Nrmal 2020. Todo es un funeral

Una semana antes del Nrmal 2020 murió un hermano de mi madre. Dejó tras de sí confusión, dolores y nostalgias dulces. Su funeral fue extraño: un lugar feo, lleno de ecos, luces estáticas y rodeado de la gente a la que no quiso, o tal vez quiso a su manera; sin embargo tengo claro que no nos quería ahí, en ese momento, porque le daba verguenza la familia, la vida y el ridículo. Y eso le regalamos en su muerte. Seguramente él pensaba que su funeral estaría lleno de ministros y lumbreras, pero no, sólo su ridícula familia tratando de recordar el Padre Nuestro entre risas, mientras debatía sobre las esencias cristianas del pueblo mexicano frente al gran hecho de la vida: la muerte.
En los últimos tres años han muerto ocho hermanos de mi madre. La vida nos ha regalado la oportunidad de no terminar este gozoso funeral. Murió mi tía, murió mi tío, y así hasta contar ocho. Quedan cuatro puntos suspensivos y poca reflexión; aún no me alcanza la muerte que me invite a vivir como si fuera mi último día, no obstante, estoy de funeral todos los días, y el Nrmal 2020 se sintió como parte de este funeral.
Nrmal 2020
Evidentemente estoy deprimido, pero no estoy triste. Estoy tranquilo esperando lo inevitable, o lo que sea que se me presente como inevitable. Más bien lidiando con la idea de eso que será, la muerte por ejemplo, pero también sus diferentes caras: los límites de la amistad, el amor, la voluntad y la fortuna. O el inicio del Nrmal 2020.
La mañana del 7 de marzo del 2020 llegamos temprano al Deportivo Lomas Altas. Muchos objetivos en el radar. Teníamos que apoyar al Nrmal que acababa de perder un acto, aplaudir a las bandas abridoras que, tristemente, eran las nacionales, y llevar a cabo todos los procesos de acreditación.
“De regreso a casa”, esa era la emoción, como cada año estábamos empezando una jornada que siempre es pura ilusión y sorpresa. Pero no dejó de sentirse la reducción de todo: el espacio, la asistencia, los escenarios. Sin embargo, este festival siempre muta, siempre se propone lo que sigue, o su contrario. Entonces, en vez de apostar por la decepción, lo correcto es entregarse al beneficio de la duda.
Con el sol presumiendo una actitud asesina, comenzó Fumata. Saludaron con un “buenas noches”, y me dije, “esta banda no se anda con mamadas”, para comenzar con la tortura de los transistores. ¿Han imaginado cuánto dolor puede soportar una bocina, o una cuerda o una garganta? Estos cuatro de negro lo exponen. Canciones pastosas y tensas como globos a punto de reventar. El guitarrista usando el intrumento como si fuera una brocha gorda, el baterista llamando a la acción a los que habían huido, el bajista entregando bloques sólidos de brutalidad mientras inflaba la cara y se desplomaba sobre su propia espina dorsal, y el cantante serio, casi asustado, dejando que su enorme cabellera negra cayera sobre su rostro mientras se reventaba la garganta. Un acto mexicano impresionante y monolítico, digno para comenzar, a pesar de que ese fuera su horario antinatural, a pesar de lo inevitable de la noche que la banda entregó a pleno día.


¿Quieres ser mi amigo?
De una u otra manera el Nrmal, o su búsqueda, está agotado. Ahora su fuerza reside en dos profundos pozos: todos ellos, los asistentes, que hicieron que este sábado se sintiera como una reunión de exalumnos, con puro abrazo apretado, y su inmensa capacidad para la renovación. Nadie puede saber el futuro, pero sí se puede reconocer lo que no funcionó en el pasado. Y no para caer en el lugar común de no repetir los errores, sino para pensar el error como realmente es, una marca de identidad. El Nrmal es pura personalidad, y tenemos que reconocerlo.
El perfil de esta gran fiesta ya es el intento, y como intento constante, se vale perder la gravedad y opinar sin más argumentación que el puño pegado al pecho. Y yo me perdí mucho dentro de este discurso.
Jackie Mendoza está bien, pero es un acto que uno ha visto mil veces. Suena a ella, a veces suena a aquella y casi siempre suena a esa otra. Eso sí, se viste bien y maneja colores galácticos, corte de cabello impecable y gafa oscura. Aburrida, onanista, pedante y con poco para ofrecer. Por el momento no es un acto en vivo sino un evento de redes sociales, y eso es notorio.


