Callar es silenciar la propia realidad como mujer y ponerse bajo la dominación masculina
Annie Ernaux
Hablemos del Nobel de Literatura. No soy una persona aficionada a las premiaciones de ninguna disciplina, por lo que en gran medida me declaro ignorante en el tema. Mis conocimientos al respecto se limitan a saber más o menos las razones del veredicto final. La molestia de revisarlas me la tomo solo con uno que otro premio, ya saben, para estar al tanto. Pero el Nobel de Literatura de este año trastocó mi vida un poco más de lo habitual porque, sin querer queriendo y por encargo de una profesora, leí algo de la obra de Annie Ernaux con la etiqueta del galardón en la portada como tarjeta de presentación. Ahora me encuentro aquí tratando de compartirles algo de lo que, creo yo, acontece dentro y fuera de ella y su escritura.
Escritura viva
Annie nació en Francia en 1940. Es hija de una familia obrera, y su gusto por la literatura le llegó muy pronto por influencia de su madre quien, según dice Ernaux, la prefería leyendo una novela que tejiendo o bordando. Cuando llegó a la adolescencia supo que no había otra manera de pasar su vida que no fuese leyendo. Por eso no fue extraño que eligiera su vocación tan naturalmente, y optara por embarcarse en la carrera de estudios literarios.
A los 19 años fue acreedora de una beca universitaria en una escuela burguesa, cosa que cambiaría su visión de sí misma y el mundo. Más tarde, Annie Ernaux habló de esta experiencia en su obra literaria: la de salir de su clase social e integrarse a tropiezos en otra de la que no se sentía parte. A este fragmento de su vida, Ernaux lo definió como tránsfuga de clase, un término que ya existía y se adaptaba perfecto a ella. Este concepto hace referencia a las personas que accedieron a una educación superior y a una mejor calidad de vida a la que se espera. Annie habla de la vergüenza infundida y experimentada a raíz de esto, de su sentir, como si hubiese traicionado a su raza.
Luego, la escritora se aventuró a hablar de otras cosas no menos personales y significativas para ella y para muchas. Escribió sobre ser escritora, estudiante, hija, amiga, madre, mujer. La escritura de Annie Ernaux es en gran medida autobiográfica o, como ella misma la define, autoficcional. Toma fragmentos de su propia vida, y los plasma con una maestría literaria envidiable, en una narrativa que es personal, pero que trasciende de sí misma.
El Acontecimiento
No puedo decir si la intención de la autora llegó a buen puerto en la totalidad de su escritura, pero que haya ganado el Nobel es un buen indicio de que sí. No he leído toda su obra. Además de su discurso de aceptación al Nobel, el resto de mis conocimientos se limitan a lo que terceros han dicho sobre ella. Lo que sí puedo decir es que al menos El Acontecimiento llegó a mis manos por obligación, y se quedó en ellas con el más grande gusto.
Este libro de Annie Ernaux relata su propia experiencia de aborto cuando se encontraba estudiando su carrera. Es testimonio escrito de una realidad abominable que no se siente lejana. Retrata un mundo que criminaliza el ejercicio de nuestra sexualidad, que irrumpe en la autonomía del cuerpo femenino y penaliza el aborto con cárcel. Un mundo que nos obliga a parir y gestar la culpa en el vientre; en el que Annie tenía que ocultar su pesar, pero aún más su deseo de no ser madre.
La escritora francesa interrumpió su embarazo en la clandestinidad, en la connotación del pecado y de lo prohibido. Casi nadie le ayudó porque no querían ser señalados como complices de un asesinato, y quien le tendió la mano lo hizo más por morbo que por solidaridad. Annie Ernaux estaba sistemáticamente sentenciada y sola.
Mirar dentro y fuera de sí
Cuando hablamos de problemas sistémicos, parece casi imprescindible ubicar el problema en tiempo y espacio. En este caso tal vez el espacio salga sobrando. Lo que Annie estaba viviendo en los 60, lo estaban viviendo millones de mujeres en todo el mundo. Lo viven millones de mujeres hoy. Annie Ernaux es galardonada por atreverse a tomar la pluma y plasmar en su propia experiencia una experiencia colectiva.
La escritora francesa abarca en El Acontecimiento mucho más que el tema del aborto. Habla de ser mujer y del privilegio de no serlo; del peso que representa venir de un hogar y sociedad conservadoras. De la vergüenza. De las marcas de clase, y de que el acceso a la decisiones también lleva signo de pesos (o de euros, en su caso). Annie Ernaux rompió el silencio hablando de él. Y de la soledad, sobre todo habló de la soledad.
