#BallenasBlancas. Hedy Lamarr, inventora y actriz
Hedy Lamarr. Desde siempre a las mujeres nos han dicho cómo debemos vernos. Además del cúmulo de estereotipos que varían muy poco a lo largo de la Historia, hay que considerar aquellos rasgos que, involuntariamente, las mujeres nos imponemos. Sobre todo en el ámbito laboral, solemos tener una idea de cómo debemos lucir, en qué tono hablar, con quién interactuar, para obtener el lugar y el respeto que nuestros méritos ya ganaron.
El Hollywood de los años 40 parece ser una etapa emblemática para hablar de mujeres condenadas a estereotipos. De una en especial: Hedy Lamarr, la mujer más hermosa del cine.
Hedy Lamarr nació como Hedwig Eva Maria Kiesler en la Viena de 1914, dentro de una adiderada familia judía. Reconocida desde pequeña como una niña superdotada, terminó la preparatoria a los 15 años. A los 19, mientras estudiaba ingeniería, empezó a hacer teatro.
Pionera y superdotada
En 1933, Hedwig era alumna del afamado director berlinés Max Reinhardt, y empezaba a destacar en el teatro. Ese año, hizo su primera y más aclamada película, Éxtasis. El filme de Gustav Machaty narra la historia de una joven que abandona a su severo y muy mayor marido para tener una aventura con un joven ingeniero. Es el primero en la historia del cine en mostrar un desnudo frontal femenino. Hedwig es reconocida también como la primera actriz en simular un orgasmo en la pantalla grande.
La película fue vetada en varios países, y prohibida por el Vaticano. Aunque Hedwig siempre se mostró orgullosa del filme, poco se sabe que la actriz aceptó grabar la escena del desnudo porque el director y el productor le aseguraron que no mostrarían sus partes íntimas, pero, sin avisarle, utilizaron lentes telefoto para hacer acercamientos. Poco se sabe también, que Hedwig tradujo el guión original en checo al alemán y al francés para que la película pudiera realizarse.
Cautiva y autodidacta
La fama de Éxtasis atrajo la atención de Friedrich Mandl, un magnate de la industria armamentística, que arregló un matrimonio con los padres de Hedwig. Una vez casada, fue obligada a dejar el cine y a convertirse al catolicismo. Mandl se obsesionó con desaparecer la carrera de Hedwig: intentó comprar todas las copias de Éxtasis, y bloqueó cualquier exhibición del filme.
Mandl intentó controlar cada aspecto de la vida de Hedwig. En sus memorias, la actriz aseguró que vivía encerrada y sólo podía desnudarse y bañarse si su esposo la vigilaba. En los largos periodos de encierro, Hedwig retomó de manera autodidacta sus estudios de ingeniería.
Para mediados de los años 30, Mandl mantenía una relación muy cercana con los gobiernos de Mussolini y de Hitler. En las reuniones con científicos y profesionales, Hedwig aprendió los principios de la tecnología armamentística de la época y revivió su pasión por la ciencia.
Un nuevo nombre
Para 1937, el matrimonio de la actriz era insostenible. Hay dos versiones sobre la forma en que Hedwig logró huir de su marido. Una cuenta que contrató a una asistente a la que, tras un breve romance, sedó para hacerse pasar por ella y escapar por la ventana de un restaurante. La otra versión indica que Hedwig convenció a su marido de usar todas sus joyas para una fiesta de la que escapó.
De cualquier manera, Hedwig logró llegar a París y, mas tarde a Londres. Ahí conoció a Louis B. Mayer, de la Metro-Goldwyn-Meyer, quien buscaba talentos en Europa. Tras obtener el divorcio y cambiarse el nombre a Hedy Lamarr, la actriz firmó un contrato con los estudios y se mudó a Hollywood.
La filmografía de Hedy Lamarr es nutrida y moderadamente exitosa. Compartió créditos con reconocidos actores y muy pronto se ganó el apelativo de “la mujer más hermosa del cine“. Algunos testimonios afirman que Hedy fue de las pocas actrices europeas que supo adaptarse al american way of life: sabía lo que se esperaba de una mujer hermosa y se obligaba a sí misma a cumplir con el papel, pese a su natural timidez.
