Por Gabriela Astorga
@Gastorgap
Hoy hace 82 años nació en Japón Yoko Ono, y sin duda merece ser celebrada. El asunto es ¿por qué? ¿Por qué la tenemos como un referente cultural del siglo XX? La respuesta más obvia e ingenua es por su relación con John Lennon. De hecho al buscar información sobre Ono, el 90% de las notas, biografías, reportajes o simples crónicas tienen en su primer párrafo (incluso en su primera oración) una referencia al ex beatle.
Y sí, pensamos en Yoko como la mitad de ese extraño ser de dos cabezas que pocas veces se separaba, y buscaba incansablemente la paz. Hay por ahí, incluso, quien aún cree que Yoko es famosa por haber sido la causa de la separación del famoso cuarteto de Liverpool.
Lo cierto es que, por más cliché que suene, Yoko Ono tuvo una vida antes de esa tarde de septiembre de 1966 en Londres, en que conoció a Lennon. Y lo conoció en una exposición en que ella era la artista promesa. Podríamos decir, entonces, que a Yoko Ono, la artista visual, lo peor que pudo sucederle fue conocer, casarse y mimetizarse con un beatle.

La Yoko pre Lennon formó parte del grupo Fluxus, junto con Joseph Beuys, John Cage, Eric Andersen, Robert Filliou, entre otros, al que introdujo a varios artistas japoneses, que lo nutrieron y redireccionaron después de la salida de algunos de sus miembros fundadores. La idea del grupo era disolver el arte en lo cotidiano, por lo que presentaban performances y exposiciones en lofts y pequeñas galerías.
El trabajo de Ono con Fluxus se concentró principalmente en performances y filmes experimentales. Una de sus piezas más conocidas es Cut Piece, el famoso performance en que los espectadores le cortaban la ropa. Pero Yoko llegó a realizar conciertos en que el público debía imaginar la música, o simplemente encender un cerillo y ver cómo poco a poco se consumía.
Y sí, lo sabemos, algunas de las obras de Yoko pueden parecernos sin chiste o incluso absurdas, pero debemos destacar que ella fue una protagonista importante en la época en que se definió lo que ahora conocemos como arte contemporáneo, arte conceptual, etcétera.
Después de su matrimonio con John Lennon, y por la misma dinámica que éste adquirió, Yoko Ono se vio de pronto inmersa en el efervescente mundo musical de finales de los años sesenta, que si bien se planteaba vanguardista y representó un cambio en la cultura, respondía a principios muy distintos a los que ella postuló. Así, de pronto apareció Yoko cantando, que nunca fue particularmente lo suyo, con John y sus cuates. Ahí se convirtió en un pez fuera del agua, en un territorio que la recibía por su relación con el beatle. Y fue un territorio del que ya nunca salió del todo: ahora la vemos echando el grito en Glastonbury, tratando de emular lo que hacía la Plastic Ono Band, una banda de la que se escucha la parte de Lennon, y el resto parece una excentricidad que debe ser soportada. Mientras que su fuerte, la parte visual, sigue quedando bajo la sombra de esa lucha por la paz, de ese matrimonio al que le falta una parte.
En fin, para celebrar sus bien conservados 82 años, les dejamos esta breve muestra del trabajo de Yoko. También les dejamos el documental The real Yoko Ono. Le ponemos unas grandes comillas al “Real”, pero sí ofrece un panorama de la artista antes de quedar reducida al papel de triste viuda que quieren seguir imponiéndole.