Louis le Prince: una desaparición detrás de cámaras
Uno de los misterios más grandes en torno a la historia del cine sucedió – curiosamente – detrás de cámaras. Se trata de la desaparición del proclamado “padre del cine”: el francés Louis le Prince. Paradójicamente, antes de que los celulares tuvieran la capacidad de grabar todo a su alrededor, el cineasta francés desapareció sin dejar ningún tipo de registro. Es decir, resulta curioso pensar que un artista que aportó tantas cosas a la modernidad del siglo XIX haya desaparecido del mundo de una forma igualmente moderna: abordando la línea de un tren recién inaugurado.
Aunque la historia con H mayúscula suele adjudicar la invención de las primeras cámaras cinematográficas a los hermanos Lumière, resulta necesario reconocer que le Prince ya había hecho trabajos similares unos años antes que sus compatriotas. Sin embargo, su misteriosa desaparición en 1890 le impidió ser debidamente reconocido por los anales de la historia.
Vida personal y académica
Louis le Prince nació en la ciudad francesa de Metz en 1844. El francés estudió química en Leipzig y llegó a trabajar en una fábrica de válvulas fundada por uno de sus amigos de la facultad: la compañía inglesa Whitley Partners of Hunslet. Ya en Inglaterra, le Prince se casa con Elizabeth Whitley en 1869, una actriz frustrada que era hermana de su amigo. Para 1871, la pareja recién casada inauguró una escuela de arte aplicada, bautizada bajo el nombre de Leeds Technical School of Art.
Ahora bien, sus primeros acercamientos a la fotografía se los debe a su padre, quien trabajó en el taller fotográfico de Louis Jacques Mandé (uno de los pioneros de la fotografía en Francia). Gracias a lo aprendido en esos años, le Prince adquirió una gran fama por sus retratos fotográficos durante su estancia en Inglaterra. Esta labor fotográfica lo condujo a ser encomendado por la realeza a retratar a la reina Victoria y, más adelante, al primer ministro William Gladstone.
Durante los inicios de 1881, el químico francés volvería a nutrir su interés por la fotografía. Durante ese año, le Prince fue trasladado a Estados Unidos como agente de la compañía de Whitley Partner. Sin embargo, tras acabar su contrato decidió convertirse en gerente de un grupo de artistas franceses. Ya en territorio norteamericano, los cambios que trajo la Revolución Industrial inspiraron al francés a convertirse en el primer hombre en registrar cinematográficamente el intenso movimiento industrial y urbano del siglo XIX.
Interés por la fotografía
En resumidas cuentas, Louis le Prince fue un burgués adinerado que decidió invertir su dinero en la elaboración de cámaras fotográficas. El francés decidió apostar por la llegada de un séptimo arte que ya se vislumbraba en el horizonte, pero que pocos se atrevían a desarrollar. Su objetivo era simple: registrar los cambios paradigmáticos de la modernidad.
Durante su periodo en Nueva York, por ejemplo, le Prince continuó sus experimentos en torno a la elaboración de cámaras fotográficas. Dado que conocía con profundidad el funcionamiento interno de las cámaras, su labor se centró en encontrar el material ideal (papel) para imprimir movimiento a sus imágenes. Ahora bien, aunque los inventos cinematográficos realizados durante su estancia en Estados Unidos no fueron exitosos, para su regreso a Inglaterra le Prince logró patentar la cámara que permitió registrar su primera grabación.
Inspirado por lo aprendido en el taller fotográfico de su padre, le Prince construyó y patentó en 1888 un lente de cámara cinematográfica con el cual filmó su primer cortometraje: La escena del jardín de Roundhay. Esta cinta es considerada como la primera secuencia de imágenes en movimiento en toda la historia a pesar de su corta duración (2 segundos).
Ya inventada y patentada la primera cámara cinematográfica, le Prince decide grabar elementos urbanos que distinguieron la llegada de la modernidad. Registró, por ejemplo, tanto a los tranvías eléctricos en movimiento como a peatones trasladándose por un puente en Leeds. En ese momento, el cinematógrafo francés tuvo la oportunidad de proyectar sus grabaciones sobre una tela en la ciudad inglesa. Sin embargo, el inventor desapareció misteriosamente antes de tener la oportunidad de cumplir su sueño: proyectar sus películas en Nueva York. Desafortunadamente, su obra fílmica nunca llegó a la meca de la modernidad.
Desaparición en tren
Resulta bastante irónico que un sujeto que se dedicó a inventar una herramienta para registrar los movimientos del mundo se haya esfumado de la vida sin ningún tipo de contenido que haya registrado sus últimos movimientos. Sin embargo, el último que tuvo la oportunidad de ver esos movimientos fue su hermano Albert. Para desgracia de ambos, Albert y Louis se despidieron en la estación de Dijon sin saber lo que el destino deparaba durante su trayecto a París en 1890.
Se sigue debatiendo qué pudo haber sucedido en esas escasas horas de traslado en tren. Sin embargo, lo sucedido ahí le impidió a le Prince seguir proyectando sus películas. Ahora bien, aunque la búsqueda del cineasta fue propulsada por un grupo de artistas parisinos, la investigación policiaca no rindió fruto alguno. Se recorrió todo el tren en busca de rastros de le Prince pero no se encontró absolutamente nada: ni cuerpo, ni huellas, ni películas. El tren siguió su rumbo, pero dejó atrás una incógnita, una sospecha, una pregunta eterna.
Algunas personas sostienen la hipótesis de que le Prince fue asesinado por Thomas Alva Edison. La teoría afirma que el norteamericano mató a le Prince con el fin de ganar las regalías por la invención de la cámara cinematográfica. Pero semejantes declaraciones continúan siendo pura conjetura. Otros afirman que se pudo tratar de un suicidio. Sin embargo, el misterio sigue sin resolverse y – probablemente – permanezca sin hacerlo.
Desafortunadamente, el impulso de le Prince por inventar cámaras que tuvieran la capacidad de registrar los pormenores de la vida no llegaron lo suficientemente rápido. Aunque nadie estuvo ahí para grabar las razones y las circunstancias que condujeron al francés a su desafortunada desaparición, nosotros lo mantendremos grabado en nuestra memoria no sólo como un gran inventor, sino – sobre todo – como el verdadero padre del cine.
Tomás Lujambio / @tlujambiot