a tu ideal mediante el voto. Aunque sí existe la incertidumbre, el simple hecho de que tampoco podemos asegurar que el voto es un ejercicio fútil, hace que valga la pena intentarlo. No hay otra forma de que una persona, de forma individual, pueda influir en las instituciones.
Las elecciones son el único momento en que tu voto vale tanto como el voto del señor de la televisión o de Slim, o de cualquier político. El conjunto de todas esas personas que comparten la visión de país sí influye en la trayectoria del país: le da legitimidad o no le da legitimidad a lo que sucede más adelante. El hecho de que gane X opción y X personas votaron por esa opción, al menos crea una obligación directamente con sus votantes, más allá de que ese cargo supone una obligación con la nación.
SPS: Mencionaste que hay condiciones económicas y políticas que impiden pensar en un escenario en el que la democracia, entendida como la participación a partir del voto, pudiera florecer y funcionar de manera óptima. Entonces, ¿qué medidas y qué medios consideras  que podrían utilizarse para mejorar la democracia en México?
DC: En economía hay algo que se llama la Ley de Wagner, que tiene la idea de que conforme una sociedad alcanza niveles más altos de desarrollo, esa sociedad demanda mejores instituciones de todo tipo, de servicios públicos, instituciones políticas, mayor democracia, etcétera. La causalidad va de mayor desarrollo a mayor democracia, no de mayor democracia a mayor desarrollo. Suponiendo que esa idea fuera correcta ─y la evidencia sugiere que lo es, al menos en el mediano o largo plazo─ la mejora de la democracia en México pasa por la política económica, pasa por la generación de empleos, pasa por mejores niveles de ingreso, pasa por el combate a la pobreza.
Pensar en un país más democrático implica atender los problemas de cohesión social, disminuir la desigualdad, mejorar los niveles de bienestar y la eficacia del gobierno, no solamente la eficiencia. Es muy difícil pensar que la gente tenga confianza y quiera participar si no ve que obtiene algo a cambio. Si tú no confías en que un bien público básico como la seguridad, el acceso al agua, a la salud, no se te va a proveer de manera efectiva o eficaz, empiezas a perder la capacidad de creer que por sólo votar el gobierno te va a traer algo.
Voto 18 4
SPS: ¿Considerarías que hay un proyecto de nación que, a largo plazo, pudiera cambiar las condiciones para hacer más democrático el proceso?
DC: Yo considero que López Obrador haría cosas encaminadas hacia eso, pero no puedo garantizarlo. Es sólo mi expectativa.
SPS: ¿El horizonte de posibilidades sería mayor?
DC: Exacto, está en el espectro de posibilidades. Continuar con el mismo régimen político dificulta pensar que es tierra fértil para algo nuevo, y lo que quieres es algo nuevo. Por necesidad se presta más crear algo distinto. Pudiera funcionar o no, pero la posibilidad está ahí.
SPS: ¿Crees que el INE puede organizar elecciones conforme lo que le mandata la constitución?
DC: Aquí es un rotundo no. Es un asunto que hemos discutido en Democracia Deliberada. Es un tema que yo en lo personal no he analizado mucho, pero he participado en algunas discusiones con gente que sí. El INE es una institución que ha pasado por un proceso de degradación muy fuerte, es un instituto que pasó de tener un alto nivel de credibilidad a estar en un pozo de no credibilidad. Eso hace muy difíciles sus tareas para 2018, por el mismo diseño institucional en el que ciertos partidos tienen control sobre algunos consejeros, que tiene reglas ad hoc pues en un estado permite que sea muy fácil fiscalizar algo y en otro no. El INE tiene un trabajo muy difícil, porque tiene como un año para limpiarse hacia adentro lo suficiente como para presentar un piso mínimo de equidad para la competencia, que espero que lo logre. Si en las elecciones, la sociedad se queda con una percepción de que no hubo juego limpio, de que se permitieron muchas cosas y que se taparon otras, podríamos estar hablando de la muerte del INE.
SPS: ¿La muerte literal del INE, es decir, la desaparición del instituto?
DC: Sí. Si salimos del proceso electoral del próximo año con un conflicto post-electoral, va a ser insostenible el mismo modelo. Sería una tragedia, porque es una institución en la que México ha invertido mucho tiempo y capital político. Se corre el riesgo de que la gente quede mucho más desencantada de la política de lo que ya lo está. Hará muy difícil que la gente vea en la política un medio para la transformación del país, y empujaría las cosas hacia falsas salidas, como lo que pasa con el ejército, con la Ley de Seguridad Interior, tendencias en ciertos grupos de la población ─que no diría que son mayoría, pero tampoco son despreciables─, hacía más autoritarismo. México es de los países que más desencanto tienen con la democracia. Pensemos que pasa una elección como la de 2006 y que resulte ser un caos, ¿qué va a hacer que las personas sigan creyendo que la vía democrática es viable para transformar al país?
SPS: Teniendo en cuenta estos dos polos, ¿qué papel crees que tiene la ciudadanía, en particular los jóvenes, para evitar lo peor y procurar que ocurra el mejor de los escenarios?
DC: Somos una sociedad muy politizada en el sentido de que hablamos mucho de la política, pero no participamos en la vida política. En la medida en que los jóvenes puedan involucrarse más en los asuntos públicos, incluso en términos locales, y se le quite el estigma de ser algo sucio o bajo, se podría cambiar la política a largo plazo. Otra forma sería tratar que los jóvenes participen más en las decisiones públicas. Una forma muy obvia de plasmarlo es la votación; no hay forma más masiva y contundente de participar en la vida pública que participar en las elecciones locales, estatales y federales. Es la forma de darle un empujón marginal a que las ideas que tienes del país pasen.
Es muy difícil ser joven y pensar a largo plazo, pero quizás lo importante es tener una idea de país. Eso parte del interés en la vida pública. Un tema importante es que existe una ignorancia política en México muy fuerte, en todas las edades, pero en los jóvenes es quizá más preocupante, porque los jóvenes hoy ya no van a ser jóvenes mañana, y conforme van creciendo van a tomar un rol más importante en la vida pública, por puro reemplazo biológico. Los políticos de ochenta años se van yendo y van llegando los de sesenta y se van yendo los de sesenta y van llegando los de cincuenta, y conforme creces es más probable que participes en estas cosas.
Voto 18 5
Con ignorancia política me refiero a que no se entiende cómo son las instituciones, cómo son los procesos de toma de decisiones, por qué hay un senado y no nada más una Cámara de Diputados, por qué es un congreso, qué es el Congreso de la Unión, por qué el presidente no decide todo, por qué tienes presidentes municipales, por qué tienes cierta estructura o entramado político. Eso importa, y no nada más importa para ti que eres politólogo, para ti que eres sociólogo, para mí que soy economista. Importa para ti como ciudadano, porque es el entramado en el que se van a tomar las decisiones que van a impactar en tu vida.
En México no tenemos mucho debate público, ese es un tema también muy importante y creo que ayudaría mucho recuperarlo. Tendríamos que aspirar a tratar de producir una sociedad mucho más inclusiva, mucho más horizontal que permita que la toma de decisiones sea vista como algo más atractivo, como algo en lo que tu opinión sí cuenta, que no sientas que eres un número más de quién sabe cuántos millones de personas. Habría que empezar por rescatar la vida local de las sociedades: si empiezas un movimiento en tu municipio, en tu colonia, etcétera, probablemente encuentres un gusto por lo público. Una vez que le encuentras el gusto a lo público, que entiendes por qué importa la discusión pública, ya no importa el nivel en el que lo quieras hacer.

En vivo