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Jean-Luc Godard: libertad creativa en el arte y el suicidio

Jean-Luc Godard

El pasado 13 de septiembre de 2022, el cineasta francés Jean-Luc Godard decidió despedirse de este mundo mediante un suicidio asistido. Al parecer, su muerte fue igual de enigmática y sorpresiva que su vida. Sin embargo, su originalidad no sólo residió en su vasta producción cinematográfica, sino también en las ideas artísticas que defendió con ímpetu hasta el día de su muerte: entre ellas, la importancia de la libertad creativa.

Subversión artística

Aunque uno podría analizar a detalle su extensa filmografía, generalizar o sistematizar su poética a un elemento en particular sería un intento vano. Considero esto porque – desde el comienzo de su carrera – Godard se distinguió por su rebelde subversión. En realidad, al francés nunca le interesó ser comprendido por el espectador. Al contrario, lo que buscó en su larga carrera fílmica fue agitar y enfrentar al espectador ante un misterio comprensible sólo a partir de las imágenes.

Ahora bien, aunque su producción cinematográfica siempre tuvo la capacidad de causar placer visual, su objetivo central se redujo a estimular cognitiva y emocionalmente. Sus obras, al final del día, estaban destinadas a ser pensadas antes de ser consumidas pasivamente. Por ello, algunos críticos llegaron a considerar a Godard como el pionero del video-ensayo, pues en cada una de sus películas logró introducir un elemento filosófico sumamente novedoso. 

Nouvelle Vague

Empezaba la década de 1950 en Francia. En ese entonces, Godard apenas había acabado sus estudios y no contaba con el dinero suficiente para grabar las películas que imaginaba. Sin embargo, ese tiempo de ocio le dio al francés la oportunidad de juntarse con unos cuantos amigos a escribir y discutir sobre cine. Coincidentemente, en esas noches de desvelo y borrachera surgirían las ideas que darían luz a la Nouvelle Vague. Este movimiento artístico y vanguardista (conformado por Jean-Luc Godard, Francois Truffaut, Jacques Rivette, Erich Rohmer, entre otros) se dispuso a renovar el lenguaje cinematográfico partiendo de su descontento con el insípido automatismo de Hollywood

Godard y Francois Truffaut

Ahora bien, su propuesta artística se basaba enteramente en la libertad creativa. Es decir, puesto que su objetivo era la renovación de la fórmula cinematográfica convencional, para los integrantes de la Nouvelle Vague fue indispensable contar con la suficiente libertad creativa como para romper las reglas preestablecidas. No es que los cineastas de la Nouvelle Vague despreciaran por completo el cine de su época, sino que les interesaba explorar maneras distintas y novedosas de hacer cine

Las técnicas cinematográficas que utilizaron en sus películas (sobre todo en el montaje y el movimiento de cámara) además de ser sumamente innovadoras, resultaron ser una manera de recortar presupuesto a la película. En pocas palabras, los integrantes de la Nouvelle Vague se comprometieron a desautomatizar los métodos del cine convencional (tales como el estatismo de la cámara o el encadenamiento lógico entre tomas). Después de todo, estos cineastas franceses no sólo cambiaron la forma del cine, sino que también cambiaron la forma de hacer cine. Entre tantas aportaciones cinematográficas, por ejemplo, la Nouvelle Vague decidió alejarse de los estandartes del set para llevar la cámara a la vida cotidiana.

Filosofía de vida

En algún momento de su vida, Godard llegó a afirmar que una pareja que no comparte el mismo gusto en películas está condenada a divorciarse. Aunque nunca sabremos si esa fue la razón por la cual se separó de sus dos esposas (Anne Wiazemsky y Anna Karina), la idea sigue demostrando su infalible terquedad. Esta “filosofía de vida”, así pues, muestra que Godard fue un artista y un director quisquilloso que nunca se vio dispuesto a doblegar su visión.

Godard y Anna Karina

Después de haber estrenado películas como El pequeño soldado, Banda aparte, Masculino Femenino, Vivir su vida y Pierrot el loco, Godard decide utilizar su actitud y filosofía revolucionaria en favor del movimiento estudiantil francés de 1968. Parecería que, en ese momento, Godard encontraría la vía ideal para expresar su visión tanto a nivel personal y político como a nivel artístico. Es decir, de pronto su radicalidad se vio en el contexto perfecto para expresarse e incentivar un cambio de paradigma. 

Sin embargo, ese espíritu revolucionario lo conduciría a dirigir películas que serían despreciadas como incomprensibles por la crítica. Entre ellas, se destacan películas como Adiós al lenguaje o El libro de las imágenes, las cuáles se terminaron por desvincular completamente de los convencionalismos del cine contemporáneo. Estas últimas películas se distinguen principalmente por alejarse del aspecto narrativo en el cine para enfocarse más en su aspecto visual.

Suicidio asistido

Como director, a Godard nunca le gustó dejar sus decisiones creativas en manos de otro. Después de todo, se trata de un hombre que llegó a afirmar que “la gente es esclava de sus probabilidades”. Tal vez por eso tampoco se sintió cómodo dejando su muerte en manos del destino: porque nunca quiso doblegar su autonomía ante las presiones del mundo. 

Hace sentido que un artista que procuró tanta libertad creativa para producir y dirigir películas también la haya necesitado en el momento de su muerte. Al final de todo, su terquedad como artista se vio expresada también hasta en los últimos segundos de su vida. Es decir, Godard nunca se sintió cómodo en dejar sus decisiones en manos ajenas: ni las creativas, ni mucho menos las suicidas.


Tomás Lujambio / @tlujambiot