Mateo Kingman brilló y brilló y se sintió como imaginábamos que se sentiría: profundo y denso. Un músico espectacular con talentos estelares que se hizo del escenario y lo manipuló como si se tratara de barro. Nos notamos estereotípicos frente a él, esperando humos y plumas de colores. El continente está ya en otro lugar, y en otro tiempo. No olvida, pero camina, y este ecuatoriano es un síntoma claro de futuro.


Dame el boleto
Wand se soñó salvaje y cubierto de tierra, y al abrir los ojos era un niño blanco y bien cinceleado, pero con el corazón muy rojo. Si el Nrmal se presume como el lugar para descubrir a tu nueva banda favorita, a mí me pasó con los de Los Ángeles. Eléctricos, pasivo agresivos, matemáticos y modelos de Vogue. Todo al mismo tiempo.


BEA1991 resultó más pálida que las mismas nubes que estaban coronando la tarde en el Deportivo Lomas Altas. También resultó igual de ingrávida y mutable. Una presentación que se planteó demasiado y acabó en invitación a conocerla más, seguida de un berrinche anticlimático de los que siempre se deben celebrar.


The Sea And The Cake me demostró que no estoy ya para todo ni para todos. Me acerqué con verdadera emoción, sobre todo por las buenas referencias que amigos tenían de la banda legendaria. Pero no, sin conexión, sin interés y con franca flojera. No fue lo mío y me aclaró que uno es tan indie como se lo quiera uno imaginar; pero hay otros más indie, y ellos ganan.


Byetone me invitó a dar una vuelta por el lugar. Saludar a amigos que veo una vez al año. Comprar algo de comer y sentarme en el pasto a dejar que la saturación digital dejara de alterarme el pulso. Los que saben dicen que fue una maravilla. Pero yo no sé, y estoy muy tranquilo al respecto.


Y Bush Tetras con un profundo y contundente ay, dios mío. Aquí es donde el festival se justifica y se explica a sí mismo. Una rola, una banda, un trabajo por descubrir. Pero más que música, actitud, y más que talento, discurso. Estos son los momentos que regala a la CDMX el Nrmal. Momentos para estar a lo lejos y saber que uno se paró ahí sin saber a qué se le aplaudía, pero aplaudiendo como un mono atrapando palomillas. Experiencia y experiencias en unos cuantos metros cuadrados, y ROCK AND ROLL.


Tristeza cósmica
Inevitables y gozosos funerales. Al final, tal vez estamos asistiendo constantemente a un funeral, colectivo o personal. El funeral de una tarde por ejemplo, la despedida absoluta de un instante que ya nadie puede asegurar que existió. Cuando mi madre vio la caja de cenizas de su hermano tuvo un gesto bonito. Posó su mano sobre la caja de madera y dijo su nombre en diminutivo. Algo frente a ella no era lo que ella tocaba, pero algo en ella moría. No creo siquiera que estuviera triste, pero sé que estaba viviendo algo. Paradójico, por decir lo menos. Vivir intensamente gracias a la muerte, reír intensamente en una despedida, amar intensamente frente a un corazón roto.
Yo creo que Juana Molina sabe de corazones rotos. Todo mundo me dice que fue lo mejor de la jornada, pero yo creo que a esa hora todo mundo ya estaba muy drogado. Sin embargo, algo es indiscutible, Juana Molina es una voz con su propio lenguaje. Todos, mientras tocaba, nos sentimos sentidos y apelados. Pero no creo que nadie pueda comprender lo que sucede de la cabeza a los labios de la argentina. Sí es mágica. No fue lo mejor del funeral, pero sí lo más inquietante. Canción tras canción estábamos cada vez más perdidos en lo azul. Momento a momento algo perdíamos. Y la luna enorme, asomada también, silenciosa también, como rezando con todos. Si Molina hubiera dicho en ese instante que invitaba a seguirla a una montaña, seguramente muchos lo hubieran dejado todo, seguramente no se hubieran despedido de nadie. Y apenas dijo alguna cosa, un saludo mínimo; pero verla sonreír con sus músicos o bailar como conejo, incluso elaborar sobre el error y lo inevitable esa noche de finales, se sentía profundo. Tal vez sí fue lo mejor en Nrmal 2020, pero no lo creo, de nuevo, todo mundo estaba drogado.