A la guerra
A inicios de los años 40, Lamarr se dedicó a intentar sacar a su madre de Austria. Empezó a interesarse en el curso de la guerra, e intentó formar parte del Consejo Nacional de Inventores. Uno de los ingenieros le dijo que la mejor manera en que podía ayudar era usando su fama para vender bonos de guerra. Hedy lo hizo. Ofreció besos a cambio de bonos, y logró recaudar una enorme cantidad de fondos.
Simultáneamente, empezó a trabajar con Howard Hughes, con quien mantenía una relación. Hughes apoyó su talento como inventora e intentó ejecutar sus ideas para mejorar los aviones de combate.
En esa época, Lamarr se unió al compositor y pianista George Ateheil para crear el Sistema de Comunicaciones Secreto. La idea surgió para evitar que los torpedos controlados por radio fueran intervenidos por los enemigos del Eje. El sistema funcionaba con ochenta y ocho frecuencias, equivalentes a las teclas de una pianola, y hacía saltar señales de transmisión entre las frecuencias del espectro magnético.
Créditos y mala fortuna de Hedy Lamarr
Lamarr y Ateheil obtuvieron la patente por su sistema. Sin embargo, la Marina Estadounidense se negó a utilizarlo por no haber sido creado por el ejército. Sin embargo, el invento, considerado el antecedente del bluetooth y el wi-fi, fue utilizado años más tarde durante la Crisis de los misiles y en la Guerra de Vietnam.
El reconocimiento del Sistema de Comunicación Secreto no tocaría a Hedy Lamar. Al registrar la patente con su nombre de casada, Hedy Kiesler Markey, no disfrutó de los beneficios económicos ni del prestigio de su invento.
El Retiro
Para los años 50, Hedy había terminado su contrato con la MGMS y con Paramount. Su carrera en el cine iba en declive, iba por el quinto divorcio y tenía problemas económicos. Su problemas de cleptomanía se hicieron evidentes y la crisis se profundizó.
Retirada del cine, vendió sus propiedades para poder sobrevivir con sus tres hijos. En 1966, la MGMS le ofreció publicar su autobiografía. Dos escritores le dieron forma a horas de entrevista, pero el resultado final no fue del agrado de Lamarr. Demandó a la compañía, pero no pudo evitar la salida del libro que se enfocaba demasiado en su vida sexual.
En los años 80, estaba tan alejada del cine, que la compañía Corel la creyó muerta y usó su imagen para una campaña publicitaria. Lamarr demandó y obtuvo una indeminización de seis millones de dólares.
Hedy Lamarr pasó sus últimos años prácticamente encerrada en su casa. Se negaba a salir y se comunicaba con su familia sólo por teléfono. Llegó a pasar hasta siete horas haciendo llamadas. En esa última etapa de su vida se basa el documental Calling Hedy Lamar, estrenado en 2004, después de su muerte.
Legado de Hedy Lamarr
Hedy Lamarr murió en el año 2000 de un enfermedad cardíaca. Tres años antes, fue la primera mujer en ser reconocida con el Premio BULBIE Gnass Spirit of Achievement, conocido como el Óscar de los Inventos. En 2014, fue introducida en el National Inventors Hall of Fame. Su patente del Sistema Secreto de Comunicación fue totalmente reconocida como un parteaguas en las telecomunicaciones.
En 2017, se estrenó el documental Bombshell: The Hedy Lamarr Story, de la directora Alexandra Dean. El filme intenta recorrer la vida de Hedy poniendo el acento tanto en su belleza como en su talento como inventora. En palabras de Dean, hizo el documental porque, en su experiencia, “nuestra cultura tiene un gran problema para financiar a inventores que no se parecen a Thomas Edison”.
Habría que agregar que nuestra cultura tiene problemas para aceptar a quien se sale de los estereotipos, pero es aún más cruel con quien es capaz de seguir el juego y sobrevivir a él. Con quien es capaz de verse, actuar, sonar, pensar como los demás esperan y, al mismo tiempo, como nunca se imaginaron que pudiera llegar a ser por méritos propios.
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Gabriela Astorga – @Gastorgap
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