El hecho de que la forma en la que yo viví la experiencia del aborto, la clandestinidad, forme parte del pasado no me parece un motivo válido para que se siga ocultando. La ley, que casi siempre se considera justa, cae en la paradoja de obligar a las antiguas víctimas a callarse porque “todo aquello ya se acabó”, haciendo que lo que sucedió continúe oculto bajo el mismo silencio de entonces.
Annie Ernaux
Auto-sociobiografía
Algo que Annie Ernaux entendió muy pronto y muy bien es que nada de lo que le sucedía solo le sucedía a ella. Annie no fue la primera ni la última becaria en una escuela de gente rica, y si el término de transfuga de clase le resuena tan bien es porque hay otros, como yo misma –no muchos, pero sí los suficientes– como ella.
Lo mismo sucede con el resto de los temas que se entretejen en su vida y obra, especialmente los que tienen que ver con la brecha de género. En alguna ocasión le preguntaron a la autora si ella es feminista, a lo que ella respondió si acaso había manera de no serlo. Declaró tan absurda la posibilidad como lo es seguir siendo conservador y de derecha aún en nuestros tiempos. Con ese mismo deslizar natural de la razón al que apela la autora, Ernaux se deja ir en su escritura.
Por otro lado, Annie Ernaux se percató de algo aún más importante. Casi nadie había hablado de lo que significaba ser como ella. Bien lo relata en El Acontecimiento, que en el momento en el que buscó refugio en donde siempre lo encontraba, en los libros, no encontró nada. El 90% de su bagaje literario era masculino y ni por error hablaba de lo que estaba viviendo, y mucho menos de cómo lo estaba viviendo.
La escritora francesa se vio a sí misma como la regla, y no como la excepción, y que a pesar de eso podía sentirse infinitamente sola. Entendió lo significativo que era eso, y transformó su desconcierto y tristeza en coraje. Así Ernaux lo expresó en su discurso de aceptación del Nobel: “Y quise describir todo lo que le sucedió a mi cuerpo de chica, el descubrimiento del placer, la regla. Así, en ese primer libro, publicado en 1974, sin que fuera entonces consciente, se encontraba definida el área en la que ubicaría mi trabajo de escritura, un área a la vez social y feminista. Vengar a mi raza y vengar a mi sexo serían una sola y misma cosa a partir de entonces”.
Ejercer nuestra voz
Sin necesidad de compartir con Ernaux la experiencia de un aborto, su obra aborda temas que para todas nosotras son universales. Desde cuestionarnos nuestro deseo de maternar, hasta las pláticas incómodas con nuestras propias madres o abuelas que aún pesan nuestra valía en torno a nuestra vida sexual.
La voz literaria de Annie Ernaux nos inquieta e incomoda en la misma medida que nos hace sentir acompañadas. De una forma muy extraña pero bella, “por su precisión quirúrgica”, la autora nos remite en todo momento la experiencia de ser una mujer como ella. Su alta conciencia de su posición en el mundo vuelve sus relatos aterradoramente precisos y personales para todas quienes nos acercamos a leerla.
Los libros de Ernaux son valiosos desde su concepción porque parten del yo y se aferran al sentido colectivo de una experiencia personal. En su voz encontramos la nuestra, en femenino genérico. Se deshace de preciosismos y de metáforas, saca a la luz lo que nos enseñaron a mantener oculto, y en la crudeza de su palabra encontramos una gran humanidad.
Sus textos son revolucionarios porque sacan la autoficción de un ejercicio narcisista –como fue más propio del romanticismo–, y lo lleva a lo social y lo político. Annie mantiene sus relatos en lo cotidiano y en lo colectivo, porque es ahí donde de verdad importa y acontece lo social político. Entonces, entendemos la trascendencia de su narrativa porque en ella nos encontramos a nosotras, su palabra se vuelve nuestra verdad. Hallamos que sus libros son algo así como un monólogo, en el que en el “uno” cabemos todas.
Letras chiquitas (siéntase libre de no leer o ignorar)
Una buena noticia es que un premio como el Nobel pondrá su obra completa en primera fila de las librerías, y con precios más accesibles. La otra buena noticia es saber que mujeres como ella ya hicieron lo que a muchas nos aterra: dar el primer paso. Quizá escritoras como yo podamos simplemente tratar de seguirle la pista, o limitarnos a agradecer, y dar nuestros propios primeros pasos. La mejor invitación de Annie Ernaux para leer sus libros es leer sus libros. La mejor invitación para escribir bajo nuestra voz es empezar a hacerlo.
Por otro lado, la mala noticia es que Annie Ernaux ya hizo ruido, un escándalo a nivel popular y académico. Se levantó y voltearon a vernos. Y detrás de ella –o a su lado, como me gusta pensarlo más– nos levantamos muchas otras. La mala nueva es que estamos obligadas a jamás volver a guardar silencio.
Jovana Hernández – @plumas.de.ganso