Somos Flying Lotus
Lo mejor del Nrmal 2020 fue Belafonte Sensacional. No es sorpresa que lo diga. Tampoco es sorpresa que no me crean. Si no lo afirman conmigo, están en su derecho, pero están en el error. La verdad concede estos actos de petulancia. Y ésta es la verdad.
Fui el primero en llegar a su escenario. Vi el montaje como un niño y claro que soy fan. ¿Cómo no vamos a ser fans de la banda que habla por la totalidad de lo que entendemos como CDMX? Subieron al escenario. Comenzaron. Un parpadeo. Terminaron. ¿Qué terminó cuando terminaron? No lo sé. Por eso fue tan importante. Algo en el tiempo se dislocó. Me morí. Todos estaban en mi funeral. Les podía ver las caras. Pero nadie me veía a mí. Podía levantarme sobre todas las cabezas, escucharlos respirar. Canción tras canción me volví un todos. Yo era la CDMX, éramos la CDMX. Ahí, en ese instante, bailando en círculos junto a Israel, sacando la lengua con elAle, gritando con el Gober, cerrando los ojos con Cristobal, sonriendo con Perritos, soplando con Choby, respirando con Pablito, saltando con Miroux.
¿Acto principal? No. Acto fundamental, que redefine y postula una nueva organización geográfica en las posibilidades de la música mexicana. ¿Exagero? Sí. ¿Es necesario exagerar? Sí, es necesario gritar, seguir corriendo de la policia, defender nuestras palabras, nuestras expresiones y miradas. Belafonte Sensacional es todo eso. No es una banda, es un momento en el que no estamos pensando en probabilidades ni estamos haciendo pronósticos. Es esperanza, calor. Es futuro. Lo que pasó en el Nrmal 2020 no tiene explicación. Comenzaron. Un parpadeo. Terminaron. Estuvimos vivos y muertos con la música de nuestro funeral.












Nrmal 2021
Y sí. El Nrmal, como se ha presentado este año, no puede continuar. Se perdió el tránsito, se perdió la respiración. Se ha volado tan cerca del sol que las alas se están derritiendo. Como en una buena celebración familiar, nos encontramos, nos abrazamos, nos despedimos y esperamos el siguiente año. ¿Estaremos vivos?
Los organizadores del festival tienen mucho de qué sentirse orgullosos. Ahora toca empezar de cero. Renovarse. Revolucionar como siempre. Entregarlo todo otra vez. Ya tienen a su familia, ya tienen el corazón de toda una ciudad. Sólo se deben despedir, posar la mano sobre la urna y hablar en diminutivo.
Evidentemente estamos tristes. Pero es inevitable, como era inevitable que mi tío muriera o que mi madre llorara, o que mi madre muera y yo la llore. Tristes, no deprimidos, y tranquilos con los amigos, rodeados siempre de amigos, amigos de funeral, de verlos de vez en cuando, de verlos vivos y después asumirlos muertos y pasar de funeral todo el año. Y el funeral de Nrmal 2020, o de Nrmal en su totalidad y su abrumadora belleza, es mi funeral, fue mi funeral y será mi funeral, porque yo soy Nrmal y yo soy la CDMX y mi familia celebra y se despide de cada segundo en un parque para cantar sobre el futuro. Gozoso funeral de vida y ridículo, funeral de amigos entre amigos, entre las canciones que nos dieron sentido.
Adios, Nrmal. Hola, Nrmal, ¿quieres ser mi amigo?
Dedicado a los locos que nos acompañaron en el #BelafonteALas8.

Benjamín E. Morales – @tuministro
Fotografías de Óscar Suárez Alemán – @casitremendo